¡Imagínate estudiar en un salón comunal, mándale saludos al calor y a los mosquitos! Pues eso han vivido los estudiantes de la Escuela Clemente Marín en Pital durante seis largos años. Pero ¡aguante la juventud! Porque ya llegó la gran noticia: van a tener una escuela nueva, bien chiva, moderna y segura. Después de tanto aguante, parece que el Ministerio de Educación escuchó a la comunidad y le puso remedio a esta situación.
La historia de esta escuela es más triste que chicha rancia. En el 2019, tuvieron que cerrar las puertas debido a problemas de salud y seguridad. Las instalaciones antiguas, hechas de pura madera, estaban comiéndose las termitas y, además, cada vez que llovía parecía que nos estábamos bañando dentro de la clase. ¡Un desmadre! Y ni hablar de los mosquitos Aedes Aegypti que andaban correteando por todos lados, transmitiendo dengue, zika y chikungunya… ¡Qué sal!
Durante estos seis años, los niños y niñas de Pital tuvieron que asistir a clases en el salón comunal de El Encanto, un lugar que, aunque agradecido, no estaba preparado para ser una escuela. Imagínate, pupitre apretujadito, sin aire acondicionado, con el ruido de la calle… ¡Ni modo de concentrarse estudiando álgebra! Pero bueno, hicieron lo que pudieron, porque la educación siempre va primero. Y ahora, gracias a Dios, termina ese brete.
La buena nueva se oficializó el pasado 19 de septiembre, con un acto donde estuvieron presentes el ministro de Educación, Leonardo Sánchez, y don Rody Chaves, el presidente de la República. Hubo discurso, hubo ambiente festivo y, sobre todo, hubo esperanza para toda la comunidad educativa de Pital. Ahora sí, pueden respirar tranquilos y pensar en el futuro de los muchachos sin preocuparse por dónde van a tomar las clases mañana.
La nueva escuela, que cuenta con una inversión superior a los ¢1.873 millones, es un verdadero adelanto. Tenemos doce aulas académicas amplias y cómodas, un laboratorio de cómputo para que los estudiantes aprendan sobre tecnología, un comedor para que puedan almorzar bien ricos, una biblioteca llena de libros interesantes, aulas de preescolar para los chiquitos y hasta una cancha techada para hacer deporte bajo techo. ¡Una chimba total! Parece sacado de revista.
El ministro Sánchez fue claro al decir que esta obra es una ilusión hecha realidad para Pital. Reconoció que las instalaciones viejas habían cumplido su ciclo y que era urgente dotar a los estudiantes de una infraestructura moderna y de calidad. Y el Presidente Chaves, fiel a su estilo directo, dijo que están llevando soluciones a todas las comunidades del país, demostrando que sí piensan en ellos y que no les están dando largas. Ya saben, combatiendo mentiras con hechos.
Según el proyecto, la construcción estará lista para finales del 2026. Sabemos que todavía falta un tiempecito, pero vale la pena esperar porque la escuela que les construirán será un espacio seguro, moderno y lleno de oportunidades para aprender y crecer. Además, con estas nuevas instalaciones, los estudiantes podrán acceder a recursos educativos que antes solo podían soñar. ¡Qué carga poder decir esto!
En fin, los estudiantes de Pital ya tienen motivos para celebrar. Se acabaron los días de lucha contra la lluvia, las termitas y los mosquitos. Ahora sí, podrán disfrutar de una escuela digna y de una educación de calidad. Pero dime, tú, ¿qué crees que sería lo más importante que deberían priorizar en el diseño de esta nueva escuela para asegurar que realmente satisfaga las necesidades de los estudiantes y prepare a las futuras generaciones de Pital?
La historia de esta escuela es más triste que chicha rancia. En el 2019, tuvieron que cerrar las puertas debido a problemas de salud y seguridad. Las instalaciones antiguas, hechas de pura madera, estaban comiéndose las termitas y, además, cada vez que llovía parecía que nos estábamos bañando dentro de la clase. ¡Un desmadre! Y ni hablar de los mosquitos Aedes Aegypti que andaban correteando por todos lados, transmitiendo dengue, zika y chikungunya… ¡Qué sal!
Durante estos seis años, los niños y niñas de Pital tuvieron que asistir a clases en el salón comunal de El Encanto, un lugar que, aunque agradecido, no estaba preparado para ser una escuela. Imagínate, pupitre apretujadito, sin aire acondicionado, con el ruido de la calle… ¡Ni modo de concentrarse estudiando álgebra! Pero bueno, hicieron lo que pudieron, porque la educación siempre va primero. Y ahora, gracias a Dios, termina ese brete.
La buena nueva se oficializó el pasado 19 de septiembre, con un acto donde estuvieron presentes el ministro de Educación, Leonardo Sánchez, y don Rody Chaves, el presidente de la República. Hubo discurso, hubo ambiente festivo y, sobre todo, hubo esperanza para toda la comunidad educativa de Pital. Ahora sí, pueden respirar tranquilos y pensar en el futuro de los muchachos sin preocuparse por dónde van a tomar las clases mañana.
La nueva escuela, que cuenta con una inversión superior a los ¢1.873 millones, es un verdadero adelanto. Tenemos doce aulas académicas amplias y cómodas, un laboratorio de cómputo para que los estudiantes aprendan sobre tecnología, un comedor para que puedan almorzar bien ricos, una biblioteca llena de libros interesantes, aulas de preescolar para los chiquitos y hasta una cancha techada para hacer deporte bajo techo. ¡Una chimba total! Parece sacado de revista.
El ministro Sánchez fue claro al decir que esta obra es una ilusión hecha realidad para Pital. Reconoció que las instalaciones viejas habían cumplido su ciclo y que era urgente dotar a los estudiantes de una infraestructura moderna y de calidad. Y el Presidente Chaves, fiel a su estilo directo, dijo que están llevando soluciones a todas las comunidades del país, demostrando que sí piensan en ellos y que no les están dando largas. Ya saben, combatiendo mentiras con hechos.
Según el proyecto, la construcción estará lista para finales del 2026. Sabemos que todavía falta un tiempecito, pero vale la pena esperar porque la escuela que les construirán será un espacio seguro, moderno y lleno de oportunidades para aprender y crecer. Además, con estas nuevas instalaciones, los estudiantes podrán acceder a recursos educativos que antes solo podían soñar. ¡Qué carga poder decir esto!
En fin, los estudiantes de Pital ya tienen motivos para celebrar. Se acabaron los días de lucha contra la lluvia, las termitas y los mosquitos. Ahora sí, podrán disfrutar de una escuela digna y de una educación de calidad. Pero dime, tú, ¿qué crees que sería lo más importante que deberían priorizar en el diseño de esta nueva escuela para asegurar que realmente satisfaga las necesidades de los estudiantes y prepare a las futuras generaciones de Pital?
