Maes, no sé si ya vieron la última noticia que salió del COMEX, pero el despiche de los aranceles que nos heredó la administración Trump sigue más vivo que nunca. Es una de esas varas que uno cree que ya pasaron de moda, como usar jackets amarradas a la cintura, pero no. La medida sigue vigente y, para nadie es un secreto, tiene a nuestro sector productivo sudando frío. La verdad es que la situación es un enredo y, aunque el gobierno dice que está encima del tema, la procesión va por dentro y el bolsillo de los exportadores lo siente cada día.
La viceministra de Comercio Exterior, Indiana Trejos, salió a dar la cara y básicamente dijo lo que ya sabíamos: que el brete de negociar para llevar esos impuestos a cero no para. Suena bien, ¿verdad? El clásico "estamos trabajando en ello". Pero, diay, mientras esas negociaciones diplomáticas avanzan a paso de tortuga, la realidad es que las empresas ticas que mandan sus productos para allá siguen pagando los platos rotos. Y es que no es cualquier cosa, estamos hablando del principal socio comercial del país. Es un dolor de cabeza que simplemente no se quita con una pastilla.
Pero bueno, no todo es un nubarrón. Aquí viene la parte que nos da un poquito de aire, la luz de esperanza al final de este túnel comercial. Resulta que la Corte Suprema de Estados Unidos, el mero pichel de la justicia gringa, aceptó revisar el caso en noviembre. Van a analizar si Trump se jaló una torta monumental al usar unos supuestos "poderes de emergencia" para imponer estos aranceles. Esto es clave, porque un tribunal de apelaciones ya les había dicho que el expresidente se había excedido en sus funciones. Así que ahora la decisión final está en manos del máximo tribunal, lo que podría cambiar el panorama por completo.
Para entender el chambre completo, este pleito legal no lo empezamos nosotros. Es un broncón interno de ellos, impulsado por un grupo de estados liderados por demócratas que demandaron a Trump desde el día uno. Nosotros, junto con un montón de países (incluida la Unión Europea), quedamos en medio del fuego cruzado. El miedo a represalias y a una guerra comercial total hizo que muchos bajaran la cabeza y aceptaran las condiciones. Pero esta demanda le pone un freno de mano a todo el asunto y abre la puerta para que la legalidad de esa jugada sea, por fin, cuestionada a fondo.
Y para que entendamos por qué este tema no es un chunche sin importancia, basta con ver los números. A julio de este año, casi la mitad de todo lo que Costa Rica vende al mundo (un 47%, para ser exactos) se fue para Estados Unidos. Eso se traduce en más de $6.300 millones. Con esa cifra sobre la mesa, cualquier impuesto extra, por pequeño que sea, representa un golpe durísimo para nuestra economía y para el empleo de miles de personas. Así que, aunque la noticia de la Corte es buena, tampoco podemos cantar victoria. Dependemos de una decisión ajena que se tomará a miles de kilómetros. Ahora la pregunta del millón es para ustedes, maes: ¿Creen que la Corte gringa nos salve la tanda o vamos a seguir salados con esta vara por un buen rato?
La viceministra de Comercio Exterior, Indiana Trejos, salió a dar la cara y básicamente dijo lo que ya sabíamos: que el brete de negociar para llevar esos impuestos a cero no para. Suena bien, ¿verdad? El clásico "estamos trabajando en ello". Pero, diay, mientras esas negociaciones diplomáticas avanzan a paso de tortuga, la realidad es que las empresas ticas que mandan sus productos para allá siguen pagando los platos rotos. Y es que no es cualquier cosa, estamos hablando del principal socio comercial del país. Es un dolor de cabeza que simplemente no se quita con una pastilla.
Pero bueno, no todo es un nubarrón. Aquí viene la parte que nos da un poquito de aire, la luz de esperanza al final de este túnel comercial. Resulta que la Corte Suprema de Estados Unidos, el mero pichel de la justicia gringa, aceptó revisar el caso en noviembre. Van a analizar si Trump se jaló una torta monumental al usar unos supuestos "poderes de emergencia" para imponer estos aranceles. Esto es clave, porque un tribunal de apelaciones ya les había dicho que el expresidente se había excedido en sus funciones. Así que ahora la decisión final está en manos del máximo tribunal, lo que podría cambiar el panorama por completo.
Para entender el chambre completo, este pleito legal no lo empezamos nosotros. Es un broncón interno de ellos, impulsado por un grupo de estados liderados por demócratas que demandaron a Trump desde el día uno. Nosotros, junto con un montón de países (incluida la Unión Europea), quedamos en medio del fuego cruzado. El miedo a represalias y a una guerra comercial total hizo que muchos bajaran la cabeza y aceptaran las condiciones. Pero esta demanda le pone un freno de mano a todo el asunto y abre la puerta para que la legalidad de esa jugada sea, por fin, cuestionada a fondo.
Y para que entendamos por qué este tema no es un chunche sin importancia, basta con ver los números. A julio de este año, casi la mitad de todo lo que Costa Rica vende al mundo (un 47%, para ser exactos) se fue para Estados Unidos. Eso se traduce en más de $6.300 millones. Con esa cifra sobre la mesa, cualquier impuesto extra, por pequeño que sea, representa un golpe durísimo para nuestra economía y para el empleo de miles de personas. Así que, aunque la noticia de la Corte es buena, tampoco podemos cantar victoria. Dependemos de una decisión ajena que se tomará a miles de kilómetros. Ahora la pregunta del millón es para ustedes, maes: ¿Creen que la Corte gringa nos salve la tanda o vamos a seguir salados con esta vara por un buen rato?