¡Ay, Dios mío! Parece que tenemos otro chinchorro bien grande en nuestras instituciones públicas. Resulta que el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), allá por el 2019, se mandó a comprar una lancha pa’ patrullar la Isla del Coco por unos módicos ¢498 millones – casi medio billón, mi clave – y, ¡sorpresa!, el bache se quedó varadito en Golfito, acumulando polvo y óxido durante casi cuatro años. No me hagan reír, parece una broma de pesadilla.
La historia es así: el SINAC hizo una licitación pública, todo muy transparente, pa’ adquirir esta embarcación a la compañía Lutz Hermanos. Se suponía que esta “Guardiana de la Isla del Coco” iba a combatir la pesca ilegal y el narcotráfico en esas aguas bravas. Pero, al parecer, la única cosa que ha combatido es la oxidación y el paso del tiempo. Imagínate el brete pa’ los guardaparques que necesitan estar ahí afuera vigilando nuestros recursos naturales, y tienen que andar con la mosca atrás de la oreja pensando dónde va a salir el próximo apoyo.
Y eso no es todo, parce. El SINAC, pa' echarle agua al molino, tuvo que ejecutar una garantía de cumplimiento de ¢21 millones – otros veinte millones más que se van al caño – porque, según documentos del Sistema Integrado de Compras Públicas (SICOP), el bote no cumplía con las especificaciones técnicas. La empresa, claro, dice que sí, que la vara estaba completa. ¡Qué bronca! Uno se queda preguntándose si alguien revisó bien esto antes de firmar los papeles, o si simplemente se dejaron llevar por las apariencias.
Lo que es seguro es que, mientras tanto, el bote descansa tranquilamente en una carreta en la Marina Bahía Golfito, cubierto con un sarán verde. Según informes oficiales, todavía le dan mantenimiento, lo limpian y lo encienden de vez en cuando pa’ que no se oxide por completo. Como si eso fuera suficiente para justificar semejante desperdicio. La foto dice más que mil palabras, mi pana; puedes ver claramente cómo el casco y algunas partes internas están deteriorándose. ¡Un espectáculo digno de llorar!
Pero la cosa se pone aún más turbia cuando analizamos el informe del Servicio Nacional de Guardacostas. Estos señores advirtieron que el bote no podía operar en condiciones adversas, justamente las que suelen presentarse en la Isla del Coco. Dicen que la capacidad de carga es insuficiente, que la velocidad es demasiado baja, y que incluso recomienda evitarlo en condiciones de oleaje alto. ¡Imagina eso! Un bote diseñado para patrullar una isla remota, pero que no puede siquiera enfrentar el oleaje normal.
Ahora resulta que la compra de este bache no solo representa un desfalco millonario al erario nacional, sino que también compromete la seguridad de los guardaparques y la protección de la biodiversidad de la Isla del Coco. Ese parque, como saben, es un tesoro invaluable que alberga especies únicas en el mundo, y necesitamos herramientas adecuadas para protegerlo, no estos aparatos inútiles que se oxidan en un muelle.
Hemos intentado contactar al SINAC y al Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) para obtener sus declaraciones al respecto, pero hasta ahora, silencio absoluto. Parece que prefieren esconderse detrás de comunicados burocráticos en lugar de asumir la responsabilidad por este fiasco. Ya estamos viendo que nos quieren echar arena a los ojos, ¿verdad?
Y hablando de futuro, me pregunto... ¿qué vamos a hacer con este bote abandonado? ¿Lo vendemos a precio de saldo? ¿Lo convertimos en un monumento a la ineptitud gubernamental? O, peor aún, ¿vamos a seguir esperando que alguien lo haga funcionar? ¿Ustedes qué opinan, paisanos? ¿Es hora de exigir una investigación exhaustiva y sanciones ejemplares para los responsables de este monumental despilfarro?
La historia es así: el SINAC hizo una licitación pública, todo muy transparente, pa’ adquirir esta embarcación a la compañía Lutz Hermanos. Se suponía que esta “Guardiana de la Isla del Coco” iba a combatir la pesca ilegal y el narcotráfico en esas aguas bravas. Pero, al parecer, la única cosa que ha combatido es la oxidación y el paso del tiempo. Imagínate el brete pa’ los guardaparques que necesitan estar ahí afuera vigilando nuestros recursos naturales, y tienen que andar con la mosca atrás de la oreja pensando dónde va a salir el próximo apoyo.
Y eso no es todo, parce. El SINAC, pa' echarle agua al molino, tuvo que ejecutar una garantía de cumplimiento de ¢21 millones – otros veinte millones más que se van al caño – porque, según documentos del Sistema Integrado de Compras Públicas (SICOP), el bote no cumplía con las especificaciones técnicas. La empresa, claro, dice que sí, que la vara estaba completa. ¡Qué bronca! Uno se queda preguntándose si alguien revisó bien esto antes de firmar los papeles, o si simplemente se dejaron llevar por las apariencias.
Lo que es seguro es que, mientras tanto, el bote descansa tranquilamente en una carreta en la Marina Bahía Golfito, cubierto con un sarán verde. Según informes oficiales, todavía le dan mantenimiento, lo limpian y lo encienden de vez en cuando pa’ que no se oxide por completo. Como si eso fuera suficiente para justificar semejante desperdicio. La foto dice más que mil palabras, mi pana; puedes ver claramente cómo el casco y algunas partes internas están deteriorándose. ¡Un espectáculo digno de llorar!
Pero la cosa se pone aún más turbia cuando analizamos el informe del Servicio Nacional de Guardacostas. Estos señores advirtieron que el bote no podía operar en condiciones adversas, justamente las que suelen presentarse en la Isla del Coco. Dicen que la capacidad de carga es insuficiente, que la velocidad es demasiado baja, y que incluso recomienda evitarlo en condiciones de oleaje alto. ¡Imagina eso! Un bote diseñado para patrullar una isla remota, pero que no puede siquiera enfrentar el oleaje normal.
Ahora resulta que la compra de este bache no solo representa un desfalco millonario al erario nacional, sino que también compromete la seguridad de los guardaparques y la protección de la biodiversidad de la Isla del Coco. Ese parque, como saben, es un tesoro invaluable que alberga especies únicas en el mundo, y necesitamos herramientas adecuadas para protegerlo, no estos aparatos inútiles que se oxidan en un muelle.
Hemos intentado contactar al SINAC y al Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) para obtener sus declaraciones al respecto, pero hasta ahora, silencio absoluto. Parece que prefieren esconderse detrás de comunicados burocráticos en lugar de asumir la responsabilidad por este fiasco. Ya estamos viendo que nos quieren echar arena a los ojos, ¿verdad?
Y hablando de futuro, me pregunto... ¿qué vamos a hacer con este bote abandonado? ¿Lo vendemos a precio de saldo? ¿Lo convertimos en un monumento a la ineptitud gubernamental? O, peor aún, ¿vamos a seguir esperando que alguien lo haga funcionar? ¿Ustedes qué opinan, paisanos? ¿Es hora de exigir una investigación exhaustiva y sanciones ejemplares para los responsables de este monumental despilfarro?
