¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con el circo en el Banco Nacional. Resulta que un bufete caro, contratado por esos exdirectores que les tocó echarle agua al asunto, dice que todo estaba chupado, que el nombramiento de Rosaysella Ulloa como gerenta general no tenía ningún vicio. Pero bueno, ya saben cómo van las cosas por acá... siempre hay un chayazo escondido en algún lado, ¿verdad?
La movida es así: unos exdirectores, esos que le dieron el visto bueno a Ulloa, pagaronle a BDS Asesores Jurídicos para que revisaran el caso, porque, aparentemente, tenían algunas cositas que aclarar. Esto pasó después de que la Sala Constitucional los mandó a volar, quitándoles sus curules por haberlos nombrado de esa forma. Ya ven, un brete de situaciones.
Pero espere… ¡aquí viene lo interesante! Antes de que estos señores contratan al bufete, la Sugef, la Superintendencia General de Entidades Financieras, ya había dicho que todo estaba bien. Sí, así, en medio del relajo, dejaron pasar unas cuantas cosillas que ahora salen a la luz. Uno se pregunta qué estaban viendo, o qué no querían ver, pa’ que dijeran eso.
Según el informe del bufete, encontraron algunas ‘aparentes omisiones’ en el pliego de condiciones de la licitación y en la fundamentación del nombramiento. Unos detallitos que, según ellos, podrían ser motivo de estudio, pero que no constituyen necesariamente una nulidad. ¡Unos tecnicismos pa’ dar y regalar!
Ronald Gutiérrez Abarca, el máster detrás del informe, puso seis razones escritas a máquina para justificar su conclusión, argumentando que la junta directiva era la indicada para hacer el nombramiento y que el proceso competitivo abierto era válido. Todo suena muy lindo en papel, pero uno no deja de sentir que le están echando arena a los ojos, ¿me entienden?
Y hablando de plazos, ¡qué rapidez! Nueve días hábiles y catorce naturales para decidir quién iba a manejar el dinero de todos nosotros. Unos nueve días pa' cambiarle la vida a alguien. ¡Qué carga! Se supone que estas decisiones deberían llevar más tiempo y ser más exhaustivas, pero parece que la prisa era la norma.
Además, ni rastro de entrevistas en el proceso. Nada de preguntas, nada de evaluar las habilidades de los candidatos. Simplemente, ¡zas!, nombramiento directo. Uno se queda pensando: ¿será que realmente buscaban a la persona más calificada, o ya sabían quién iba a ganar la vara?
Ahora, luego de este nuevo informe, nos toca a nosotros, la gente, analizarlo todo. ¿Realmente creen que el bufete actuó con total transparencia, o estamos frente a otro intento de encubrir irregularidades en el Banco Nacional? ¿Será que podemos confiar en las instituciones encargadas de velar por nuestros intereses, o deberíamos exigir una investigación más profunda e independiente sobre este caso?
La movida es así: unos exdirectores, esos que le dieron el visto bueno a Ulloa, pagaronle a BDS Asesores Jurídicos para que revisaran el caso, porque, aparentemente, tenían algunas cositas que aclarar. Esto pasó después de que la Sala Constitucional los mandó a volar, quitándoles sus curules por haberlos nombrado de esa forma. Ya ven, un brete de situaciones.
Pero espere… ¡aquí viene lo interesante! Antes de que estos señores contratan al bufete, la Sugef, la Superintendencia General de Entidades Financieras, ya había dicho que todo estaba bien. Sí, así, en medio del relajo, dejaron pasar unas cuantas cosillas que ahora salen a la luz. Uno se pregunta qué estaban viendo, o qué no querían ver, pa’ que dijeran eso.
Según el informe del bufete, encontraron algunas ‘aparentes omisiones’ en el pliego de condiciones de la licitación y en la fundamentación del nombramiento. Unos detallitos que, según ellos, podrían ser motivo de estudio, pero que no constituyen necesariamente una nulidad. ¡Unos tecnicismos pa’ dar y regalar!
Ronald Gutiérrez Abarca, el máster detrás del informe, puso seis razones escritas a máquina para justificar su conclusión, argumentando que la junta directiva era la indicada para hacer el nombramiento y que el proceso competitivo abierto era válido. Todo suena muy lindo en papel, pero uno no deja de sentir que le están echando arena a los ojos, ¿me entienden?
Y hablando de plazos, ¡qué rapidez! Nueve días hábiles y catorce naturales para decidir quién iba a manejar el dinero de todos nosotros. Unos nueve días pa' cambiarle la vida a alguien. ¡Qué carga! Se supone que estas decisiones deberían llevar más tiempo y ser más exhaustivas, pero parece que la prisa era la norma.
Además, ni rastro de entrevistas en el proceso. Nada de preguntas, nada de evaluar las habilidades de los candidatos. Simplemente, ¡zas!, nombramiento directo. Uno se queda pensando: ¿será que realmente buscaban a la persona más calificada, o ya sabían quién iba a ganar la vara?
Ahora, luego de este nuevo informe, nos toca a nosotros, la gente, analizarlo todo. ¿Realmente creen que el bufete actuó con total transparencia, o estamos frente a otro intento de encubrir irregularidades en el Banco Nacional? ¿Será que podemos confiar en las instituciones encargadas de velar por nuestros intereses, o deberíamos exigir una investigación más profunda e independiente sobre este caso?