¡Ay, Dios mío! Resulta que la vaina de Caldera sigue siendo un brete, ¿eh? La Auditoría Interna del Incop, esos que siempre tienen algo que decir, le anda echándole presión a la Junta Directiva pa' que le den una prórroga al contrato con la Sociedad Portuaria de Caldera (SPC). Parece que nos vamos a comer la misma torta otra vez, porque el contrato actual vence el año que viene y los tiempos pa’ encontrar a quién le va a tocar operar el puerto andan más ajustados que pantalón de niño.
Verás, la cosa es que la licitación para encontrar un nuevo operador y modernizador del puerto tiene unos plazos que dan pena, máxime considerando todas las vueltas que ya le han dado al asunto. Según el auditor interno, William Peraza, él solamente quiere evitar que nos quedemos sin servicio portuario en medio de todo el trajín comercial. Uno piensa, ¿cómo es posible que sigamos batallando con estas vainas?
El cuento es que Peraza le soltó la bomba durante una reunión de la Junta Directiva hace poquito, diciéndole a toda la planilla que los tiempos originales eran buenos, pero ahora están más apretados que un limón. Añadió que hay debilidades en cómo van a pasar el relevo entre operadores y que todavía estaban revisando algunas objeciones que surgieron. ¡Qué despiche! Una cosa llevando a la otra, parece que nos toca seguir con la misma gente un buen rato más.
Y claro, los escenarios que pintan no son precisamente color de rosa. La Auditoría señala que podríamos estar viendo más congestión, infraestructura limitada y hasta retrasos en la modernización del puerto. Eso sí que es echar leña al fuego, porque ya el tráfico por ahí está complicado, imagínate si encima le sumamos esas cosas. Y ni hablar de que todavía no tienen un plan de contingencia, ¡qué sal!
Peraza, con toda la calma del mundo, le dijo a la Junta Directiva que lo más sensato sería empezar a negociar esa prórroga con tiempo, porque no es automático. Claramente, siente que le están empujando a tomar esa decisión, aunque la licitación siga en marcha. Pero mira vos, Wagner Quesada, el presidente del Incop, se sintió un poco incomodísimo con todo este rollo.
Quesada le echó unas pullitas a la Auditoría, preguntándose por qué tardaron tanto en alertarlos sobre el tema. Él argumenta que ha sido su Junta Directiva la que ha estado trabajando duro en la modernización de Caldera y que las juntas anteriores nunca les avisaron de estas problemáticas. Como que se sintió atacado, ¿te imaginas? Dijo que le llama la atención que la advertencia llegara justo ahora, cuando ellos están tratando de avanzar con la licitación. ¡Qué torta!
Pero ojo, que no todo es bronca. Quesada reconoce que algunos plazos dependen de la Contraloría, lo cual está fuera de su alcance. De todos modos, admitió que se siente presionado a buscar una solución rápida, incluso si eso implica renovar el contrato actual. Quién sabe, tal vez la solución más fácil sea volver a empezar con los mismos. El proyecto, que costará unos 600 millones de dólares, promete duplicar la capacidad del puerto, pasando de 600 a 900 buques al año. Concretamente, planean construir un nuevo muelle, ampliar patios de contenedores e implementar nuevas grúas. ¡Parece una película!
Ahora bien, ¿será que la Junta Directiva escuchará el consejo de la Auditoría y negociará una prórroga temporal para asegurar la operatividad del puerto, o insistirán en llevar a cabo la licitación a pesar de los riesgos? ¿Crees que la presión de las empresas afectadas por los retrasos en la descarga influye en esta decisión y debería haber una mayor transparencia en todo el proceso? ¡Déjanos tus comentarios!
Verás, la cosa es que la licitación para encontrar un nuevo operador y modernizador del puerto tiene unos plazos que dan pena, máxime considerando todas las vueltas que ya le han dado al asunto. Según el auditor interno, William Peraza, él solamente quiere evitar que nos quedemos sin servicio portuario en medio de todo el trajín comercial. Uno piensa, ¿cómo es posible que sigamos batallando con estas vainas?
El cuento es que Peraza le soltó la bomba durante una reunión de la Junta Directiva hace poquito, diciéndole a toda la planilla que los tiempos originales eran buenos, pero ahora están más apretados que un limón. Añadió que hay debilidades en cómo van a pasar el relevo entre operadores y que todavía estaban revisando algunas objeciones que surgieron. ¡Qué despiche! Una cosa llevando a la otra, parece que nos toca seguir con la misma gente un buen rato más.
Y claro, los escenarios que pintan no son precisamente color de rosa. La Auditoría señala que podríamos estar viendo más congestión, infraestructura limitada y hasta retrasos en la modernización del puerto. Eso sí que es echar leña al fuego, porque ya el tráfico por ahí está complicado, imagínate si encima le sumamos esas cosas. Y ni hablar de que todavía no tienen un plan de contingencia, ¡qué sal!
Peraza, con toda la calma del mundo, le dijo a la Junta Directiva que lo más sensato sería empezar a negociar esa prórroga con tiempo, porque no es automático. Claramente, siente que le están empujando a tomar esa decisión, aunque la licitación siga en marcha. Pero mira vos, Wagner Quesada, el presidente del Incop, se sintió un poco incomodísimo con todo este rollo.
Quesada le echó unas pullitas a la Auditoría, preguntándose por qué tardaron tanto en alertarlos sobre el tema. Él argumenta que ha sido su Junta Directiva la que ha estado trabajando duro en la modernización de Caldera y que las juntas anteriores nunca les avisaron de estas problemáticas. Como que se sintió atacado, ¿te imaginas? Dijo que le llama la atención que la advertencia llegara justo ahora, cuando ellos están tratando de avanzar con la licitación. ¡Qué torta!
Pero ojo, que no todo es bronca. Quesada reconoce que algunos plazos dependen de la Contraloría, lo cual está fuera de su alcance. De todos modos, admitió que se siente presionado a buscar una solución rápida, incluso si eso implica renovar el contrato actual. Quién sabe, tal vez la solución más fácil sea volver a empezar con los mismos. El proyecto, que costará unos 600 millones de dólares, promete duplicar la capacidad del puerto, pasando de 600 a 900 buques al año. Concretamente, planean construir un nuevo muelle, ampliar patios de contenedores e implementar nuevas grúas. ¡Parece una película!
Ahora bien, ¿será que la Junta Directiva escuchará el consejo de la Auditoría y negociará una prórroga temporal para asegurar la operatividad del puerto, o insistirán en llevar a cabo la licitación a pesar de los riesgos? ¿Crees que la presión de las empresas afectadas por los retrasos en la descarga influye en esta decisión y debería haber una mayor transparencia en todo el proceso? ¡Déjanos tus comentarios!
