¡Ay, Dios mío! Esto sí que cayó manso en el Foro de Costa Rica. Resulta que, con todo este rollo del director del OIJ, Randall Zúñiga, ahora tenemos a Michael Soto al mando de manera temporal. La Corte Suprema le dio luz verde para agarrar las riendas por quince días, mientras se le investiga esas cositas que andan saliendo a la luz. ¡Qué carga!
Para ponerlos al día, el asunto es este: Zúñiga, nuestro ex jefe policial, está metido en un lío gordo con algunas denuncias de índole sexual. Tres denuncias, dicen, repartidas entre Corredores, Cartago y Goicoechea. Hay violación, hay contagio venéreo… ¡una sopa! Y encima, un procedimiento administrativo disciplinario. Todo esto después de que se empezaran a circular unas capturas de pantalla de WhatsApp que no pintan nada bien.
Ahora, entremos en el juego de damas. Con Zúñiga apartado preventivamente, surge la pregunta: ¿quién agarra el relevo? Pues ahí entra Michael Soto, que ya estaba fungiendo como subdirector interino. Él, maquina labradora, ya sabe cómo va el brete porque ha sustituido a Zúñiga antes, por viajes y otras cosas. De hecho, hasta lleva tiempo como subdirector gracias a que Gerald Campos Valverde, quien tenía el puesto en propiedad, se fue al Ministerio de Justicia y dejó el vacante, ¡qué vara!
Pero no crean que Soto llegó así de la nada. Antes de ser subdirector, era el jefe de la Oficina de Planes y Operaciones (OPO). Imaginen eso: un centro neurálgico con unos 500 funcionarios, incluyendo el SERT, UVISE, K-9 e INTERPOL. Un batallón entero manejando investigaciones criminales. ¡Un chunche importante, diay!
Es más, para que se hagan una idea de cuánto aspira Soto a quedarse con el puesto, está dentro de los 43 candidatos para la subdirección en propiedad. Ya pasó la fecha límite para registrarse, y ahora están checando si cumple todos los requisitos. Ahí también anda la Corte Plena evaluando las opciones, pues ellos tienen la última palabra. ¡Menuda competencia!
Hablemos ahora de lo que realmente importa: el escándalo. Zúñiga niega todo rotundamente, dice que es un ataque político y que sus conversaciones fueron sacadas de contexto. Hasta asegura que le decomisaron el celular y que no ha visto las denuncias ni el expediente. Lo de las fotos íntimas que circulan, insiste, es pura mentira, un montaje digital para dañarle la imagen. ¡Qué salen se está armando!
Claro, todo esto ha levantado mucha polvareda. La Fiscalía de Género está investigando a fondo, revisando mensajes y testimonios. En fin, un panorama complicado para el OIJ, para el país y para el propio Zúñiga. Y mientras tanto, Soto tiene que mantener las cosas funcionando a pesar de toda esta bronca. ¡Qué presión!
Con todo esto, me pregunto: ¿creemos que la transparencia y la rendición de cuentas deberían ser prioritarias en las instituciones policiales, incluso antes que la carrera de un individuo? ¿Y cuál debería ser el papel del Presidente en situaciones como esta?
	
		
			
		
		
	
				
			Para ponerlos al día, el asunto es este: Zúñiga, nuestro ex jefe policial, está metido en un lío gordo con algunas denuncias de índole sexual. Tres denuncias, dicen, repartidas entre Corredores, Cartago y Goicoechea. Hay violación, hay contagio venéreo… ¡una sopa! Y encima, un procedimiento administrativo disciplinario. Todo esto después de que se empezaran a circular unas capturas de pantalla de WhatsApp que no pintan nada bien.
Ahora, entremos en el juego de damas. Con Zúñiga apartado preventivamente, surge la pregunta: ¿quién agarra el relevo? Pues ahí entra Michael Soto, que ya estaba fungiendo como subdirector interino. Él, maquina labradora, ya sabe cómo va el brete porque ha sustituido a Zúñiga antes, por viajes y otras cosas. De hecho, hasta lleva tiempo como subdirector gracias a que Gerald Campos Valverde, quien tenía el puesto en propiedad, se fue al Ministerio de Justicia y dejó el vacante, ¡qué vara!
Pero no crean que Soto llegó así de la nada. Antes de ser subdirector, era el jefe de la Oficina de Planes y Operaciones (OPO). Imaginen eso: un centro neurálgico con unos 500 funcionarios, incluyendo el SERT, UVISE, K-9 e INTERPOL. Un batallón entero manejando investigaciones criminales. ¡Un chunche importante, diay!
Es más, para que se hagan una idea de cuánto aspira Soto a quedarse con el puesto, está dentro de los 43 candidatos para la subdirección en propiedad. Ya pasó la fecha límite para registrarse, y ahora están checando si cumple todos los requisitos. Ahí también anda la Corte Plena evaluando las opciones, pues ellos tienen la última palabra. ¡Menuda competencia!
Hablemos ahora de lo que realmente importa: el escándalo. Zúñiga niega todo rotundamente, dice que es un ataque político y que sus conversaciones fueron sacadas de contexto. Hasta asegura que le decomisaron el celular y que no ha visto las denuncias ni el expediente. Lo de las fotos íntimas que circulan, insiste, es pura mentira, un montaje digital para dañarle la imagen. ¡Qué salen se está armando!
Claro, todo esto ha levantado mucha polvareda. La Fiscalía de Género está investigando a fondo, revisando mensajes y testimonios. En fin, un panorama complicado para el OIJ, para el país y para el propio Zúñiga. Y mientras tanto, Soto tiene que mantener las cosas funcionando a pesar de toda esta bronca. ¡Qué presión!
Con todo esto, me pregunto: ¿creemos que la transparencia y la rendición de cuentas deberían ser prioritarias en las instituciones policiales, incluso antes que la carrera de un individuo? ¿Y cuál debería ser el papel del Presidente en situaciones como esta?
 
	 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		