¡Ay, Dios mío! Esta vainera que le pasó a esta canadiense da escalofríos. Resulta que una señora, Nicole Grigorov, se vino al país buscando renovarse con una abdominoplastia, pensando que iba a salir más linda y relajada. Pero mira qué sale, parece que le agarró una infección tremenda que la tiene luchando por su vida y encima, ¡amenaza con perderse las manos y los pies!
Todo empezó como cualquier otra cirugía plástica, según cuentan los reportes internacionales. Se sometió a la operación y al principio todo parecía ir bien. Pero luego, bam, la cosa se complicó con una infección severa que desencadenó un shock séptico y problemas al corazón. Imagínate el susto de la familia, lejos de casa y viendo cómo su pariente lucha contra probabilidades tan bajas que ni el azar estaría dispuesto a apostar a favor.
La muchacha está intubada, en cuidados intensivos del Hospital Clínica Bíblica en San José, conectado a máquinas que le ayudan a respirar y mantener las funciones vitales. Según fuentes cercanas y medios extranjeros, sus chances de sobrevivir eran de apenas un cinco por ciento, ¡un dato que te pone la piel de gallina! Uno se queda pensando qué habrá pasado exactamente para que la situación llegara a este punto. ¿Falta de higiene en quirófano? ¿Una reacción adversa inesperada a algún medicamento?
Ahora, la preocupación más grande es que la sepsis, esa infección rampante, haya afectado la circulación sanguínea hasta tal punto que sea necesario amputarle las extremidades. El Daily Mail explica que, cuando los nutrientes no llegan a los dedos de las manos y los pies por la mala circulación, los tejidos mueren y se produce gangrena, obligando a extirparlos para evitar que la infección se siga propagando. ¡Qué barbaridad!
Por supuesto, la familia está haciendo lo que puede para ayudar. Su esposo, Adrian, salió corriendo de Canadá para estar a su lado y su hijo, Nicholas, ha lanzado una campaña en GoFundMe para juntar plata y cubrir los costos exorbitantes de la atención médica. Ya van más de cien mil dólares acumulados, ¡pero aún hace falta para taparle todos los huecos! En medio de tanta angustia, la familia tuvo un pequeño respiro: Nicole despertó y está consciente, aunque todavía muy delicada.
Sin embargo, la cosa no pinta fácil. Parece que el hospital, siendo un lugar privado, está apremiándola para que pague la factura o amenazan con cortar el servicio. Además, buscaron trasladarla a Canadá para que recibiera mejor atención, pero no consiguen una cama disponible en ningún hospital de Ontario. ¡Ni siquiera el consulado canadiense ni algunos políticos han podido hacer magia! Brenda Johnson, la hermana de Nicole, está furiosa porque dice que no existe ninguna red de seguridad para los ciudadanos canadienses que sufren emergencias médicas en el extranjero después de hacerse cirugías voluntarias.
Y para rematar, resulta que Nicole no tenía seguro de viaje, así que la jugada es aún más complicada. Un amigo cercano sí logró aportar unos ochenta y cinco mil dólares para pagar una ambulancia aérea, pero sin un hospital receptor en Canadá, el traslado sigue siendo imposible. ¡Parece una novela digna de telenovela venezolana, diay! La situación es realmente preocupante, poniendo de manifiesto las vulnerabilidades de quienes buscan soluciones estéticas en otros países y las dificultades burocráticas para acceder a la atención médica en situaciones críticas.
¿Ustedes creen que las autoridades canadienses deberían crear un fondo de emergencia para asistir a sus ciudadanos en casos como este, donde la salud está en juego y los recursos económicos son limitados? ¿O es responsabilidad exclusiva de la persona tomar medidas preventivas como contratar seguros de viaje, aun sabiendo los riesgos inherentes a estas prácticas?
	
		
			
		
		
	
				
			Todo empezó como cualquier otra cirugía plástica, según cuentan los reportes internacionales. Se sometió a la operación y al principio todo parecía ir bien. Pero luego, bam, la cosa se complicó con una infección severa que desencadenó un shock séptico y problemas al corazón. Imagínate el susto de la familia, lejos de casa y viendo cómo su pariente lucha contra probabilidades tan bajas que ni el azar estaría dispuesto a apostar a favor.
La muchacha está intubada, en cuidados intensivos del Hospital Clínica Bíblica en San José, conectado a máquinas que le ayudan a respirar y mantener las funciones vitales. Según fuentes cercanas y medios extranjeros, sus chances de sobrevivir eran de apenas un cinco por ciento, ¡un dato que te pone la piel de gallina! Uno se queda pensando qué habrá pasado exactamente para que la situación llegara a este punto. ¿Falta de higiene en quirófano? ¿Una reacción adversa inesperada a algún medicamento?
Ahora, la preocupación más grande es que la sepsis, esa infección rampante, haya afectado la circulación sanguínea hasta tal punto que sea necesario amputarle las extremidades. El Daily Mail explica que, cuando los nutrientes no llegan a los dedos de las manos y los pies por la mala circulación, los tejidos mueren y se produce gangrena, obligando a extirparlos para evitar que la infección se siga propagando. ¡Qué barbaridad!
Por supuesto, la familia está haciendo lo que puede para ayudar. Su esposo, Adrian, salió corriendo de Canadá para estar a su lado y su hijo, Nicholas, ha lanzado una campaña en GoFundMe para juntar plata y cubrir los costos exorbitantes de la atención médica. Ya van más de cien mil dólares acumulados, ¡pero aún hace falta para taparle todos los huecos! En medio de tanta angustia, la familia tuvo un pequeño respiro: Nicole despertó y está consciente, aunque todavía muy delicada.
Sin embargo, la cosa no pinta fácil. Parece que el hospital, siendo un lugar privado, está apremiándola para que pague la factura o amenazan con cortar el servicio. Además, buscaron trasladarla a Canadá para que recibiera mejor atención, pero no consiguen una cama disponible en ningún hospital de Ontario. ¡Ni siquiera el consulado canadiense ni algunos políticos han podido hacer magia! Brenda Johnson, la hermana de Nicole, está furiosa porque dice que no existe ninguna red de seguridad para los ciudadanos canadienses que sufren emergencias médicas en el extranjero después de hacerse cirugías voluntarias.
Y para rematar, resulta que Nicole no tenía seguro de viaje, así que la jugada es aún más complicada. Un amigo cercano sí logró aportar unos ochenta y cinco mil dólares para pagar una ambulancia aérea, pero sin un hospital receptor en Canadá, el traslado sigue siendo imposible. ¡Parece una novela digna de telenovela venezolana, diay! La situación es realmente preocupante, poniendo de manifiesto las vulnerabilidades de quienes buscan soluciones estéticas en otros países y las dificultades burocráticas para acceder a la atención médica en situaciones críticas.
¿Ustedes creen que las autoridades canadienses deberían crear un fondo de emergencia para asistir a sus ciudadanos en casos como este, donde la salud está en juego y los recursos económicos son limitados? ¿O es responsabilidad exclusiva de la persona tomar medidas preventivas como contratar seguros de viaje, aun sabiendo los riesgos inherentes a estas prácticas?
 
	 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		