Diay, maes, no sé si vieron el novelón que se armó hoy en Cartago. La vara es que el presi, Rodrigo Chaves, se fue de gira por la Vieja Metrópoli. El plan oficial, según Casa Presidencial, sonaba casi a lista de supermercado: entregar un tanque de agua en Pejibaye, repartir siete escrituras, doce invernaderos y un par de chunches más. ¡Ah! Y de paso, reinaugurar un pedazo de la ruta 408 y dar el banderazo de salida para las obras de una escuela. Todo financiado con platica del Inder, para que suene bonito y a desarrollo rural.
Hasta ahí, todo bien. La típica gira presidencial para la foto, el corte de cinta y el discurso de que "estamos trabajando por ustedes". Uno podría pensar "¡qué tuanis por la gente de Pejibaye!", y con toda la razón del mundo. Un tanque de agua o una escritura le cambian la vida a cualquiera. El problema, como siempre en este país, no es la foto, sino lo que pasa detrás de ella. La procesión va por dentro, y en Cartago, esa procesión es una manifestación con pancartas y un malestar que no se quita ni con agua bendita.
Aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Chaves llega a la provincia justo cuando hay un movimiento fuertísimo, empujado por grupos sociales y hasta diputados brumosos, para declararlo "Non Grato". ¿La razón? El despiche monumental con el nuevo hospital Max Peralta. Para los que no están al tanto del chisme: la Contraloría ya le había dado el visto bueno al terreno en El Guarco y refrendó el contrato. O sea, luz verde para empezar el brete. Pero el Ejecutivo, el Ministerio de Salud y la entonces presidenta de la Caja, Marta Esquivel (que ahora, ¡qué casualidad!, es candidata a diputada), se opusieron en seco. Básicamente, le metieron el freno de mano a un proyecto que Cartago lleva años pidiendo a gritos.
Entonces, seamos malpensados por un segundo. ¿De verdad es coincidencia que el Presidente aparezca en la zona más caliente con un kit de "buenas noticias" bajo el brazo? Un tanque de agua, siete escrituras... Suena más a un intento de apagar un incendio forestal con una pistola de agua. Es como llegar a la casa de alguien a quien le debes un millón de colones y aparecer con una bolsa de confites para quedar bien. La jugada política es tan evidente que casi da ternura. Es un intento clarísimo de cambiar la narrativa, de que los titulares digan "Chaves entrega obras" en lugar de "Cartagineses molestos por bloqueo a hospital".
Al final, esta gira deja un sabor agridulce. Por un lado, qué bueno por las familias que recibieron su escritura o los agricultores con sus invernaderos. Eso no se discute. Pero por otro, la maniobra se siente como una curita en una herida que necesita cirugía mayor. El problema de fondo, la decisión de frenar un hospital que es una necesidad crítica para toda una provincia, sigue ahí. Y ese problema, mae, no se soluciona con un condominio vertical ni con la rehabilitación de una carretera. Eso solo se arregla con voluntad política y escuchando a la gente. La pregunta del millón es si esta visita sirvió para calmar las aguas o si, más bien, le echó más leña al fuego.
Maes, ahora les toca a ustedes: ¿Creen que esta gira fue un gesto genuino para ayudar a la provincia o puro control de daños por el temita del hospital? ¿Alcanza con estas obras para que los brumosos se olviden del pleito por el Max Peralta? ¡Los leo en los comentarios!
Hasta ahí, todo bien. La típica gira presidencial para la foto, el corte de cinta y el discurso de que "estamos trabajando por ustedes". Uno podría pensar "¡qué tuanis por la gente de Pejibaye!", y con toda la razón del mundo. Un tanque de agua o una escritura le cambian la vida a cualquiera. El problema, como siempre en este país, no es la foto, sino lo que pasa detrás de ella. La procesión va por dentro, y en Cartago, esa procesión es una manifestación con pancartas y un malestar que no se quita ni con agua bendita.
Aquí es donde la cosa se pone color de hormiga. Chaves llega a la provincia justo cuando hay un movimiento fuertísimo, empujado por grupos sociales y hasta diputados brumosos, para declararlo "Non Grato". ¿La razón? El despiche monumental con el nuevo hospital Max Peralta. Para los que no están al tanto del chisme: la Contraloría ya le había dado el visto bueno al terreno en El Guarco y refrendó el contrato. O sea, luz verde para empezar el brete. Pero el Ejecutivo, el Ministerio de Salud y la entonces presidenta de la Caja, Marta Esquivel (que ahora, ¡qué casualidad!, es candidata a diputada), se opusieron en seco. Básicamente, le metieron el freno de mano a un proyecto que Cartago lleva años pidiendo a gritos.
Entonces, seamos malpensados por un segundo. ¿De verdad es coincidencia que el Presidente aparezca en la zona más caliente con un kit de "buenas noticias" bajo el brazo? Un tanque de agua, siete escrituras... Suena más a un intento de apagar un incendio forestal con una pistola de agua. Es como llegar a la casa de alguien a quien le debes un millón de colones y aparecer con una bolsa de confites para quedar bien. La jugada política es tan evidente que casi da ternura. Es un intento clarísimo de cambiar la narrativa, de que los titulares digan "Chaves entrega obras" en lugar de "Cartagineses molestos por bloqueo a hospital".
Al final, esta gira deja un sabor agridulce. Por un lado, qué bueno por las familias que recibieron su escritura o los agricultores con sus invernaderos. Eso no se discute. Pero por otro, la maniobra se siente como una curita en una herida que necesita cirugía mayor. El problema de fondo, la decisión de frenar un hospital que es una necesidad crítica para toda una provincia, sigue ahí. Y ese problema, mae, no se soluciona con un condominio vertical ni con la rehabilitación de una carretera. Eso solo se arregla con voluntad política y escuchando a la gente. La pregunta del millón es si esta visita sirvió para calmar las aguas o si, más bien, le echó más leña al fuego.
Maes, ahora les toca a ustedes: ¿Creen que esta gira fue un gesto genuino para ayudar a la provincia o puro control de daños por el temita del hospital? ¿Alcanza con estas obras para que los brumosos se olviden del pleito por el Max Peralta? ¡Los leo en los comentarios!