¡Ay, Dios mío, qué vareta nos cayó encima! Resulta que todos los expertos, incluyendo don Federico Quesada de la UNED, están diciendo que tenemos que cambiarle el aceite a nuestra estrategia para traer inversión, porque la cosa está cambiando rapidísimo a nivel mundial. Ya no es suficiente con tener parques industriales bonitos y leyes atractivas, parece que necesitamos algo más si no queremos irnos al traste.
Verán, la cosa es así: antes éramos el patio trasero ideal para las empresas que hacían chips y cosas electrónicas. Nos daban chambitas, nos traían tecnología… todo parecía ir de maravilla. Pero ahora, cambiaste el panorama, aparecieron unos chinos con toda la maquinaria y otras potencias que están moviendo sus fichas pa’ otro lado. Las empresas que estaban acá, algunas ya se fueron, y las que quedan están poniendo cara de pocos amigos.
Don Federico, con toda su sabiduría, dice que esto es un “punto de inflexión”, ¡qué carga de palabras! Lo que quiere decir es que estamos en una encrucijada, donde tenemos que decidir si seguimos haciendo lo mismo esperando milagros o si nos agarramos los pantalones y buscamos la manera de meternos en el ajo de verdad. Porque, díganme, ¿pa' qué sirve tener fábricas si no les damos valor agregado, si no aprendemos a hacer las cosas nosotros mismos?
Y hablando de valor agregado, ahí viene otra preocupación: la hoja de ruta de semiconductores que presentó el gobierno. Se supone que iba a catapultarnos como líderes regionales, impulsando el talento, arreglando la burocracia y dando incentivos. Pero parece que eso no ha sido suficiente, que hay que ponerle más ganas y pensar en estrategias más innovadoras. Ese brete se lo tenemos que tomar en serio.
Lo que más me preocupa, y creo que debería preocuparle a todos ustedes, es que no podemos seguir dependiendo de que vengan extranjeros a darnos trabajo. Tenemos que apostarle a la investigación, al desarrollo, a formar nuestros propios ingenieros y científicos. Necesitamos crear un ambiente donde los emprendedores puedan arriesgarse, donde las universidades trabajen de la mano con las empresas, donde el Estado dé facilidades para que la innovación florezca. Sino, seguimos siendo un patio de juegos para los demás.
Además, y esto es importante, no podemos olvidarnos del medio ambiente y de la justicia social. Atraer inversión a cualquier costo no vale la pena si terminamos contaminando nuestros ríos y explotando a nuestros trabajadores. Necesitamos un modelo de desarrollo que sea sostenible, que beneficie a todos los costarricenses, que nos permita vivir bien sin destruir nuestro planeta. ¡Eso sí que sería un chivazo!
Ahora, hablemos claro: Costa Rica tiene potencial. Somos gente inteligente, trabajadora y creativa. Tenemos una ubicación geográfica privilegiada, una infraestructura decente y un sistema educativo que, aunque necesita mejoras, sigue siendo uno de los mejores de la región. Pero necesitamos dejar atrás la pereza, la complacencia y el miedo al cambio. Tenemos que ponernos las pilas y empezar a trabajar duro para recuperar terreno. Porque si no, nos vamos a despertar algún día y nos vamos a dar cuenta de que perdimos el tren.
Entonces, mi pregunta para ustedes, mis queridos lectores del Foro de Costa Rica, es esta: ¿Estamos realmente dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para transformar nuestro país en una potencia tecnológica, o prefiriendo seguir siendo meros espectadores de la economía global? ¿Cuál crees tú que debe ser la medida más urgente para impulsar la innovación y la competitividad en Costa Rica?
	
		
			
		
		
	
				
			Verán, la cosa es así: antes éramos el patio trasero ideal para las empresas que hacían chips y cosas electrónicas. Nos daban chambitas, nos traían tecnología… todo parecía ir de maravilla. Pero ahora, cambiaste el panorama, aparecieron unos chinos con toda la maquinaria y otras potencias que están moviendo sus fichas pa’ otro lado. Las empresas que estaban acá, algunas ya se fueron, y las que quedan están poniendo cara de pocos amigos.
Don Federico, con toda su sabiduría, dice que esto es un “punto de inflexión”, ¡qué carga de palabras! Lo que quiere decir es que estamos en una encrucijada, donde tenemos que decidir si seguimos haciendo lo mismo esperando milagros o si nos agarramos los pantalones y buscamos la manera de meternos en el ajo de verdad. Porque, díganme, ¿pa' qué sirve tener fábricas si no les damos valor agregado, si no aprendemos a hacer las cosas nosotros mismos?
Y hablando de valor agregado, ahí viene otra preocupación: la hoja de ruta de semiconductores que presentó el gobierno. Se supone que iba a catapultarnos como líderes regionales, impulsando el talento, arreglando la burocracia y dando incentivos. Pero parece que eso no ha sido suficiente, que hay que ponerle más ganas y pensar en estrategias más innovadoras. Ese brete se lo tenemos que tomar en serio.
Lo que más me preocupa, y creo que debería preocuparle a todos ustedes, es que no podemos seguir dependiendo de que vengan extranjeros a darnos trabajo. Tenemos que apostarle a la investigación, al desarrollo, a formar nuestros propios ingenieros y científicos. Necesitamos crear un ambiente donde los emprendedores puedan arriesgarse, donde las universidades trabajen de la mano con las empresas, donde el Estado dé facilidades para que la innovación florezca. Sino, seguimos siendo un patio de juegos para los demás.
Además, y esto es importante, no podemos olvidarnos del medio ambiente y de la justicia social. Atraer inversión a cualquier costo no vale la pena si terminamos contaminando nuestros ríos y explotando a nuestros trabajadores. Necesitamos un modelo de desarrollo que sea sostenible, que beneficie a todos los costarricenses, que nos permita vivir bien sin destruir nuestro planeta. ¡Eso sí que sería un chivazo!
Ahora, hablemos claro: Costa Rica tiene potencial. Somos gente inteligente, trabajadora y creativa. Tenemos una ubicación geográfica privilegiada, una infraestructura decente y un sistema educativo que, aunque necesita mejoras, sigue siendo uno de los mejores de la región. Pero necesitamos dejar atrás la pereza, la complacencia y el miedo al cambio. Tenemos que ponernos las pilas y empezar a trabajar duro para recuperar terreno. Porque si no, nos vamos a despertar algún día y nos vamos a dar cuenta de que perdimos el tren.
Entonces, mi pregunta para ustedes, mis queridos lectores del Foro de Costa Rica, es esta: ¿Estamos realmente dispuestos a hacer los sacrificios necesarios para transformar nuestro país en una potencia tecnológica, o prefiriendo seguir siendo meros espectadores de la economía global? ¿Cuál crees tú que debe ser la medida más urgente para impulsar la innovación y la competitividad en Costa Rica?