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Forero Regular
Primero que todo a los moderadores, sé que este tema habla de Saborío y dijeron que no abrieran más, pero es una reflexión muy interesante que hacen de analogía del país enfocado al futbol, creo que si ameritaba para tema aparte. Al que le da tigra leer mucho, que no lo lea, pero en lo personal lo recomiendo, está bueno.
Tomado de:Casete Fotocopiado: Alvaro Saborío: el pararrayos de nuestra mierda
Tomado de:Casete Fotocopiado: Alvaro Saborío: el pararrayos de nuestra mierda
Alvaro Saborío: el pararrayos de nuestra mierda
Todas nuestras frustraciones como país, nuestros devaluados sueños de grandeza y nuestros complejos de babana republic que se las tira de gran cosa. Todo lo que no nos sale bien en nuestros trabajos y en nuestras vidas sentimentales... toda nuestra rabia interna, esa que nos da colitis y migraña, la descargamos el pasado fin de semana en una sola persona.
Alvaro Saborío es hoy el pararrayos de nuestra mierda.
Saborío no anotó dos penales y eso bastó para cargar sobre él todos nuestros fracasos futbolísticos. Por culpa de "esa perra" no cumplimos la meta de ganar la Copa de Oro, clasificar a la Confederaciones y partirle el hocico a Brasil. De no ser por Saborío, hace rato seríamos los reyes del orbe futbolero.
Cierto: Saborío es un delantero, le pagan para meter goles y eso es lo que mejor sabe hacer. Y sí, me parece casi inaudito que fallara dos lanzamientos desde los once pasos en un mismo juego, pues botar penales nunca ha sido uno de sus fuertes (volarla desde cualquier otro punto de la cancha sí le sale mucho mejor).
Pero Saborío no tiene la culpa de que el futbol de Costa Rica sea una mierda. Esa culpa es de todos, empezando por la peor dirigencia del mundo, pasando por una prensa deportiva que da miedo por mediocre y terminando en todos nosotros, los fanáticos menos leales y más puñales del planeta.
Piénselo: a usted Alvaro Saborío nunca le ha hecho nada malo. Nunca ha hecho nada que perjudique su calidad de vida ni la de sus seres queridos. Sin embargo, los ticos somos unos enfermos de (mal) futbol que castigamos con una ira desmesurada a todos los jugadores que marquen un autogol, cometan un penal o la vuelen estando solos frente al marco.
Estoy seguro que Alvaro Saborío no falla penales ni otros tiros a propósito y que la mayor bronca con este tema la tiene él mismo. Patear bien la bola es su trabajo y si no es bueno en eso, pues consecuencias tendrá en su carrera profesional.
Igual sé que Hermidio Barrantes no dejó a propósito que le metieran los cuatro goles que cortaron el sueño tico de Italia 90. Y, aún así, cuando aquella Sele épica volvió al país, a Hermidio le gritaron de todo en el aeropuerto, lo amenazaron de muerte y no pudo acompañar al resto del equipo en el desfile triunfal. No, a él, al que debió sacar la bola cuatro veces de su marco, lo obligamos a irse escoltado, en el carro del presidente de turno, ajeno a una fiesta y echándole encima un inmerecido karma que lo acosó el resto de su vida futbolística.
Pastor Fernández hizo todo lo contrario a Saborío, pues sí anotó y el gol más importante de la modesta historia del futbol tico. ¿Y para qué le sirvió?
El futbol hace estúpida a la gente. Ayer, un autogol le costó la vida a Andrés Escobar. Hoy, no anotar dos penales le costó a Alvaro Saborío ser declarado el enemigo público del país.
Y declarar a un deportista nuestro "enemigo" no solo es estúpido, sino también inmerecido, cuando la calle está llena de personajes que sí han hecho "méritos" para recibir nuestro escarnio y condena; figuras cuyas acciones sí han significado un daño al país y que no pueden provocarnos menos que indignación y censura.
Usted puede considerarse oficialmente jodido si siente más rabia hacia Alvaro Saborío que hacia Rafael Ángel Calderón, Minor Calvo, Maureen Ballestero, Fernando Sánchez o los gemelos Salas, por mencionar solo unas cuentas figuras que en su momento han pedido el apoyo del pueblo para luego corresponder con acciones que distan mucho de ser transparentes. Esa cólera que siente contra Saborío mejor canalícela hacia los cinco diputados que quieren hacer trampa y aumentarse sus pensiones de docentes; los obispos que esconden curas buscados por la justicia y hacen intermediación financiera ilegal; los presidentes ejecutivos que se van de paseo con sus novias con dineros públicos; los empresarios que "producen" conciertos y, tras pelársela, le echan la culpa al artista; los periodistas que cobran por menciones en pasquines de farándula... Es más, si usted es de los que tanto se preocupa por el importantísimo futbol costarricense, entonces vaya y reclámele a Minor Vargas y Mario Sotela por quitarle los últimos gramos de dignidad al campeonato local.
En esto tenemos que ser congruentes. Por eso, si algún día Alvaro Saborío vuelve a meter un gol para la Sele, acuérdese de lo que siente hoy y quédese sentado, no explote en alegría y no celebre, pues usted no está de acuerdo en que "esa perra" esté en el equipo de todos. Es más, si para terminar de hacerla usted también es morado, entonces haga un acto de contrición y desdígase de los casi 100 goles que celebró cuando Saborío era la máquina de anotar saprissista.
Si usted sufre porque Saborío no metió dos penales y por eso lo odia, en serio le faltan enemigos de verdad. Salga a la calle, vea más tele, deje de comer carbón cortesía del periodismo deportivo de cantina y acuérdese que la vida sigue, seamos campeones del mundo o no. Saborío no anotó dos penales... ni modo. Pero eso no me autoriza a mí a decirle que es un mal atleta. Cómo yo, que casi que nací con dos pies izquierdos, me agito si corro 50 metros y soy igual de malo para el futbol que el 99.9% de los hombres en este país de mejengueros, voy a gritarle "perra" a Saborío.
Si él es perra, entonces, ¿qué somos todos los demás?
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