¡Ay, comadres! La influencer Celeste Rodríguez ha encendido las redes con un video donde se sinceraba sobre los comentarios hirientes que ha recibido últimamente por su apariencia física, pero también sobre una pérdida muy dolorosa que ha estado llevando en silencio. Parece que todo esto no ha sido fácil para la muchacha, que además andaba con el corazón roto.
Como muchos saben, Celeste lleva un tiempo visiblemente diferente, y la gente empezó a comentar lo suyo en las redes. Al principio, la neta, ella intentó hacerle caso omiso, pero llegó un punto en que decidió romper el silencio y explicar qué estaba pasando detrás de cámaras. Y no, no se trata de “vicios” como algunos especularon, sino de algo mucho más profundo, un duelo que la ha golpeado duro.
Según contó en sus videos, todo empezó hace unos seis u ocho meses, cuando sus publicaciones comenzaron a llenarse de críticas sobre su peso y su aspecto general. Algunos decían que se veía “desarreglada”, otros apuntaban a problemas de salud... ¡qué sal!, como diríamos acá. Pero lo importante es que Celeste nos puso las cartas sobre la mesa: la verdadera razón detrás de estos cambios es la pérdida de su fiel compañero canino, su perrito que fue su sombra durante años.
“Este es uno de los miedos más grandes de mi vida,” confesó la creadora de contenido, dejando claro que la muerte de su mascota significó un golpe emocional devastador. Para ella, perder a su perro ha sido como perder un pedazo de sí misma, y atravesar este proceso de duelo no ha sido nada sencillo. Además, toda esta exposición pública, bueno, digamos que tampoco ha ayudado precisamente.
Celeste admitió sentirse abrumada por la atención mediática y los comentarios constantes que recibe en las redes. Como bien dijo, a sus 21 años, no estaba preparada para que su vida estuviera tan expuesta y sometida al juicio público. “Llegó un momento en el que simplemente me sentía perdida… mi autopercepción estaba completamente distorsionada, porque lo que ustedes me decían era la palabra real para mí”. Una frase que te pega, diay.
Es cierto, mucha gente cree que, al ser figuras públicas, debemos soportar cualquier crítica. ¡Pero qué torta! Celeste nos recordó que, al fin y al cabo, somos seres humanos con sentimientos, tristezas, frustraciones y necesidades. Que no estamos hechos de acero y que también necesitamos apoyo y comprensión, especialmente en momentos difíciles como este. Y encima, recibir hate constantemente no ayuda a nadie, ¿verdad?
Lo que está pasando con Celeste nos hace reflexionar sobre cómo tratamos a los demás en las redes sociales, y sobre la importancia de ser empáticos y respetuosos. ¿De dónde surge tanta necesidad de juzgar la apariencia física o la vida personal de alguien? En pleno 2025, parece que todavía tenemos mucho camino por recorrer en términos de cultura digital y responsabilidad online. Como dice Celeste, ¿cómo es posible que la gente crea tener derecho a opinar sobre el cuerpo de otra persona?
Definitivamente, este caso abre una conversación necesaria sobre la salud mental de las influencers y la presión social a la que están sometidas. Pero también nos invita a cuestionarnos nuestras propias actitudes y a recordar que detrás de cada perfil hay una persona real con emociones y experiencias válidas. Así que, comadres, díganme ustedes: ¿creemos que las figuras públicas tienen piel de gruesa para aguantar cualquier cosa que les tiren por internet, o deberíamos ser más conscientes del impacto que tienen nuestras palabras?
Como muchos saben, Celeste lleva un tiempo visiblemente diferente, y la gente empezó a comentar lo suyo en las redes. Al principio, la neta, ella intentó hacerle caso omiso, pero llegó un punto en que decidió romper el silencio y explicar qué estaba pasando detrás de cámaras. Y no, no se trata de “vicios” como algunos especularon, sino de algo mucho más profundo, un duelo que la ha golpeado duro.
Según contó en sus videos, todo empezó hace unos seis u ocho meses, cuando sus publicaciones comenzaron a llenarse de críticas sobre su peso y su aspecto general. Algunos decían que se veía “desarreglada”, otros apuntaban a problemas de salud... ¡qué sal!, como diríamos acá. Pero lo importante es que Celeste nos puso las cartas sobre la mesa: la verdadera razón detrás de estos cambios es la pérdida de su fiel compañero canino, su perrito que fue su sombra durante años.
“Este es uno de los miedos más grandes de mi vida,” confesó la creadora de contenido, dejando claro que la muerte de su mascota significó un golpe emocional devastador. Para ella, perder a su perro ha sido como perder un pedazo de sí misma, y atravesar este proceso de duelo no ha sido nada sencillo. Además, toda esta exposición pública, bueno, digamos que tampoco ha ayudado precisamente.
Celeste admitió sentirse abrumada por la atención mediática y los comentarios constantes que recibe en las redes. Como bien dijo, a sus 21 años, no estaba preparada para que su vida estuviera tan expuesta y sometida al juicio público. “Llegó un momento en el que simplemente me sentía perdida… mi autopercepción estaba completamente distorsionada, porque lo que ustedes me decían era la palabra real para mí”. Una frase que te pega, diay.
Es cierto, mucha gente cree que, al ser figuras públicas, debemos soportar cualquier crítica. ¡Pero qué torta! Celeste nos recordó que, al fin y al cabo, somos seres humanos con sentimientos, tristezas, frustraciones y necesidades. Que no estamos hechos de acero y que también necesitamos apoyo y comprensión, especialmente en momentos difíciles como este. Y encima, recibir hate constantemente no ayuda a nadie, ¿verdad?
Lo que está pasando con Celeste nos hace reflexionar sobre cómo tratamos a los demás en las redes sociales, y sobre la importancia de ser empáticos y respetuosos. ¿De dónde surge tanta necesidad de juzgar la apariencia física o la vida personal de alguien? En pleno 2025, parece que todavía tenemos mucho camino por recorrer en términos de cultura digital y responsabilidad online. Como dice Celeste, ¿cómo es posible que la gente crea tener derecho a opinar sobre el cuerpo de otra persona?
Definitivamente, este caso abre una conversación necesaria sobre la salud mental de las influencers y la presión social a la que están sometidas. Pero también nos invita a cuestionarnos nuestras propias actitudes y a recordar que detrás de cada perfil hay una persona real con emociones y experiencias válidas. Así que, comadres, díganme ustedes: ¿creemos que las figuras públicas tienen piel de gruesa para aguantar cualquier cosa que les tiren por internet, o deberíamos ser más conscientes del impacto que tienen nuestras palabras?
