¡Ay, Dios mío! Resulta que Estados Unidos nos volvió a meter en la lista de países que sirven de puente para pasar droga. Esta vez, el ministro Mario Zamora salió a defenderse diciendo que esto no es novedad y que mientras haya países produciendo y otros consumiendo, pues ahí estamos nosotros, en medio del batiburrillo. ¡Qué despiche!
Zamora explica, con toda calma, que Costa Rica siempre va a estar en esta jugada si seguimos en Centroamérica. Argumenta que es la ruta natural, la más lógica, para mandar la mercancía desde Sudamérica hasta el norte. Parece que el mae quiere convencernos de que no tenemos la culpa, que somos víctimas de la geografía.
Todo empezó con un comunicado de la Casa Blanca, donde el gobierno de Biden le avisó al Congreso que nos incluían nuevamente en la lista negra. Hablamos de la Determinación Presidencial sobre Países de Tránsito o Producción Ilícita de Drogas para el Año Fiscal 2026. Suena complicado, pero básicamente, nos señalan como punto clave para el tráfico de drogas.
Y no es la primera vez, chunches. Revisando los papeles de la DEA de los años noventa, encontramos que ya nos habían puesto en el radar por la misma razón: Centroamérica es el camino más fácil para que la droga llegue a Estados Unidos. Zamora insiste en que nadie manda cocaína de Colombia a Nueva York pasando por Europa o Asia; ¡aquí es donde pasa la cosa!
Para él, la clave está en evitar el contacto terrestre. Asegura que eso reduce los costos para los grupos criminales y evita que tengan que pagarle a alguien para que les haga un favor. Pero, díganme, ¿cómo evitamos el contacto terrestre si prácticamente todos los puertos y aeropuertos están expuestos?
Lo curioso es que Costa Rica lleva ya unos cuantos años en esta lista. Desde 2012, para ser exactos, hemos sido considerados un país de tránsito. Una revisión rápida muestra que ya habíamos recibido estas alertas en el 2000 y en el 2010, aunque nunca nos habían incluido formalmente en la lista. Así que parece que la vara sigue siendo la misma, y no hay señales de que vayamos a salir pronto.
Pero no estamos solos en este brete. Prácticamente toda Centroamérica está metida en la sopa: Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá. Todos somos parte de este corredor de cocaína que conecta Sudamérica con Estados Unidos y Europa. En paralelo, Washington también puso bajo la lupa a Colombia, Venezuela, Bolivia, Afganistán y Birmania, acusándolos de no cumplir con sus compromisos contra el narcotráfico. Ahí sí, esos países enfrentan sanciones potenciales.
Ahora, Donald Trump, aparentemente retomando algunas políticas de antaño, está siendo particularmente duro con algunos de estos países, incluyendo Afganistán y Venezuela. Acusa a esas naciones de haber fallado en sus deberes y advierte que seguirá tomando medidas contundentes. Y claro, no puede faltar la preocupación por el fentanilo, que según dice, obligará a Estados Unidos a intensificar su lucha contra las drogas. Con más de 200 muertes diarias por drogas ilícitas en 2024, ¡dijo el presidente!, la situación es inaceptable. Entonces, con todo esto en mente, me pregunto: ¿Es realista esperar que Costa Rica pueda escapar alguna vez de esta lista o estamos destinados a ser el canal preferido para el negocio del narcotráfico? ¿Qué estrategias innovadoras podríamos implementar para realmente cortar la cadena y proteger nuestro país?
Zamora explica, con toda calma, que Costa Rica siempre va a estar en esta jugada si seguimos en Centroamérica. Argumenta que es la ruta natural, la más lógica, para mandar la mercancía desde Sudamérica hasta el norte. Parece que el mae quiere convencernos de que no tenemos la culpa, que somos víctimas de la geografía.
Todo empezó con un comunicado de la Casa Blanca, donde el gobierno de Biden le avisó al Congreso que nos incluían nuevamente en la lista negra. Hablamos de la Determinación Presidencial sobre Países de Tránsito o Producción Ilícita de Drogas para el Año Fiscal 2026. Suena complicado, pero básicamente, nos señalan como punto clave para el tráfico de drogas.
Y no es la primera vez, chunches. Revisando los papeles de la DEA de los años noventa, encontramos que ya nos habían puesto en el radar por la misma razón: Centroamérica es el camino más fácil para que la droga llegue a Estados Unidos. Zamora insiste en que nadie manda cocaína de Colombia a Nueva York pasando por Europa o Asia; ¡aquí es donde pasa la cosa!
Para él, la clave está en evitar el contacto terrestre. Asegura que eso reduce los costos para los grupos criminales y evita que tengan que pagarle a alguien para que les haga un favor. Pero, díganme, ¿cómo evitamos el contacto terrestre si prácticamente todos los puertos y aeropuertos están expuestos?
Lo curioso es que Costa Rica lleva ya unos cuantos años en esta lista. Desde 2012, para ser exactos, hemos sido considerados un país de tránsito. Una revisión rápida muestra que ya habíamos recibido estas alertas en el 2000 y en el 2010, aunque nunca nos habían incluido formalmente en la lista. Así que parece que la vara sigue siendo la misma, y no hay señales de que vayamos a salir pronto.
Pero no estamos solos en este brete. Prácticamente toda Centroamérica está metida en la sopa: Belice, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá. Todos somos parte de este corredor de cocaína que conecta Sudamérica con Estados Unidos y Europa. En paralelo, Washington también puso bajo la lupa a Colombia, Venezuela, Bolivia, Afganistán y Birmania, acusándolos de no cumplir con sus compromisos contra el narcotráfico. Ahí sí, esos países enfrentan sanciones potenciales.
Ahora, Donald Trump, aparentemente retomando algunas políticas de antaño, está siendo particularmente duro con algunos de estos países, incluyendo Afganistán y Venezuela. Acusa a esas naciones de haber fallado en sus deberes y advierte que seguirá tomando medidas contundentes. Y claro, no puede faltar la preocupación por el fentanilo, que según dice, obligará a Estados Unidos a intensificar su lucha contra las drogas. Con más de 200 muertes diarias por drogas ilícitas en 2024, ¡dijo el presidente!, la situación es inaceptable. Entonces, con todo esto en mente, me pregunto: ¿Es realista esperar que Costa Rica pueda escapar alguna vez de esta lista o estamos destinados a ser el canal preferido para el negocio del narcotráfico? ¿Qué estrategias innovadoras podríamos implementar para realmente cortar la cadena y proteger nuestro país?
