¡Ay, Dios mío! Quién diría que íbamos a estar hablando de esto en nuestros tiempos... Resulta que hay una movida bien rara dando vueltas por el mundo, una que le pone los pelos de punta a cualquier autoridad sanitaria. Se llama 'bluetoothing', y básicamente se trata de intercambiar sangre drogada. ¡Sí, así como lo oyes!
La movida empezó en lugares bien chungos, donde la pobreza aprieta y conseguir drogas de verdad es un lujo. Imagínate: no tienes plata para comprarte heroína o metanfetamina, entonces buscas alternativas. Y ahí entra el 'bluetoothing'. Consiste en que alguien se inyecta, y luego tú te pones un poquito de su sangre para sentirte un poco elevado. Suena a película de terror, ¿verdad?
Este brete se originó en países como Fiyi, Sudáfrica, Tanzania y Pakistán, pero la cosa es que ahora se está extendiendo como reguero de pólvora. Y lo peor es que está relacionado con un aumento alarmante de casos de VIH y hepatitis. Las estadísticas son escalofriantes: en Fiyi, por ejemplo, los casos de VIH se multiplicaron por diez entre 2014 y 2024. ¡Diez veces! Eso demuestra la magnitud del problema.
Según los investigadores, el 'bluetoothing' es especialmente común entre jóvenes de 15 a 34 años. Imagínatelo, chavales que se ponen a experimentar con sus vidas de esta manera… Es una realidad dura, pero tenemos que enfrentarla. Lo que más preocupa es que esta práctica no solo implica compartir fluidos, sino también mezclar tipos de sangre incompatibles, lo cual puede causar complicaciones médicas graves, incluso si no se transmite ningún virus.
Pero el riesgo más grande, obviamente, es la propagación del VIH. Un poquito de sangre contaminada es suficiente para transmitir el virus. Como dice Catherine Cook, directora de Harm Reduction International, "Es la manera perfecta de propagar el VIH". Y eso es algo que deberíamos tener muy claro. Además, dicen que el efecto de la droga, cuando la obtienes de esta forma, es casi placebo. ¡Imagínate ponerte tanto riesgo por un churro!
Aquí viene lo que nos pega a nosotros, mis queridos. Aunque todavía no se ha documentado ampliamente en Costa Rica, no podemos dormirnos en los laureles. Con la facilidad con la que circulan las ideas y las prácticas peligrosas hoy en día, podríamos vernos envueltos en esto pronto. Tenemos que estar alerta y tomar medidas preventivas.
Expertos de la ONU insisten en que necesitamos ofrecer educación, tratamiento y acceso a jeringas limpias. Y no solo eso, sino también abordar las causas sociales que llevan a las personas a recurrir a estas prácticas desesperadas: la pobreza, la falta de oportunidades, la discriminación. Tenemos que atacar el problema desde la raíz, chunches. De nada sirve simplemente reprimir el uso de drogas si no ofrecemos alternativas saludables y seguras.
La pregunta que me quito de encima ahora es esta: ¿Qué podemos hacer nosotros, como comunidad, para prevenir que esta práctica aterrice en Costa Rica y proteger a nuestros jóvenes? ¿Deberíamos enfocarnos en campañas de concientización, mejorar el acceso a servicios de salud mental o fortalecer los programas de reducción de daños? ¡Compartamos nuestras ideas en el foro! Que nadie diga que no lo sabíamos.
La movida empezó en lugares bien chungos, donde la pobreza aprieta y conseguir drogas de verdad es un lujo. Imagínate: no tienes plata para comprarte heroína o metanfetamina, entonces buscas alternativas. Y ahí entra el 'bluetoothing'. Consiste en que alguien se inyecta, y luego tú te pones un poquito de su sangre para sentirte un poco elevado. Suena a película de terror, ¿verdad?
Este brete se originó en países como Fiyi, Sudáfrica, Tanzania y Pakistán, pero la cosa es que ahora se está extendiendo como reguero de pólvora. Y lo peor es que está relacionado con un aumento alarmante de casos de VIH y hepatitis. Las estadísticas son escalofriantes: en Fiyi, por ejemplo, los casos de VIH se multiplicaron por diez entre 2014 y 2024. ¡Diez veces! Eso demuestra la magnitud del problema.
Según los investigadores, el 'bluetoothing' es especialmente común entre jóvenes de 15 a 34 años. Imagínatelo, chavales que se ponen a experimentar con sus vidas de esta manera… Es una realidad dura, pero tenemos que enfrentarla. Lo que más preocupa es que esta práctica no solo implica compartir fluidos, sino también mezclar tipos de sangre incompatibles, lo cual puede causar complicaciones médicas graves, incluso si no se transmite ningún virus.
Pero el riesgo más grande, obviamente, es la propagación del VIH. Un poquito de sangre contaminada es suficiente para transmitir el virus. Como dice Catherine Cook, directora de Harm Reduction International, "Es la manera perfecta de propagar el VIH". Y eso es algo que deberíamos tener muy claro. Además, dicen que el efecto de la droga, cuando la obtienes de esta forma, es casi placebo. ¡Imagínate ponerte tanto riesgo por un churro!
Aquí viene lo que nos pega a nosotros, mis queridos. Aunque todavía no se ha documentado ampliamente en Costa Rica, no podemos dormirnos en los laureles. Con la facilidad con la que circulan las ideas y las prácticas peligrosas hoy en día, podríamos vernos envueltos en esto pronto. Tenemos que estar alerta y tomar medidas preventivas.
Expertos de la ONU insisten en que necesitamos ofrecer educación, tratamiento y acceso a jeringas limpias. Y no solo eso, sino también abordar las causas sociales que llevan a las personas a recurrir a estas prácticas desesperadas: la pobreza, la falta de oportunidades, la discriminación. Tenemos que atacar el problema desde la raíz, chunches. De nada sirve simplemente reprimir el uso de drogas si no ofrecemos alternativas saludables y seguras.
La pregunta que me quito de encima ahora es esta: ¿Qué podemos hacer nosotros, como comunidad, para prevenir que esta práctica aterrice en Costa Rica y proteger a nuestros jóvenes? ¿Deberíamos enfocarnos en campañas de concientización, mejorar el acceso a servicios de salud mental o fortalecer los programas de reducción de daños? ¡Compartamos nuestras ideas en el foro! Que nadie diga que no lo sabíamos.