¡Ay, pata! Se nos fue Don Orlando Thompson Cooper, un verdadero ícono del Valle Central y figura entrañable para quienes disfrutamos de un buen patí mientras vemos jugar a nuestra Selección. Este señor, originario de Matina, Limón, llevaba décadas regalándonos sabor caribeño en los estadios, y vaya si lo hacía bien. La noticia cayó como balde de agua fría, especialmente para aquellos de nosotros que crecimos viendo su carrito con la leyenda 'El sabor de Thompson' brillando en el Ricardo Saprissa y el Nacional.
Don Orlando, con sus 79 añitos, no solo era un vendedor de patí, era un personaje. Recuerdo verlo con su canasta de mimble al hombro, gritando a todo pulmón ‘¡Patí hay, sabor de Thompson!’ con esa energía que parecía inagotable. No importaba si era partido de fútbol, concierto de Gilda o corrida de toros, Don Orlando estaba ahí, listo para endulzar la experiencia con su comida. Era pura nostalgia, ¿eh?
Pero la vida de Don Orlando fue mucho más que vender patí. Antes de convertirse en el rey del snack en los estadios, este limonense tuvo una trayectoria variada. Jugador de baloncesto y sóftbol en sus tiempos mozos, llegó a San José buscando oportunidades deportivas y terminó trabajando en diferentes bretes: desde la Embotelladora Tica hasta el Registro de la Propiedad, pasando por el Ministerio de Obras Públicos y Transportes y Alumi Plastic. Un hombre trabajador, diay.
Y hablando de trabajo, don Orlando fue muy claro en una entrevista hace unos años. Decía que había muchos imitadores tratando de vender el mismo sabor, pero insistía en que nadie podía replicar su receta original. “Hay un montón de vendedores que andan en la calle diciendo que venden el patí de Thompson, pero no. Hay algunos que han trabajado conmigo y ahora dicen que están vendiendo mi receta, que es mía, pero no tiene comparación”, afirmaba con orgullo. ¡Y razón tenía, mae!
Después de superar un infarto hace algunos años, Don Orlando seguía echándole ganas y llevando su sabor por todos lados. Su dedicación era admirable. Él ponía empeño en mantener viva la tradición familiar y en ofrecerle a la gente un producto de calidad, hecho con cariño y con el auténtico sabor de la costa caribeña. En fin, un ejemplo de perseverancia y emprendimiento tico.
Sus hijas Elizabeth y Melissa lo recuerdan con mucho amor y respeto. La pérdida ha sido un golpe duro para toda la familia, pero aseguran que el legado de Don Orlando vivirá a través de su nombre y de la memoria de todos aquellos que tuvieron el placer de probar su delicioso patí. Ahora descansa en paz, Don Orlando, dejando un vacío enorme en el corazón de muchos aficionados deportivos y amantes de la buena comida.
Verlo desaparecer así deja un gusto amargo en la boca. Uno reflexiona sobre cómo los pequeños personajes, esos que trabajan incansablemente detrás del escenario, son los que realmente le dan sabor a nuestras vidas y a nuestros espacios de encuentro. La figura de Don Orlando trascendió la simple venta de comida; representaba alegría, tradición y un pedacito de nuestro patrimonio cultural costarricense. De verdad, qué pena… ¡Un crack!
Ahora me pregunto, ¿qué recuerdos tienen ustedes de Don Orlando Thompson y su patí? ¿Cuál fue el momento más memorable que vivieron gracias a su presencia en algún estadio o evento? Compartan sus anécdotas en el foro, porque este hueco que dejó es grande, y vale la pena recordarlo a como se debe.
Don Orlando, con sus 79 añitos, no solo era un vendedor de patí, era un personaje. Recuerdo verlo con su canasta de mimble al hombro, gritando a todo pulmón ‘¡Patí hay, sabor de Thompson!’ con esa energía que parecía inagotable. No importaba si era partido de fútbol, concierto de Gilda o corrida de toros, Don Orlando estaba ahí, listo para endulzar la experiencia con su comida. Era pura nostalgia, ¿eh?
Pero la vida de Don Orlando fue mucho más que vender patí. Antes de convertirse en el rey del snack en los estadios, este limonense tuvo una trayectoria variada. Jugador de baloncesto y sóftbol en sus tiempos mozos, llegó a San José buscando oportunidades deportivas y terminó trabajando en diferentes bretes: desde la Embotelladora Tica hasta el Registro de la Propiedad, pasando por el Ministerio de Obras Públicos y Transportes y Alumi Plastic. Un hombre trabajador, diay.
Y hablando de trabajo, don Orlando fue muy claro en una entrevista hace unos años. Decía que había muchos imitadores tratando de vender el mismo sabor, pero insistía en que nadie podía replicar su receta original. “Hay un montón de vendedores que andan en la calle diciendo que venden el patí de Thompson, pero no. Hay algunos que han trabajado conmigo y ahora dicen que están vendiendo mi receta, que es mía, pero no tiene comparación”, afirmaba con orgullo. ¡Y razón tenía, mae!
Después de superar un infarto hace algunos años, Don Orlando seguía echándole ganas y llevando su sabor por todos lados. Su dedicación era admirable. Él ponía empeño en mantener viva la tradición familiar y en ofrecerle a la gente un producto de calidad, hecho con cariño y con el auténtico sabor de la costa caribeña. En fin, un ejemplo de perseverancia y emprendimiento tico.
Sus hijas Elizabeth y Melissa lo recuerdan con mucho amor y respeto. La pérdida ha sido un golpe duro para toda la familia, pero aseguran que el legado de Don Orlando vivirá a través de su nombre y de la memoria de todos aquellos que tuvieron el placer de probar su delicioso patí. Ahora descansa en paz, Don Orlando, dejando un vacío enorme en el corazón de muchos aficionados deportivos y amantes de la buena comida.
Verlo desaparecer así deja un gusto amargo en la boca. Uno reflexiona sobre cómo los pequeños personajes, esos que trabajan incansablemente detrás del escenario, son los que realmente le dan sabor a nuestras vidas y a nuestros espacios de encuentro. La figura de Don Orlando trascendió la simple venta de comida; representaba alegría, tradición y un pedacito de nuestro patrimonio cultural costarricense. De verdad, qué pena… ¡Un crack!
Ahora me pregunto, ¿qué recuerdos tienen ustedes de Don Orlando Thompson y su patí? ¿Cuál fue el momento más memorable que vivieron gracias a su presencia en algún estadio o evento? Compartan sus anécdotas en el foro, porque este hueco que dejó es grande, y vale la pena recordarlo a como se debe.