Diay maes, cuando uno cree que ya lo vio todo en la política tica, sale una nueva vara que nos deja con la boca abierta. ¿Se acuerdan del despiche del Caso Richter? Bueno, siéntense, porque la trama se puso más “buena”. Resulta que la Fiscalía acaba de confirmar que Jorge Arturo Campos Araya, quien muy quitado de la pena fue ratificado como candidato a diputado por el PUSC en Alajuela, ya no es solo un “investigado”. No, señor. Ahora el mae subió de nivel y es oficialmente el sexto imputado en este enredo de tráfico de influencias y cohecho. ¡Qué torta se jaló el partido al ratificarlo!
Y es que este “club” de imputados es de un calibre que asusta. Campos ahora comparte expediente con su compa, el diputado Leslye Bojorges; con la alcaldesa de San Ramón, María Gabriela Jiménez (la que hace poco le juró lealtad a Chaves); con Marlen Luna, la mera mera del IFAM; y con el viceministro de Transportes, Carlos Ávila. Pero la cereza del pastel es Lourdes Sáurez. ¿Les suena? La exdirectora del MEP, también metida hasta el cuello en este caso por reuniones clandestinas, y que, en un acto de magia que solo pasa en Costa Rica, fue nombrada hace dos meses como la nueva jefa del AyA. O sea, mientras la investigan por un lado, le dan las llaves de una de las instituciones más importantes del país por el otro. Un chiste que se cuenta solo.
Pero volvamos a Campos, el nuevo protagonista. Según el expediente, este señor no era un simple espectador. ¡Para nada! La Fiscalía lo pinta como el “enlace”, el puente, el mae que conectaba al diputado Bojorges con la gente del caso “Madre Patria”, ese otro despiche de lavado de dinero con empresarios de buses. Básicamente, el brete de Campos era, presuntamente, ser el Uber Eats de los favores políticos. El expediente menciona llamadas donde se habla sin pelos en la lengua de cómo “ayudarse entre los dos” durante la campaña de Campos para la alcaldía de Alajuela. Le ofrecían hasta locales para que pusiera su “vara de operaciones”. Todo muy transparente, como pueden ver.
Lo más denso de esta vara es cómo se entrelazan los intereses. La investigación dice que Bojorges, a través de su compinche Campos, se movía para beneficiar a un grupo criminal con temas de rutas de buses, a cambio de “ventajas económicas en efectivo”. O sea, platica contante y sonante. Esto no es un simple favor entre amigos, es un engranaje que, según la Fiscalía, usaba el poder de un diputado para beneficiar a una organización investigada por lavado, todo mientras pedían votos y sonreían en las fotos. Es un nivel de descaro que ya ni siquiera intentan disimular.
Al final, lo que queda es un sabor amargo y una pregunta que da vueltas. Uno ve este montón de nombres, de puestos altos, de conexiones que dan miedo, y se da cuenta de que el problema es sistémico. No es una manzana podrida, parece que es el canasto entero el que está para botar. Aquí el regidor y candidato a diputado es solo la punta del iceberg de un mecanismo que sigue operando a plena luz del día. Diay, maes, la pregunta del millón es: con este nivel de evidencia y con estos enredos tan documentados, ¿cómo es que esta gente sigue no solo libre, sino aspirando a puestos, ganando elecciones y hasta dirigiendo instituciones clave? ¿En qué momento nos acostumbramos a que esto sea el pan de cada día?
Y es que este “club” de imputados es de un calibre que asusta. Campos ahora comparte expediente con su compa, el diputado Leslye Bojorges; con la alcaldesa de San Ramón, María Gabriela Jiménez (la que hace poco le juró lealtad a Chaves); con Marlen Luna, la mera mera del IFAM; y con el viceministro de Transportes, Carlos Ávila. Pero la cereza del pastel es Lourdes Sáurez. ¿Les suena? La exdirectora del MEP, también metida hasta el cuello en este caso por reuniones clandestinas, y que, en un acto de magia que solo pasa en Costa Rica, fue nombrada hace dos meses como la nueva jefa del AyA. O sea, mientras la investigan por un lado, le dan las llaves de una de las instituciones más importantes del país por el otro. Un chiste que se cuenta solo.
Pero volvamos a Campos, el nuevo protagonista. Según el expediente, este señor no era un simple espectador. ¡Para nada! La Fiscalía lo pinta como el “enlace”, el puente, el mae que conectaba al diputado Bojorges con la gente del caso “Madre Patria”, ese otro despiche de lavado de dinero con empresarios de buses. Básicamente, el brete de Campos era, presuntamente, ser el Uber Eats de los favores políticos. El expediente menciona llamadas donde se habla sin pelos en la lengua de cómo “ayudarse entre los dos” durante la campaña de Campos para la alcaldía de Alajuela. Le ofrecían hasta locales para que pusiera su “vara de operaciones”. Todo muy transparente, como pueden ver.
Lo más denso de esta vara es cómo se entrelazan los intereses. La investigación dice que Bojorges, a través de su compinche Campos, se movía para beneficiar a un grupo criminal con temas de rutas de buses, a cambio de “ventajas económicas en efectivo”. O sea, platica contante y sonante. Esto no es un simple favor entre amigos, es un engranaje que, según la Fiscalía, usaba el poder de un diputado para beneficiar a una organización investigada por lavado, todo mientras pedían votos y sonreían en las fotos. Es un nivel de descaro que ya ni siquiera intentan disimular.
Al final, lo que queda es un sabor amargo y una pregunta que da vueltas. Uno ve este montón de nombres, de puestos altos, de conexiones que dan miedo, y se da cuenta de que el problema es sistémico. No es una manzana podrida, parece que es el canasto entero el que está para botar. Aquí el regidor y candidato a diputado es solo la punta del iceberg de un mecanismo que sigue operando a plena luz del día. Diay, maes, la pregunta del millón es: con este nivel de evidencia y con estos enredos tan documentados, ¿cómo es que esta gente sigue no solo libre, sino aspirando a puestos, ganando elecciones y hasta dirigiendo instituciones clave? ¿En qué momento nos acostumbramos a que esto sea el pan de cada día?