¡Pura vida, compas del Foro! Aquí les va una cosita que nos toca analizar con lupa. Últimamente, he visto un debate candentísimo sobre el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) y cómo está lidiando con los nuevos tiempos. Con la explosión de la inteligencia artificial y la desinformación rampante, muchos se preguntan si la autonomía tradicional del TSE es suficiente para garantizar la limpieza de nuestros procesos democráticos, o si necesitamos echarle mano a algunas cosas.
Como saben, desde la crisis del ’48, el TSE ha sido el bastión de la estabilidad electoral en Costa Rica. Ese ‘cuarto poder’ que lo hace independiente de los otros tres es un invento brillante, nadie lo discute. Pero el mundo cambió, el panorama político está más polarizado que nunca, y ahora tenemos campañas de desinformación que circulan a velocidades estratosféricas, creadas por inteligencias artificiales que son capaces de replicar la voz y cara de cualquiera. Ya no basta con controlar las máquinas de votar, ¡hay que combatir fantasmas digitales!
Y hablando de fantasmas, hemos visto casos rarísimos de noticias falsas tan bien elaboradas que hasta el más curtido defensor de la democracia se queda pensando qué creer. Un chunche que nos pone a todos nerviosos. Si un mae promedio, con poca experiencia en temas electorales, se confunde fácilmente, imaginen lo difícil que es para las familias preocupadas que intentan entender qué está pasando.
La reciente implementación de la Papeleta Única Electrónica, aunque prometedora en cuanto a eficiencia y transparencia, también abre nuevas brechas de seguridad. Que sí, que las pruebas piloto fueron satisfactorias, pero siempre hay espacio para mejoras. Y la idea de que algún día vayamos a votar por internet, aunque suena cómodo, me da un cosazo. ¿Quién garantiza que mi voto llegará intacto a la urna virtual? Ahí hay demasiadas variables y posibles puntos débiles.
Ahora, no quiero dejar claro que el TSE se ha quedado de brazos cruzados. Han invertido en capacitación, en actualización de sus sistemas de seguridad informática, y en colaboraciones con organismos internacionales para combatir la desinformación. Pero eso no es suficiente. Necesitamos un cambio cultural, una educación ciudadana más profunda que enseñe a la gente a discernir la verdad de la mentira en este mar de información.
Una vara importante a considerar es la financiación de los partidos políticos. Aunque el sistema actual intenta equilibrar las balanzas, la realidad es que los partidos con más recursos económicos tienen una ventaja injusta. No podemos permitir que el dinero dicte el rumbo de la democracia. Hay que reforzar las auditorías, aumentar la transparencia, y quizás incluso explorar alternativas de financiamiento público más justas.
Más allá de los aspectos técnicos, creo que el TSE necesita recuperar la confianza de la ciudadanía. Y esa confianza no se recupera con comunicados oficiales ni discursos pomposos. Se recupera con hechos concretos, con decisiones audaces que demuestren que el TSE está dispuesto a defender la integridad del proceso electoral a capa y espada, sin importarles presiones externas. La comunicación debe ser más directa, cercana, utilizando un lenguaje accesible para todos los costarricenses, maes y señoras por igual.
Entonces, mis queridos lectores del Foro, la pregunta del millón es: ¿Creemos que el TSE, tal como está estructurado hoy, tiene las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la era digital? ¿Necesitamos reformas profundas, o simplemente un cambio de actitud? Compartan sus opiniones, porque esto nos afecta a todos. ¡Díganme qué piensan!
Como saben, desde la crisis del ’48, el TSE ha sido el bastión de la estabilidad electoral en Costa Rica. Ese ‘cuarto poder’ que lo hace independiente de los otros tres es un invento brillante, nadie lo discute. Pero el mundo cambió, el panorama político está más polarizado que nunca, y ahora tenemos campañas de desinformación que circulan a velocidades estratosféricas, creadas por inteligencias artificiales que son capaces de replicar la voz y cara de cualquiera. Ya no basta con controlar las máquinas de votar, ¡hay que combatir fantasmas digitales!
Y hablando de fantasmas, hemos visto casos rarísimos de noticias falsas tan bien elaboradas que hasta el más curtido defensor de la democracia se queda pensando qué creer. Un chunche que nos pone a todos nerviosos. Si un mae promedio, con poca experiencia en temas electorales, se confunde fácilmente, imaginen lo difícil que es para las familias preocupadas que intentan entender qué está pasando.
La reciente implementación de la Papeleta Única Electrónica, aunque prometedora en cuanto a eficiencia y transparencia, también abre nuevas brechas de seguridad. Que sí, que las pruebas piloto fueron satisfactorias, pero siempre hay espacio para mejoras. Y la idea de que algún día vayamos a votar por internet, aunque suena cómodo, me da un cosazo. ¿Quién garantiza que mi voto llegará intacto a la urna virtual? Ahí hay demasiadas variables y posibles puntos débiles.
Ahora, no quiero dejar claro que el TSE se ha quedado de brazos cruzados. Han invertido en capacitación, en actualización de sus sistemas de seguridad informática, y en colaboraciones con organismos internacionales para combatir la desinformación. Pero eso no es suficiente. Necesitamos un cambio cultural, una educación ciudadana más profunda que enseñe a la gente a discernir la verdad de la mentira en este mar de información.
Una vara importante a considerar es la financiación de los partidos políticos. Aunque el sistema actual intenta equilibrar las balanzas, la realidad es que los partidos con más recursos económicos tienen una ventaja injusta. No podemos permitir que el dinero dicte el rumbo de la democracia. Hay que reforzar las auditorías, aumentar la transparencia, y quizás incluso explorar alternativas de financiamiento público más justas.
Más allá de los aspectos técnicos, creo que el TSE necesita recuperar la confianza de la ciudadanía. Y esa confianza no se recupera con comunicados oficiales ni discursos pomposos. Se recupera con hechos concretos, con decisiones audaces que demuestren que el TSE está dispuesto a defender la integridad del proceso electoral a capa y espada, sin importarles presiones externas. La comunicación debe ser más directa, cercana, utilizando un lenguaje accesible para todos los costarricenses, maes y señoras por igual.
Entonces, mis queridos lectores del Foro, la pregunta del millón es: ¿Creemos que el TSE, tal como está estructurado hoy, tiene las herramientas necesarias para enfrentar los desafíos de la era digital? ¿Necesitamos reformas profundas, o simplemente un cambio de actitud? Compartan sus opiniones, porque esto nos afecta a todos. ¡Díganme qué piensan!