Vida normal. Fui invitado a observar las votaciones, pero creo conveniente referirme a dos aspectos más.
Primero, no es cierto que la ciudad capital de Tegucigalpa o sus alrededores estuvieran en estado de sitio o que las Fuerzas Armadas hayan militarizado la nación. Todo lo contrario, los ciudadanos llevaron en los días previos y posteriores a las votaciones del domingo 29 de noviembre una
vida normal,disfrutando en los centros comerciales, desfilando con las banderas de sus partidos, comiendo en restaurantes, haciendo compras en los supermercados y en las calles se vivió la
fiesta electoral.
Temor, claro, siempre existe, más después de los hechos recientes. Recorrí varias veces la capital y sus alrededores y el único retén que encontré fue en la Embajada de Brasil, en donde está el señor Zelaya.Soy poco proclive a las fuerzas militares,
pero no vi ni supe de ningún acto de agresión, coacción o represión militar.
Pude hablar con los sectores de la llamada resistencia, afines al depuesto Presidente. Ellos decidieron no participar de las elecciones y abstenerse de votar. Son gente buena, humilde y respeto su posición.
Segundo, en cuanto a la libertad de prensa, los únicos que se quejaron fueron los medios seguidores o partidarios del depuesto gobernante. La radio, Internet, la televisión y la prensa escrita, hasta donde pude observar en sus transmisiones, cobertura y publicaciones, expresaron su punto de vista
sin limitaciones de acceso a la información o expresión.
Ahora, corresponde a los hondureños el escrutinio de los votos, la revisión de cada junta electoral y que todo esté apegado a la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas.
El destino del hermano país de Honduras está en su gente, únicamente. Nosotros, la comunidad internacional, debemos extender nuestra mano para restablecer el Estado de Derecho y fortalecer su marco institucional.
http://www.nacion.com/ln_ee/2009/diciem ... 87003.html