¡Ay, Dios mío! Aquí seguimos con historias que te hacen raspar la cabeza. Resulta que los empleados operativos de la Municipalidad de San José, hartos de esperar, decidieron ponerle pausa al trabajo desde tempranas horas de la mañana. No querían marcharse con las manos vacías, así que armaron una movilización que nadie esperaba, exigiendo uniformes y zapatos decentes – unos zapatos que, por lo visto, llevan años siendo un dolor de cabeza.
Todo empezó en el Vivero Municipal, en Barrio Cristo Rey, donde se juntaron alrededor de cien personas listas para dar pelea. Luego, se lanzaron a caminar casi tres kilómetros hasta el edificio central de la municipalidad, buscando que alguien les pusiera atención a sus reclamos. Pero no llegaron ahí nomás: le pusieron nombre a la marcha... ¡'La Manifestación de los Zapatos Rotos'! Imagínate la escena, gente caminando con pies medio destrozados, gritando por sus derechos. Un espectáculo digno de ver.
Según Johnny Castillo, el líder sindical de ANEP-Municipalidad de San José, este problema no es nuevo. Dice que el tema de los zapatos lleva arrastrándose desde el 2024, y que en 2023 recibieron unos zapatos de tan mala calidad que parecían desechables. "Es que ya llegó al límite, mae", soltó Castillo, visiblemente frustrado. "Hemos aguantado mucho, pero ya no podemos seguir trabajando en estas condiciones. Nuestros pies están sufriendo, y eso afecta nuestro desempeño".
Y no solo los zapatos son el problema, también los uniformes. Parece que hubo cambios planeados en el diseño y el color, supuestamente para el mes de septiembre, pero nunca llegaron. Según dicen, el departamento de Calidad de Vida prometió una solución, pero hasta ahora, ni rastro de nada concreto. "Nos dijeron que iban a mejorar las cosas, que iba a haber nuevos uniformes, pero resulta que nos tomaron del pelo", lamentaba otro empleado, quien prefirió mantenerse en el anonimato, pero que expresó su profundo desencanto.
Ahora mismo, los empleados están reunidos con los encargados de Calidad de Vida y con el abogado del alcalde Diego Miranda, tratando de encontrar una salida a este embrollo. Esperan que se llegue a un acuerdo pronto, para evitar que la situación empeore aún más. Porque, digámoslo claro, trabajar sin las herramientas adecuadas es un brete difícil de superar. Además, esto afecta directamente la calidad del servicio que se le presta a los ciudadanos, y eso nadie lo quiere.
Más allá de los zapatos y los uniformes, este caso refleja una problemática mayor: la falta de inversión en el personal municipal. Son ellos quienes mantienen funcionando la ciudad, quienes hacen posible que tengamos recolección de basura, parques limpios y calles transitables. Y merecen recibir un trato justo y digno, con equipos de trabajo adecuados y condiciones laborales decentes. No se puede esperar que hagan maravillas si apenas pueden sostenerse en pie.
La situación ha generado mucha indignación entre los trabajadores, quienes se sienten ignorados y ninguneados por las autoridades. Algunos incluso consideran presentar denuncias formales ante las instancias competentes, si no reciben una respuesta favorable en breve. La moral está por los suelos, y el ambiente laboral se ha vuelto tenso y pesado. Esto no es bueno para nadie, ni para los empleados ni para la ciudadanía.
Esta manifestación es una llamada de atención para las autoridades municipales. Es hora de dejar de promesas y empezar a cumplir. ¿Será que la presión popular logrará que la Muni haga una inversión seria en sus empleados y les proporcione los recursos necesarios para realizar su labor dignamente? ¿Crees que este tipo de acciones directas son necesarias para que las autoridades tomen cartas en el asunto o deberíamos esperar soluciones más diplomáticas?
	
		
			
		
		
	
				
			Todo empezó en el Vivero Municipal, en Barrio Cristo Rey, donde se juntaron alrededor de cien personas listas para dar pelea. Luego, se lanzaron a caminar casi tres kilómetros hasta el edificio central de la municipalidad, buscando que alguien les pusiera atención a sus reclamos. Pero no llegaron ahí nomás: le pusieron nombre a la marcha... ¡'La Manifestación de los Zapatos Rotos'! Imagínate la escena, gente caminando con pies medio destrozados, gritando por sus derechos. Un espectáculo digno de ver.
Según Johnny Castillo, el líder sindical de ANEP-Municipalidad de San José, este problema no es nuevo. Dice que el tema de los zapatos lleva arrastrándose desde el 2024, y que en 2023 recibieron unos zapatos de tan mala calidad que parecían desechables. "Es que ya llegó al límite, mae", soltó Castillo, visiblemente frustrado. "Hemos aguantado mucho, pero ya no podemos seguir trabajando en estas condiciones. Nuestros pies están sufriendo, y eso afecta nuestro desempeño".
Y no solo los zapatos son el problema, también los uniformes. Parece que hubo cambios planeados en el diseño y el color, supuestamente para el mes de septiembre, pero nunca llegaron. Según dicen, el departamento de Calidad de Vida prometió una solución, pero hasta ahora, ni rastro de nada concreto. "Nos dijeron que iban a mejorar las cosas, que iba a haber nuevos uniformes, pero resulta que nos tomaron del pelo", lamentaba otro empleado, quien prefirió mantenerse en el anonimato, pero que expresó su profundo desencanto.
Ahora mismo, los empleados están reunidos con los encargados de Calidad de Vida y con el abogado del alcalde Diego Miranda, tratando de encontrar una salida a este embrollo. Esperan que se llegue a un acuerdo pronto, para evitar que la situación empeore aún más. Porque, digámoslo claro, trabajar sin las herramientas adecuadas es un brete difícil de superar. Además, esto afecta directamente la calidad del servicio que se le presta a los ciudadanos, y eso nadie lo quiere.
Más allá de los zapatos y los uniformes, este caso refleja una problemática mayor: la falta de inversión en el personal municipal. Son ellos quienes mantienen funcionando la ciudad, quienes hacen posible que tengamos recolección de basura, parques limpios y calles transitables. Y merecen recibir un trato justo y digno, con equipos de trabajo adecuados y condiciones laborales decentes. No se puede esperar que hagan maravillas si apenas pueden sostenerse en pie.
La situación ha generado mucha indignación entre los trabajadores, quienes se sienten ignorados y ninguneados por las autoridades. Algunos incluso consideran presentar denuncias formales ante las instancias competentes, si no reciben una respuesta favorable en breve. La moral está por los suelos, y el ambiente laboral se ha vuelto tenso y pesado. Esto no es bueno para nadie, ni para los empleados ni para la ciudadanía.
Esta manifestación es una llamada de atención para las autoridades municipales. Es hora de dejar de promesas y empezar a cumplir. ¿Será que la presión popular logrará que la Muni haga una inversión seria en sus empleados y les proporcione los recursos necesarios para realizar su labor dignamente? ¿Crees que este tipo de acciones directas son necesarias para que las autoridades tomen cartas en el asunto o deberíamos esperar soluciones más diplomáticas?
 
	 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
  
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		 
 
		