¡Ay, Dios mío! Parece que estamos en una movida rara con el tema del empleo acá en Costa Rica. Según datos frescos del INE, entre junio, julio y agosto pasados, perdimos unos 80.000 empleos en comparación con el año anterior. ¡Una torta, mándale! Eso sí, no crean que todo es color de rosa, porque la cosa se puso aún más turbia si miramos a las mujeres, que fueron las más afectadas.
Para ponerle un poco de contexto, hace un año, teníamos alrededor de 2.2 millones de personas laburando. Ahora, somos poquito más de 2.16 millones. Esto representa una caída estadística significativa, señalan desde el INE. Y ojo, que esto no significa que haya salido un montón de gente buscando chamba; al contrario, el número de personas que sí podrían trabajar –la llamada ‘fuerza laboral’– ha ido creciendo. Así que, matemáticamente hablando, tenemos más gente disponible para trabajar, pero menos lugares donde meterlos.
La gran mayoría de estos empleos perdidos corresponden a mujeres. Estamos hablando de casi 55.000 empleos menos para nosotras, mientras que los hombres también sintieron el pinchazo, aunque en menor medida, con cerca de 26.000 empleos perdidos. Lo preocupante es que, aunque el número de desempleados bajó –de 162.000 a 137.000, sí señor–, eso no implica necesariamente que la gente encontró brete. Más bien, mucha gente se salió de la fuerza laboral, dejando de buscar activamente trabajo.
Aquí viene el bombazo: mientras el empleo disminuye y el desempleo también, la población fuera de la fuerza laboral está creciendo a pasos agigantados. De junio a agosto del año pasado eran 1.8 millones de personas, ahora superamos el 1.9 millón. ¡Eso son más de 150.000 personas que simplemente dejaron de buscar trabajo! Algunos dirán que es bueno, porque quizá refleja que la gente se dedica a otras cosas…pero la realidad es más compleja. Piensen en las muchas mamás que se ven obligadas a dejar sus trabajos para cuidar de los hijos o atender el hogar. Esto, lamentablemente, sigue siendo una realidad muy presente en nuestro país, y no siempre se cuenta como parte de la ecuación económica.
La tasa de ocupación nacional cayó al 50.8%, una disminución considerable de varios puntos porcentuales tanto para hombres como para mujeres. En concreto, los hombres vieron caer su tasa en 2 puntos y las mujeres en 3.1. El desempleo, como mencioné antes, se redujo, pero precisamente porque mucha gente dejó de estar registrada como ‘buscando trabajo’. Esta métrica nos dice mucho sobre cómo estamos midiendo la salud del mercado laboral, pero no cuenta toda la historia. Nos deja pensando si realmente estamos viendo una mejora o simplemente estamos maquillando la realidad.
Ahora, la pregunta que ronda por todas partes: ¿qué está pasando? Algunos economistas dicen que es una tendencia global, influenciada por la incertidumbre económica mundial y el aumento de la inflación. Otros apuntan a problemas estructurales dentro de nuestra propia economía, como la falta de diversificación productiva y la dependencia de sectores volátiles. También existe el argumento de que muchos trabajadores se han adaptado a modalidades de empleo más flexibles, como el trabajo remoto, que a veces no se reflejan adecuadamente en las estadísticas tradicionales.
Pero no todo está perdido, chunches. Hay señales de esperanza. Algunos sectores, como el turismo, empiezan a recuperarse, generando nuevas oportunidades de empleo. Además, existen iniciativas gubernamentales enfocadas en fomentar el emprendimiento y la capacitación laboral. Sin embargo, necesitamos soluciones reales y a largo plazo para abordar los desafíos que enfrenta nuestra economía y asegurar que todos los costarricenses tengan acceso a un empleo digno y estable. El panorama no es fácil, diay, pero tampoco podemos ponernos a llorar.
Considerando todos estos datos y reflexiones, me pregunto: ¿Creemos que las políticas actuales son suficientes para revertir esta tendencia a la baja en el empleo, o necesitamos un cambio radical en la forma en que abordamos el desarrollo económico de Costa Rica? Déjenme saber sus opiniones en los comentarios, ¡y a ver qué sale de esta vaina!
Para ponerle un poco de contexto, hace un año, teníamos alrededor de 2.2 millones de personas laburando. Ahora, somos poquito más de 2.16 millones. Esto representa una caída estadística significativa, señalan desde el INE. Y ojo, que esto no significa que haya salido un montón de gente buscando chamba; al contrario, el número de personas que sí podrían trabajar –la llamada ‘fuerza laboral’– ha ido creciendo. Así que, matemáticamente hablando, tenemos más gente disponible para trabajar, pero menos lugares donde meterlos.
La gran mayoría de estos empleos perdidos corresponden a mujeres. Estamos hablando de casi 55.000 empleos menos para nosotras, mientras que los hombres también sintieron el pinchazo, aunque en menor medida, con cerca de 26.000 empleos perdidos. Lo preocupante es que, aunque el número de desempleados bajó –de 162.000 a 137.000, sí señor–, eso no implica necesariamente que la gente encontró brete. Más bien, mucha gente se salió de la fuerza laboral, dejando de buscar activamente trabajo.
Aquí viene el bombazo: mientras el empleo disminuye y el desempleo también, la población fuera de la fuerza laboral está creciendo a pasos agigantados. De junio a agosto del año pasado eran 1.8 millones de personas, ahora superamos el 1.9 millón. ¡Eso son más de 150.000 personas que simplemente dejaron de buscar trabajo! Algunos dirán que es bueno, porque quizá refleja que la gente se dedica a otras cosas…pero la realidad es más compleja. Piensen en las muchas mamás que se ven obligadas a dejar sus trabajos para cuidar de los hijos o atender el hogar. Esto, lamentablemente, sigue siendo una realidad muy presente en nuestro país, y no siempre se cuenta como parte de la ecuación económica.
La tasa de ocupación nacional cayó al 50.8%, una disminución considerable de varios puntos porcentuales tanto para hombres como para mujeres. En concreto, los hombres vieron caer su tasa en 2 puntos y las mujeres en 3.1. El desempleo, como mencioné antes, se redujo, pero precisamente porque mucha gente dejó de estar registrada como ‘buscando trabajo’. Esta métrica nos dice mucho sobre cómo estamos midiendo la salud del mercado laboral, pero no cuenta toda la historia. Nos deja pensando si realmente estamos viendo una mejora o simplemente estamos maquillando la realidad.
Ahora, la pregunta que ronda por todas partes: ¿qué está pasando? Algunos economistas dicen que es una tendencia global, influenciada por la incertidumbre económica mundial y el aumento de la inflación. Otros apuntan a problemas estructurales dentro de nuestra propia economía, como la falta de diversificación productiva y la dependencia de sectores volátiles. También existe el argumento de que muchos trabajadores se han adaptado a modalidades de empleo más flexibles, como el trabajo remoto, que a veces no se reflejan adecuadamente en las estadísticas tradicionales.
Pero no todo está perdido, chunches. Hay señales de esperanza. Algunos sectores, como el turismo, empiezan a recuperarse, generando nuevas oportunidades de empleo. Además, existen iniciativas gubernamentales enfocadas en fomentar el emprendimiento y la capacitación laboral. Sin embargo, necesitamos soluciones reales y a largo plazo para abordar los desafíos que enfrenta nuestra economía y asegurar que todos los costarricenses tengan acceso a un empleo digno y estable. El panorama no es fácil, diay, pero tampoco podemos ponernos a llorar.
Considerando todos estos datos y reflexiones, me pregunto: ¿Creemos que las políticas actuales son suficientes para revertir esta tendencia a la baja en el empleo, o necesitamos un cambio radical en la forma en que abordamos el desarrollo económico de Costa Rica? Déjenme saber sus opiniones en los comentarios, ¡y a ver qué sale de esta vaina!