¡Ay, Dios mío! La cosa está más caliente que gallina pochada en este ambiente preelectoral. Las encuestas, esos bichitos que prometen revelar el futuro, se están peleando como perros y gatos, dejando al electorado más perdido que papalote en tormenta. Resulta que la UCR dice que estamos casi todos indecisos, ¡pero luego salen otras encuestas diciendo que Laura Fernández va arrasando! Uno ya no sabe qué creer, ¿eh?
La verdad, esta bronca de las encuestas siempre nos da dolores de cabeza. Parece que cada firma quiere demostrar que la suya es la más certera, y terminamos con más confusión que cometa en Plaza Vargas. El Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR soltó un estudio donde dicen que un 57% de nosotros todavía no sabemos ni qué desayunar, políticamente hablando. Eso sí que es un revés para los candidatos, mándale duro.
Pero ahí no termina la telenovela, porque Opol Consultores y CID Gallup tienen lecturas totalmente diferentes. Estos últimos, señalan que la candidata del Pueblo Soberano, Laura Fernández, anda con un buen ritmo, cerca del 28% de intención de voto. Y ojo, que según ellos, ella podría llegar a la segunda vuelta sin despegarse mucho. ¡Qué rifa!, pero también, qué presión para los demás.
Ahora, si revisamos la encuesta de la UCR, la cosa cambia radicalmente. Allí, Laura Fernández apenas alcanza el 12% de apoyo. ¡Doce por ciento! Y el presidente Chaves, que ya no puede postularse, ¡aparece con un 7%! Álvaro Ramos, el del PLN, tampoco pinta muy bien, rondando apenas un 6%. Esto demuestra que, como diríamos por acá, cada quién juega sus cartas a su manera y con sus propias reglas.
Lo que más me preocupa es esta brecha enorme entre las encuestas. No es que las primeras sean malas, ni las segundas equivocadas. Simplemente, reflejan diferentes metodologías y muestras. Pero en tiempos de campaña, cualquier pequeña diferencia se convierte en munición para atacar al adversario. Los equipos de prensa andan corriendo como hormigas quemadas buscando argumentos para defender sus números.
Y ahí entra el factor Fabricio Alvarado, que en la encuesta de CID Gallup aparece con un 14% de intención de voto, moviéndose decentemente. Su estrategia parece estar dando frutos, aunque todavía le falta bastante para alcanzar a Fernández si vamos por la primera ronda. La política es como el juego del truco, necesitas saber leer las manos del contrario y jugar con inteligencia, mi pana.
Este embrollo generalizado pone de manifiesto algo importante: la gente está harta de promesas vacías y discursos grandilocuentes. Queremos ver hechos, soluciones reales a nuestros problemas. El costo de vida sigue siendo un dolor de cabeza, la seguridad deja mucho que desear y la confianza en las instituciones está por los suelos. Por eso, muchos votantes prefieren esperar y ver qué ofrecen los candidatos antes de decidirse. Es como decir, “mostráme de qué estás hecho, antes de que te dé mi voto”.
En fin, la carrera presidencial está más impredecible que partido de Limón. Con tanta indecisión y encuestas contradictorias, cualquiera puede sorprender. ¿Será que este año veremos un giro inesperado en la política costarricense? ¿Cuál creen que será la verdadera razón detrás de estas disparidades en las encuestas: sesgos ideológicos, cambios repentinos en la opinión pública o simplemente métodos de muestreo diferentes? ¡Dejen sus opiniones en el foro!
La verdad, esta bronca de las encuestas siempre nos da dolores de cabeza. Parece que cada firma quiere demostrar que la suya es la más certera, y terminamos con más confusión que cometa en Plaza Vargas. El Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR soltó un estudio donde dicen que un 57% de nosotros todavía no sabemos ni qué desayunar, políticamente hablando. Eso sí que es un revés para los candidatos, mándale duro.
Pero ahí no termina la telenovela, porque Opol Consultores y CID Gallup tienen lecturas totalmente diferentes. Estos últimos, señalan que la candidata del Pueblo Soberano, Laura Fernández, anda con un buen ritmo, cerca del 28% de intención de voto. Y ojo, que según ellos, ella podría llegar a la segunda vuelta sin despegarse mucho. ¡Qué rifa!, pero también, qué presión para los demás.
Ahora, si revisamos la encuesta de la UCR, la cosa cambia radicalmente. Allí, Laura Fernández apenas alcanza el 12% de apoyo. ¡Doce por ciento! Y el presidente Chaves, que ya no puede postularse, ¡aparece con un 7%! Álvaro Ramos, el del PLN, tampoco pinta muy bien, rondando apenas un 6%. Esto demuestra que, como diríamos por acá, cada quién juega sus cartas a su manera y con sus propias reglas.
Lo que más me preocupa es esta brecha enorme entre las encuestas. No es que las primeras sean malas, ni las segundas equivocadas. Simplemente, reflejan diferentes metodologías y muestras. Pero en tiempos de campaña, cualquier pequeña diferencia se convierte en munición para atacar al adversario. Los equipos de prensa andan corriendo como hormigas quemadas buscando argumentos para defender sus números.
Y ahí entra el factor Fabricio Alvarado, que en la encuesta de CID Gallup aparece con un 14% de intención de voto, moviéndose decentemente. Su estrategia parece estar dando frutos, aunque todavía le falta bastante para alcanzar a Fernández si vamos por la primera ronda. La política es como el juego del truco, necesitas saber leer las manos del contrario y jugar con inteligencia, mi pana.
Este embrollo generalizado pone de manifiesto algo importante: la gente está harta de promesas vacías y discursos grandilocuentes. Queremos ver hechos, soluciones reales a nuestros problemas. El costo de vida sigue siendo un dolor de cabeza, la seguridad deja mucho que desear y la confianza en las instituciones está por los suelos. Por eso, muchos votantes prefieren esperar y ver qué ofrecen los candidatos antes de decidirse. Es como decir, “mostráme de qué estás hecho, antes de que te dé mi voto”.
En fin, la carrera presidencial está más impredecible que partido de Limón. Con tanta indecisión y encuestas contradictorias, cualquiera puede sorprender. ¿Será que este año veremos un giro inesperado en la política costarricense? ¿Cuál creen que será la verdadera razón detrás de estas disparidades en las encuestas: sesgos ideológicos, cambios repentinos en la opinión pública o simplemente métodos de muestreo diferentes? ¡Dejen sus opiniones en el foro!