¡Ay, Dios mío! Quién lo diría… Trejos Montealegre, el lugar donde uno cree que nada malo le pasa, patas arriba con un asesinato que te pone piel de gallina. Se trata del doctor Rafael Omar Pérez Valdés, un señor de 65 años, encontrado sin vida en su propia casa. ¡Qué carga!
El doctor Pérez, conocido hasta en la sopa por su trabajo en La Reforma, donde atendía a los privados de libertad, apareció el martes pasado, alrededor de las dos de la tarde, tras ser buscado por su familia. Parece que no contestaba el teléfono y, preocupados, llegaron a visitarlo. Imagínate el susto al encontrarlo así… ¡Una torta!
Según el reporte inicial del OIJ, parece que al tipo le dieron unos golpes bien duros en la cabeza y lo ataron. Esto indica que no fue un simple asalto, sino algo más turbio. Los vecinos, que aseguran no haber escuchado nada raro durante el día, están reventados. Dicen que nunca había pasado nada parecido por esos lados, un barrio donde la seguridad siempre se ha dado por sentada.
Rafael Omar Pérez Valdés, nacido en Cuba y nacionalizado costarricense, dejó huella en todos lados donde trabajó. En sus redes sociales se definía como médico del Ministerio de Justicia y Paz, además de su rol importante en La Reforma. Sus compañeros lo recuerdan como un tipo servicial y dedicado, siempre dispuesto a echarle una mano. Un mae de esas que ya casi no quedan.
Pero acá viene lo raro, diay. Pese a que se trata de un funcionario público, tanto el Ministerio de Justicia como la Casa Presidencial han guardado silencio absoluto. ¡Qué poca pena! Esto ha levantado ampayas entre sus colegas, que consideran que el caso merece una respuesta oficial. ¿Será que andan tapándose algo?
El OIJ, como siempre, guarda toda la información bajo siete llaves. Están investigando todas las líneas, desde un robo que salió mal hasta posibles venganzas relacionadas con su trabajo en el sistema penitenciario. No descartan nada, dicen, aunque los vecinos murmuran que alguien debió haber visto algo, aunque sea de lejos. Ya saben cómo es la gente, prefiere hacerse los dormidos.
Este hecho nos recuerda, una vez más, que nadie está a salvo, ni siquiera en los barrios más exclusivos. Aunque Escazú usualmente figura entre los cantones más tranquilos, este caso abre la puerta a una discusión necesaria sobre la seguridad en zonas residenciales de alto nivel. Ya deberíamos empezar a pensar en medidas más estrictas, como reforzar la vigilancia y promover el uso de cámaras de seguridad, porque esto está echando a perder la reputación del país.
La muerte del doctor Pérez es una tragedia que deja un vacío enorme en sus seres queridos y plantea serias interrogantes sobre la seguridad y la transparencia en nuestro sistema. Ahora, dime tú, ¿crees que el silencio oficial esconde algo más detrás de este macabro suceso o simplemente se trata de una investigación delicada que requiere discreción? Deja tu opinión abajo y vamos a ver qué piensa la gente.
El doctor Pérez, conocido hasta en la sopa por su trabajo en La Reforma, donde atendía a los privados de libertad, apareció el martes pasado, alrededor de las dos de la tarde, tras ser buscado por su familia. Parece que no contestaba el teléfono y, preocupados, llegaron a visitarlo. Imagínate el susto al encontrarlo así… ¡Una torta!
Según el reporte inicial del OIJ, parece que al tipo le dieron unos golpes bien duros en la cabeza y lo ataron. Esto indica que no fue un simple asalto, sino algo más turbio. Los vecinos, que aseguran no haber escuchado nada raro durante el día, están reventados. Dicen que nunca había pasado nada parecido por esos lados, un barrio donde la seguridad siempre se ha dado por sentada.
Rafael Omar Pérez Valdés, nacido en Cuba y nacionalizado costarricense, dejó huella en todos lados donde trabajó. En sus redes sociales se definía como médico del Ministerio de Justicia y Paz, además de su rol importante en La Reforma. Sus compañeros lo recuerdan como un tipo servicial y dedicado, siempre dispuesto a echarle una mano. Un mae de esas que ya casi no quedan.
Pero acá viene lo raro, diay. Pese a que se trata de un funcionario público, tanto el Ministerio de Justicia como la Casa Presidencial han guardado silencio absoluto. ¡Qué poca pena! Esto ha levantado ampayas entre sus colegas, que consideran que el caso merece una respuesta oficial. ¿Será que andan tapándose algo?
El OIJ, como siempre, guarda toda la información bajo siete llaves. Están investigando todas las líneas, desde un robo que salió mal hasta posibles venganzas relacionadas con su trabajo en el sistema penitenciario. No descartan nada, dicen, aunque los vecinos murmuran que alguien debió haber visto algo, aunque sea de lejos. Ya saben cómo es la gente, prefiere hacerse los dormidos.
Este hecho nos recuerda, una vez más, que nadie está a salvo, ni siquiera en los barrios más exclusivos. Aunque Escazú usualmente figura entre los cantones más tranquilos, este caso abre la puerta a una discusión necesaria sobre la seguridad en zonas residenciales de alto nivel. Ya deberíamos empezar a pensar en medidas más estrictas, como reforzar la vigilancia y promover el uso de cámaras de seguridad, porque esto está echando a perder la reputación del país.
La muerte del doctor Pérez es una tragedia que deja un vacío enorme en sus seres queridos y plantea serias interrogantes sobre la seguridad y la transparencia en nuestro sistema. Ahora, dime tú, ¿crees que el silencio oficial esconde algo más detrás de este macabro suceso o simplemente se trata de una investigación delicada que requiere discreción? Deja tu opinión abajo y vamos a ver qué piensa la gente.