¡Ay, Dios mío! Después de un buen susto que nos dio a todos, parece que ya podemos volar tranquilos. El espacio aéreo de Costa Rica abrió sus puertas de nuevo a las 10:54 de la mañana de hoy, miércoles. Un respiro grande porque unas cinco horas estuvimos con el corazón en la garganta, viendo cómo los vuelos se iban al garete.
Todo empezó temprano, como a las 5:27 a.m., cuando los sistemas de radar, esos que nos ayudan a saber dónde andan los aviones, decidieron tomarse un descanso inesperado. Una salida temporal de los controles de aviación, le dicen los técnicos, que mandó a parar toda la operación aérea en el país. ¡Una torta! Imagínate la escena en los aeropuertos, pura gente confundida buscando información y tratando de entender qué demonios estaba pasando.
El Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, ahí donde llegan muchos turistas de todas partes, y la terminal de Guanacacate, el Daniel Oduber, fueron los más afectados. Se estima que alrededor de 50 vuelos, entre llegadas y salidas, quedaron varados. Retrasos, reprogramaciones, cancelaciones… ¡Un verdadero despache para los viajeros y las aerolíneas! Hubo gentes que pasaron horas esperando, con maletas a cuestas y nervios de punta. Pobre diay…
Efraín Zeledón, el ministro de Obras Públicas y Transportes, salió al frente para tranquilizarnos y aseguró que ya le dieron órdenes para investigar a fondo qué pasó con los radares. Quiere saber quién se jaló la torta y cómo evitar que esto vuelva a suceder. Esperemos que realmente pongan mano dura en este caso, porque da que pensar que algo así pueda pasar en un país que depende tanto del turismo.
Y hablando de turismo, Shirley Calvo, la jefa de Canatur, no tardó en expresar su preocupación. Dijo que esto pega duro la imagen de Costa Rica como un destino seguro y confiable. Y tiene razón, ¿eh? Cuando los turistas ven que los aviones no pueden despegar ni aterrizar, se empiezan a preguntar si vale la pena venir por acá. Este brete, según Canatur, podría costarle miles de dólares a la industria turística, una de las más importantes de nuestra economía.
Ahora, con el espacio aéreo abierto, las autoridades aeroportuarias están haciendo todo lo posible para poner los vuelos en marcha de nuevo, pero advierten que los retrasos y las modificaciones en los itinerarios van a durar un buen rato. Hay que tener paciencia y estar atento a las actualizaciones de las aerolíneas. A ver si logran recuperar todo el ritmo pronto, porque la temporada alta se acerca y necesitamos que el turismo siga fluyendo.
Muchos se preguntan, ¿será que nuestros sistemas tecnológicos están tan viejos que no aguantan el ritmo? ¿O será que simplemente hubo una falla humana que pudo haberse evitado? Lo cierto es que este incidente nos recuerda la importancia de invertir en infraestructura moderna y capacitar bien a nuestro personal técnico. No podemos andar jugando con la seguridad de los vuelos y de los pasajeros. ¡Qué carga!
En fin, parece que ya estamos saliendo del ojo del huracán, pero queda la interrogante: ¿Cómo podemos asegurar que incidentes como este no vuelvan a ocurrir? ¿Deberíamos exigir una revisión más exhaustiva de los equipos electrónicos y protocolos de seguridad en nuestros aeropuertos, o creen que la solución pasa por fortalecer la capacitación del personal?
Todo empezó temprano, como a las 5:27 a.m., cuando los sistemas de radar, esos que nos ayudan a saber dónde andan los aviones, decidieron tomarse un descanso inesperado. Una salida temporal de los controles de aviación, le dicen los técnicos, que mandó a parar toda la operación aérea en el país. ¡Una torta! Imagínate la escena en los aeropuertos, pura gente confundida buscando información y tratando de entender qué demonios estaba pasando.
El Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, ahí donde llegan muchos turistas de todas partes, y la terminal de Guanacacate, el Daniel Oduber, fueron los más afectados. Se estima que alrededor de 50 vuelos, entre llegadas y salidas, quedaron varados. Retrasos, reprogramaciones, cancelaciones… ¡Un verdadero despache para los viajeros y las aerolíneas! Hubo gentes que pasaron horas esperando, con maletas a cuestas y nervios de punta. Pobre diay…
Efraín Zeledón, el ministro de Obras Públicas y Transportes, salió al frente para tranquilizarnos y aseguró que ya le dieron órdenes para investigar a fondo qué pasó con los radares. Quiere saber quién se jaló la torta y cómo evitar que esto vuelva a suceder. Esperemos que realmente pongan mano dura en este caso, porque da que pensar que algo así pueda pasar en un país que depende tanto del turismo.
Y hablando de turismo, Shirley Calvo, la jefa de Canatur, no tardó en expresar su preocupación. Dijo que esto pega duro la imagen de Costa Rica como un destino seguro y confiable. Y tiene razón, ¿eh? Cuando los turistas ven que los aviones no pueden despegar ni aterrizar, se empiezan a preguntar si vale la pena venir por acá. Este brete, según Canatur, podría costarle miles de dólares a la industria turística, una de las más importantes de nuestra economía.
Ahora, con el espacio aéreo abierto, las autoridades aeroportuarias están haciendo todo lo posible para poner los vuelos en marcha de nuevo, pero advierten que los retrasos y las modificaciones en los itinerarios van a durar un buen rato. Hay que tener paciencia y estar atento a las actualizaciones de las aerolíneas. A ver si logran recuperar todo el ritmo pronto, porque la temporada alta se acerca y necesitamos que el turismo siga fluyendo.
Muchos se preguntan, ¿será que nuestros sistemas tecnológicos están tan viejos que no aguantan el ritmo? ¿O será que simplemente hubo una falla humana que pudo haberse evitado? Lo cierto es que este incidente nos recuerda la importancia de invertir en infraestructura moderna y capacitar bien a nuestro personal técnico. No podemos andar jugando con la seguridad de los vuelos y de los pasajeros. ¡Qué carga!
En fin, parece que ya estamos saliendo del ojo del huracán, pero queda la interrogante: ¿Cómo podemos asegurar que incidentes como este no vuelvan a ocurrir? ¿Deberíamos exigir una revisión más exhaustiva de los equipos electrónicos y protocolos de seguridad en nuestros aeropuertos, o creen que la solución pasa por fortalecer la capacitación del personal?