¡Ay, Dios mío! La política en este país a veces te deja boquiabierto, ¿verdad, maes? Resulta que Fernando Berrocal, exministro de Seguridad, soltó la bomba: si no le damos una manito al Estado, nos vamos al traste. No es novedad que las cosas andan trabadas, pero escuchar eso de alguien que ha estado dentro… bueno, da para pensar.
Berrocal, sin pelos en la lengua como dicen por acá, nos recordó cómo el Presidente Monge tuvo que lidiar con un país hecho polvo allá por los ’80. Imagínense, sin un mango en el Banco Central y una devaluación que daba miedo. Tuvo que convencer a los bancos para que le echaran una mano al sector productivo, porque estaban todos en la cuerda floja. Una locura, chunches, pero le salvó el pellejo al país.
Luego, con el Presidete Arias, la cosa empeoró. Ya no bastaba con tener la voluntad; necesitabas pedir permiso hasta a la Contraloría para mover un papel. Era más difícil conseguir una subpartida para comprar botas a la policía que encontrar oro en Peñas Blancas, diay. Y ahora, dice Berrocal, la burocracia es como una selva impenetrable, llena de mosquitos y ramas secas que te estorban a cada paso.
Y vaya que tenemos ejemplos frescos, maes. Pónganse a pensar en la Circunvalación. ¡41 años y once gobiernos! Doce años de mi vida pasada esperando que terminaran esa carretera. Y todavía seguimos atascados como sardinas enlatadas, perdiendo tiempo y dinero, que es plata que podríamos estar invirtiendo en educación o salud. Un verdadero despiche, señores.
Pero no solo es la infraestructura, ahí va más. El Banco Central, aferrado a su tipo de cambio artificial de 500 colones, está ahogando a nuestros exportadores y al turismo, que son los motores que realmente nos pueden sacar adelante. Son como un loco agarrándose a un clavo ardiendo, negándose a ver la realidad. ¡Qué carga!
Para rematar, si quieres construir algo en este país, prepárate para pasar dos años y medio luchando contra trámites y papeleos. Dos años y medio que podrías haber usado para hacer crecer tu negocio, crear empleos y aportar al desarrollo del país. ¡Es un laberinto digno de Aladino!
Berrocal, claro, no pinta un panorama apocalíptico. Él cree que podemos salir de este brete si ponemos manos a la obra, si dejamos de lado las ideologías y buscamos soluciones prácticas. Necesitamos un gobierno que dialogue, que escuche a la gente y que esté dispuesto a cambiar las cosas. Que se tire a resolver el problema, en vez de quedarse dando vueltas como trompo perezoso. Uno que entienda que el bienestar de la mayoría está por encima de cualquier interés particular.
Entonces, maes, ¿qué les parece a ustedes? ¿Cree que Berrocal tiene razón y necesitamos una reforma profunda del Estado, o estamos exagerando con estos problemas? ¿Cuál sería, en su opinión, la medida más efectiva para descongestionar la administración pública y darle impulso a la economía?
Berrocal, sin pelos en la lengua como dicen por acá, nos recordó cómo el Presidente Monge tuvo que lidiar con un país hecho polvo allá por los ’80. Imagínense, sin un mango en el Banco Central y una devaluación que daba miedo. Tuvo que convencer a los bancos para que le echaran una mano al sector productivo, porque estaban todos en la cuerda floja. Una locura, chunches, pero le salvó el pellejo al país.
Luego, con el Presidete Arias, la cosa empeoró. Ya no bastaba con tener la voluntad; necesitabas pedir permiso hasta a la Contraloría para mover un papel. Era más difícil conseguir una subpartida para comprar botas a la policía que encontrar oro en Peñas Blancas, diay. Y ahora, dice Berrocal, la burocracia es como una selva impenetrable, llena de mosquitos y ramas secas que te estorban a cada paso.
Y vaya que tenemos ejemplos frescos, maes. Pónganse a pensar en la Circunvalación. ¡41 años y once gobiernos! Doce años de mi vida pasada esperando que terminaran esa carretera. Y todavía seguimos atascados como sardinas enlatadas, perdiendo tiempo y dinero, que es plata que podríamos estar invirtiendo en educación o salud. Un verdadero despiche, señores.
Pero no solo es la infraestructura, ahí va más. El Banco Central, aferrado a su tipo de cambio artificial de 500 colones, está ahogando a nuestros exportadores y al turismo, que son los motores que realmente nos pueden sacar adelante. Son como un loco agarrándose a un clavo ardiendo, negándose a ver la realidad. ¡Qué carga!
Para rematar, si quieres construir algo en este país, prepárate para pasar dos años y medio luchando contra trámites y papeleos. Dos años y medio que podrías haber usado para hacer crecer tu negocio, crear empleos y aportar al desarrollo del país. ¡Es un laberinto digno de Aladino!
Berrocal, claro, no pinta un panorama apocalíptico. Él cree que podemos salir de este brete si ponemos manos a la obra, si dejamos de lado las ideologías y buscamos soluciones prácticas. Necesitamos un gobierno que dialogue, que escuche a la gente y que esté dispuesto a cambiar las cosas. Que se tire a resolver el problema, en vez de quedarse dando vueltas como trompo perezoso. Uno que entienda que el bienestar de la mayoría está por encima de cualquier interés particular.
Entonces, maes, ¿qué les parece a ustedes? ¿Cree que Berrocal tiene razón y necesitamos una reforma profunda del Estado, o estamos exagerando con estos problemas? ¿Cuál sería, en su opinión, la medida más efectiva para descongestionar la administración pública y darle impulso a la economía?