Luis Amador, exministro de Obras Públicas y Transportes, ha decidido cerrar el capítulo de su relación con el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) con un portazo bien sonado.
Según declaraciones recientes, el motivo principal de su renuncia es que ya no le permiten correr por la candidatura presidencial bajo esa bandera.
Vaya sorpresa, ¿quién lo hubiera imaginado? Después de todo, la política costarricense es como un intrincado partido de ajedrez, y parece que el PUSC decidió que Amador no sería su reina en el tablero.
Actualmente, el exjerarca reside en Canadá, donde imparte clases, pero no ha perdido ni un minuto en mover sus piezas. Ya ha tenido varias reuniones con líderes de diferentes partidos políticos y no se descarta la formación de su propio movimiento político. Porque, claro, cuando te cierran una puerta, siempre es más tentador romper una ventana, o en este caso, fundar un partido.
Amador tiene una aspiración clara: correr por la presidencia en las elecciones de 2026. Sin embargo, no todo es color de rosa para el exministro, ya que enfrenta un proceso legal. Pero, con esa confianza tan característica, ha asegurado que los costarricenses son lo suficientemente listos como para distinguir entre lo que él llama el “modus operandi” de la política local y sus verdaderas intenciones. Porque, según él, la gente está cansada de los mismos de siempre y dispuesta a darle una segunda oportunidad a alguien que quiere “limpiar su nombre”.
Curiosamente, este anuncio no ha sido recibido con total sorpresa, y algunos ya predicen que su regreso al país en 2025 será el comienzo de una nueva cruzada política. Sin embargo, queda la duda de si Amador realmente podrá ganarse la confianza de los votantes o si terminará siendo uno más en la larga lista de políticos que prometen cambios y al final quedan relegados al olvido.
Lo que sí es evidente es que Amador no se va a rendir tan fácilmente. Está decidido a mantenerse en la palestra política, a pesar de los desafíos y los rumores que puedan surgir en su contra. Después de todo, en un país donde la política parece más un deporte de resistencia que de habilidad, quizás lo que realmente necesita es persistencia, aunque el público no esté del todo convencido.
Por el momento, se espera que en los próximos días ofrezca una conferencia de prensa donde dará más detalles sobre sus ambiciones presidenciales y cómo planea conquistar el corazón de los costarricenses que aún no han decidido a quién apoyar.
¿Será que logrará convencer a los votantes de que él es el cambio que necesitan?
O, por el contrario,
¿Terminará siendo otro candidato más que queda en el olvido?
Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: Luis Amador no se irá en silencio.
Según declaraciones recientes, el motivo principal de su renuncia es que ya no le permiten correr por la candidatura presidencial bajo esa bandera.
Vaya sorpresa, ¿quién lo hubiera imaginado? Después de todo, la política costarricense es como un intrincado partido de ajedrez, y parece que el PUSC decidió que Amador no sería su reina en el tablero.
Actualmente, el exjerarca reside en Canadá, donde imparte clases, pero no ha perdido ni un minuto en mover sus piezas. Ya ha tenido varias reuniones con líderes de diferentes partidos políticos y no se descarta la formación de su propio movimiento político. Porque, claro, cuando te cierran una puerta, siempre es más tentador romper una ventana, o en este caso, fundar un partido.
Amador tiene una aspiración clara: correr por la presidencia en las elecciones de 2026. Sin embargo, no todo es color de rosa para el exministro, ya que enfrenta un proceso legal. Pero, con esa confianza tan característica, ha asegurado que los costarricenses son lo suficientemente listos como para distinguir entre lo que él llama el “modus operandi” de la política local y sus verdaderas intenciones. Porque, según él, la gente está cansada de los mismos de siempre y dispuesta a darle una segunda oportunidad a alguien que quiere “limpiar su nombre”.
Curiosamente, este anuncio no ha sido recibido con total sorpresa, y algunos ya predicen que su regreso al país en 2025 será el comienzo de una nueva cruzada política. Sin embargo, queda la duda de si Amador realmente podrá ganarse la confianza de los votantes o si terminará siendo uno más en la larga lista de políticos que prometen cambios y al final quedan relegados al olvido.
Lo que sí es evidente es que Amador no se va a rendir tan fácilmente. Está decidido a mantenerse en la palestra política, a pesar de los desafíos y los rumores que puedan surgir en su contra. Después de todo, en un país donde la política parece más un deporte de resistencia que de habilidad, quizás lo que realmente necesita es persistencia, aunque el público no esté del todo convencido.
Por el momento, se espera que en los próximos días ofrezca una conferencia de prensa donde dará más detalles sobre sus ambiciones presidenciales y cómo planea conquistar el corazón de los costarricenses que aún no han decidido a quién apoyar.
¿Será que logrará convencer a los votantes de que él es el cambio que necesitan?
O, por el contrario,
¿Terminará siendo otro candidato más que queda en el olvido?
Solo el tiempo lo dirá, pero una cosa es segura: Luis Amador no se irá en silencio.