¡Ay, papá! Quién lo diría, la sorpresa del día. Resulta que Heineken, esos güevos holandeses, se tragaron a Fifco entera. Sí, así como lo leen: la compañía que nos legó Imperial, Rock Ice, Tropical… básicamente, gran parte de lo que bebemos acá en Costa Rica, ahora pasa a formar parte de su imperio cervecero. Un movimiento millonario de $3.250 millones, dicen los números, pero pa’ nosotros, significa mucho más que eso: es un pedazo de nuestra historia que cambia de manos.
Para entender bien qué onda, Fifco tiene una trayectoria larguísima. Nació allá por 1908 en La Florida de Siquirres, no precisamente para hacernos beber birras, sino para fabricar hielo y dedicarse a la agricultura. Imagínense, cuatro hermanos Lindo Morales, jamaicanos hasta la médula, sentaron las bases de lo que hoy conocemos. Pero el giro clave llegó en 1924 con la Cervecería Ortega, donde nació Imperial, la reina indiscutible de nuestras fiestas. Ahí empezaron a tejer la leyenda, mezclando técnicas cerveceras alemanas con nuestro paladar único. ¡Un tingo de culturas!
Y cómo logró Fifco apoderarse de la Cervecería Ortega? Dicen las malas lenguas (y las buenas también) que un tipo llamado Manuel Jiménez de la Guardia, alto dirigente de Fifco en ese entonces, picó en punta. Se enteró de que los dueños estaban pensando en vender y, con astucia pura, cerró el trato. ¡Un negocio redondo! Desde entonces, Fifco fue creciendo y diversificándose, añadiendo Bavaria, Pilsen, Tropical y un montón de productos más. Fue como ver crecer un árbol frutal, siempre dando frutos diferentes.
Pero volviendo a la noticia, esto de que Heineken compre Fifco plantea varias preguntas. ¿Qué pasará con las recetas originales de Imperial y las demás cervezas? ¿Mantendrán el sabor que tanto amamos o buscarán adaptarlas a paladares internacionales? Uno se queda pensando si van a seguir usando la misma agua pura de nuestros ríos o cambiarán por alguna opción más económica. El corazón se encoge un poco al pensar en perder esas tradiciones.
Además, no solo se trata de cerveza. Fifco era mucho más que eso: salsas Kern's, Ducal, Musi, Musmanni... ¡Hasta destilados y vinos! Todo este abanico de productos que formaba parte de nuestra vida cotidiana, ahora bajo la lupa de una multinacional. No digo que vayan a desaparecer, pero sí podemos esperar algunos cambios. Quizás nuevos ingredientes, nuevas fórmulas, quizás hasta nuevos precios. ¡Uf, que lata!
Para entender bien qué onda, Fifco tiene una trayectoria larguísima. Nació allá por 1908 en La Florida de Siquirres, no precisamente para hacernos beber birras, sino para fabricar hielo y dedicarse a la agricultura. Imagínense, cuatro hermanos Lindo Morales, jamaicanos hasta la médula, sentaron las bases de lo que hoy conocemos. Pero el giro clave llegó en 1924 con la Cervecería Ortega, donde nació Imperial, la reina indiscutible de nuestras fiestas. Ahí empezaron a tejer la leyenda, mezclando técnicas cerveceras alemanas con nuestro paladar único. ¡Un tingo de culturas!
Y cómo logró Fifco apoderarse de la Cervecería Ortega? Dicen las malas lenguas (y las buenas también) que un tipo llamado Manuel Jiménez de la Guardia, alto dirigente de Fifco en ese entonces, picó en punta. Se enteró de que los dueños estaban pensando en vender y, con astucia pura, cerró el trato. ¡Un negocio redondo! Desde entonces, Fifco fue creciendo y diversificándose, añadiendo Bavaria, Pilsen, Tropical y un montón de productos más. Fue como ver crecer un árbol frutal, siempre dando frutos diferentes.
Pero volviendo a la noticia, esto de que Heineken compre Fifco plantea varias preguntas. ¿Qué pasará con las recetas originales de Imperial y las demás cervezas? ¿Mantendrán el sabor que tanto amamos o buscarán adaptarlas a paladares internacionales? Uno se queda pensando si van a seguir usando la misma agua pura de nuestros ríos o cambiarán por alguna opción más económica. El corazón se encoge un poco al pensar en perder esas tradiciones.
Además, no solo se trata de cerveza. Fifco era mucho más que eso: salsas Kern's, Ducal, Musi, Musmanni... ¡Hasta destilados y vinos! Todo este abanico de productos que formaba parte de nuestra vida cotidiana, ahora bajo la lupa de una multinacional. No digo que vayan a desaparecer, pero sí podemos esperar algunos cambios. Quizás nuevos ingredientes, nuevas fórmulas, quizás hasta nuevos precios. ¡Uf, que lata!
