¡Ay, Dios mío! Parece que la paciencia de los vecinos de Heredia llegó al límite. Una obra vial que prometía traer mejoras en la zona, ubicada a escasos 50 metros al sur de la iglesia Nuestra Señora del Carmen, se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para todos. Ya van varios meses así, y la cosa sigue igual, o peor.
La idea era instalar losas de concreto en las áreas de estacionamiento de buses, para darle un respiro a estos gandoles y también a los usuarios del transporte público, pues el asfalto se estaba deformando como gelatina bajo el calor. Un brete bien intencionado, diay, pero parece que algo salió torcido desde el principio. Esto tenía pinta de ser qué tuanis, pero se le metió el sal.
Freddy Quesada, un chancero que conoce la zona como la palma de su mano, no se anda con rodeos: “Esto nos ha afectado muchísimo, especialmente al comercio y a la gente que va al banco. Vienen muchos adultos mayores y personas con discapacidad, algunos en silla de ruedas, y no tienen dónde aparcar. ¡Es un fiasco!”. Y ni hablar de los que tienen que cruzar la calle para poder abordar el bus... un peligroso baile con los carros.
Pero la lista de problemas no termina ahí. Según Luis Felipe Méndez, asistente de la Unidad Técnica de Gestión Vial de la Municipalidad de Heredia, entre las complicaciones que han surgido figuran dos fugas de agua potable que ya fueron atendidas, y la construcción de dos cajas de registro. Él asegura que, “a partir de ahora, el trabajo continúa a cargo del contratista”. Uno se queda pensando... ¿qué más les espera?
Méndez nos cuenta que entre el sábado y el miércoles van a distribuir el lastre que ya está almacenado en el lugar, y luego comenzarán a echar el concreto. Promete, promete… pero los vecinos ya no saben si creerle. Se han topado con demasiadas demoras y excusas rebuscadas. La verdad, la confianza está por el suelo, ¿quién no ha pasado por esto en Costa Rica?
Y es que esta situación refleja una realidad muy común en nuestro país: obras públicas que se prolongan indefinidamente, generando molestias e incertidumbre. No es solo un problema de Heredia, es un reflejo de la burocracia y la falta de planificación que aquejan a muchas comunidades. Parece que a veces, hacer las cosas bien se convierte en un verdadero brete.
Si uno recorre la zona, ve la frustración pintada en la cara de los comercios, la preocupación en los rostros de los usuarios del transporte público y la impotencia de los vecinos. Lo que comenzó como una iniciativa positiva, hoy es motivo de quejas y críticas. La situación está tan cargada, que hasta los perros de la calle parecen estar quejándose del ruido y el polvo.
¿Será que finalmente verán la luz al final del túnel? ¿Logrará el contratista cumplir con lo prometido y devolver la tranquilidad a los vecinos de Heredia? Con tantas idas y vueltas, ¿creen que esta obra terminará alguna vez a tiempo, o seguiremos viendo ese agujero en medio de la calle durante mucho más tiempo? Compárteme tu opinión en el foro, ¡me interesa saber qué piensas!
La idea era instalar losas de concreto en las áreas de estacionamiento de buses, para darle un respiro a estos gandoles y también a los usuarios del transporte público, pues el asfalto se estaba deformando como gelatina bajo el calor. Un brete bien intencionado, diay, pero parece que algo salió torcido desde el principio. Esto tenía pinta de ser qué tuanis, pero se le metió el sal.
Freddy Quesada, un chancero que conoce la zona como la palma de su mano, no se anda con rodeos: “Esto nos ha afectado muchísimo, especialmente al comercio y a la gente que va al banco. Vienen muchos adultos mayores y personas con discapacidad, algunos en silla de ruedas, y no tienen dónde aparcar. ¡Es un fiasco!”. Y ni hablar de los que tienen que cruzar la calle para poder abordar el bus... un peligroso baile con los carros.
Pero la lista de problemas no termina ahí. Según Luis Felipe Méndez, asistente de la Unidad Técnica de Gestión Vial de la Municipalidad de Heredia, entre las complicaciones que han surgido figuran dos fugas de agua potable que ya fueron atendidas, y la construcción de dos cajas de registro. Él asegura que, “a partir de ahora, el trabajo continúa a cargo del contratista”. Uno se queda pensando... ¿qué más les espera?
Méndez nos cuenta que entre el sábado y el miércoles van a distribuir el lastre que ya está almacenado en el lugar, y luego comenzarán a echar el concreto. Promete, promete… pero los vecinos ya no saben si creerle. Se han topado con demasiadas demoras y excusas rebuscadas. La verdad, la confianza está por el suelo, ¿quién no ha pasado por esto en Costa Rica?
Y es que esta situación refleja una realidad muy común en nuestro país: obras públicas que se prolongan indefinidamente, generando molestias e incertidumbre. No es solo un problema de Heredia, es un reflejo de la burocracia y la falta de planificación que aquejan a muchas comunidades. Parece que a veces, hacer las cosas bien se convierte en un verdadero brete.
Si uno recorre la zona, ve la frustración pintada en la cara de los comercios, la preocupación en los rostros de los usuarios del transporte público y la impotencia de los vecinos. Lo que comenzó como una iniciativa positiva, hoy es motivo de quejas y críticas. La situación está tan cargada, que hasta los perros de la calle parecen estar quejándose del ruido y el polvo.
¿Será que finalmente verán la luz al final del túnel? ¿Logrará el contratista cumplir con lo prometido y devolver la tranquilidad a los vecinos de Heredia? Con tantas idas y vueltas, ¿creen que esta obra terminará alguna vez a tiempo, o seguiremos viendo ese agujero en medio de la calle durante mucho más tiempo? Compárteme tu opinión en el foro, ¡me interesa saber qué piensas!
