Ay, Dios mío, qué rollo... Honduras está hecha un desmadre político, vamos. Después de que la gente salió masivamente a votar el 30 de noviembre, pensando que iban a elegir quién les va a gobernar los próximos cuatro años, nos encontramos con esto: los resultados siguen sin aparecer y la incertidumbre ha agarrado a todos, desde Tegucigalpa hasta Pechorero. Ya no es la emoción de la elección, sino pura angustia y bronca porque nadie sabe qué va a pasar.
La raíz del problema parece ser el Consejo Nacional Electoral (CNE), que anda más perdido que papalote en tormenta. Entre acusaciones cruzadas entre los consejeros –parece novela venezolana, sinceramente– y tecnicismos que nadie entiende, el escrutinio especial de las actas con inconsistencias se ha demorado más de lo esperado. Parece que cada quien defiende su gallina y la transparencia quedó varada en la costa.
Y no es solo la disputa interna. Las protestas convocadas por el oficialismo, liderado por Xiomara Castro, le están poniendo presión al CNE, acusándolos de fraude y exigiendo la anulación de las elecciones. Uno pensaría que después de ver cómo la gente hizo fila desde temprano para ejercer su derecho al voto, las cosas serían más ágiles, pero parece que algunos prefieren meterle leña al fuego en vez de buscar soluciones pacíficas. ¡Qué pena!
El señor Marlon Ochoa, del Partido Libre, está diciendo que los consejeros del Partido Liberal y del Partido Nacional andan jugando con la confianza del pueblo. Él dice que quieren hacer el escrutinio especial, sí, pero sin contar cada votito individualmente, lo cual según él, es vital para garantizar la transparencia. "Si el CNE no está dispuesto a verificarlo todo, no está en posición de pedirle al pueblo que confíe ciegamente en el resultado," declaró, bastante enojado, en declaraciones a la prensa.
Mientras tanto, Nasry Asfura, del Partido Nacional y apoyado por Donaldo Trump, se mantiene a la cabeza en los conteos preliminares, aunque con un margen muy estrecho respecto a Salvador Nasralla, del Partido Liberal. La diferencia es mínima, así que cualquier error en el recuento podría cambiar el panorama. La verdad, da miedo pensar en qué puede pasar si la situación se pone fea. El sistema técnico tampoco ha ayudado, con fallas intermitentes que han retrasado aún más la publicación de los resultados, generando quejas de todas partes.
Es preocupante ver cómo se están polarizando las opiniones. Libre ya avisó que no van a legitimar ningún gobierno que salga de estas elecciones que ellos consideran fraudulentas. Esto abre la puerta a un escenario de inestabilidad política y social que nadie quiere. Además, añaden la teoría de que hay injerencia extranjera, específicamente de Estados Unidos, respaldando a Asfura, lo cual complica aún más la situación. ¡Qué rollo!
A pesar del caos, el conteo de votos regular se ha reiniciado, aunque con lentitud. Desde Washington y otras capitales, observadores internacionales están siguiendo de cerca lo que sucede, esperando que se llegue a una solución rápida y justa. Se supone que el CNE tiene 30 días para declarar oficialmente los resultados, pero con la velocidad con la que van las cosas, parece una eternidad. Han tenido que posponer varias veces el inicio del escrutinio especial. En fin, un brete.
Este embrollo electoral deja muchas preguntas flotando en el aire. Considerando el clima de tensión y las acusaciones de fraude, ¿cree usted que es posible llegar a un acuerdo entre las diferentes fuerzas políticas para garantizar la legitimidad del proceso electoral y evitar una crisis mayor en Honduras?
La raíz del problema parece ser el Consejo Nacional Electoral (CNE), que anda más perdido que papalote en tormenta. Entre acusaciones cruzadas entre los consejeros –parece novela venezolana, sinceramente– y tecnicismos que nadie entiende, el escrutinio especial de las actas con inconsistencias se ha demorado más de lo esperado. Parece que cada quien defiende su gallina y la transparencia quedó varada en la costa.
Y no es solo la disputa interna. Las protestas convocadas por el oficialismo, liderado por Xiomara Castro, le están poniendo presión al CNE, acusándolos de fraude y exigiendo la anulación de las elecciones. Uno pensaría que después de ver cómo la gente hizo fila desde temprano para ejercer su derecho al voto, las cosas serían más ágiles, pero parece que algunos prefieren meterle leña al fuego en vez de buscar soluciones pacíficas. ¡Qué pena!
El señor Marlon Ochoa, del Partido Libre, está diciendo que los consejeros del Partido Liberal y del Partido Nacional andan jugando con la confianza del pueblo. Él dice que quieren hacer el escrutinio especial, sí, pero sin contar cada votito individualmente, lo cual según él, es vital para garantizar la transparencia. "Si el CNE no está dispuesto a verificarlo todo, no está en posición de pedirle al pueblo que confíe ciegamente en el resultado," declaró, bastante enojado, en declaraciones a la prensa.
Mientras tanto, Nasry Asfura, del Partido Nacional y apoyado por Donaldo Trump, se mantiene a la cabeza en los conteos preliminares, aunque con un margen muy estrecho respecto a Salvador Nasralla, del Partido Liberal. La diferencia es mínima, así que cualquier error en el recuento podría cambiar el panorama. La verdad, da miedo pensar en qué puede pasar si la situación se pone fea. El sistema técnico tampoco ha ayudado, con fallas intermitentes que han retrasado aún más la publicación de los resultados, generando quejas de todas partes.
Es preocupante ver cómo se están polarizando las opiniones. Libre ya avisó que no van a legitimar ningún gobierno que salga de estas elecciones que ellos consideran fraudulentas. Esto abre la puerta a un escenario de inestabilidad política y social que nadie quiere. Además, añaden la teoría de que hay injerencia extranjera, específicamente de Estados Unidos, respaldando a Asfura, lo cual complica aún más la situación. ¡Qué rollo!
A pesar del caos, el conteo de votos regular se ha reiniciado, aunque con lentitud. Desde Washington y otras capitales, observadores internacionales están siguiendo de cerca lo que sucede, esperando que se llegue a una solución rápida y justa. Se supone que el CNE tiene 30 días para declarar oficialmente los resultados, pero con la velocidad con la que van las cosas, parece una eternidad. Han tenido que posponer varias veces el inicio del escrutinio especial. En fin, un brete.
Este embrollo electoral deja muchas preguntas flotando en el aire. Considerando el clima de tensión y las acusaciones de fraude, ¿cree usted que es posible llegar a un acuerdo entre las diferentes fuerzas políticas para garantizar la legitimidad del proceso electoral y evitar una crisis mayor en Honduras?