¡Aguayy! Ya saben, la vida en la costa siempre ha sido un brete, entre las olas, el sol y buscar cómo ganarse el sustento. Pero parece que el INA le está metiendo turbo al asunto, renovando capacitaciones para pescadores y gente ligada al turismo en nuestras costas. Se trata de ponerlos a la vanguardia para que puedan hacerle frente a cualquier marea.
Durante años, muchos de nuestros pescadores han tenido que fiarse de métodos viejos y procesos lentos. El curso de zafarrancho, por ejemplo, era una torta de tiempo – unas 105 horas antes. Ahora, gracias al INA, se redujo a 72, ¡eso sí que es un alivio! Y el refrescamiento, que tomaba casi una semana, ahora se hace en cuatro horitas. No se imaginan el ahorro de tiempo y dinero que eso representa para las familias y las pequeñas empresas costeras.
Christian Rucavado, el presidente ejecutivo del INA, fue claro: “Estamos impulsando el turismo y abriendo puertas para que las familias costeras tengan más ingresos. También estamos fortaleciendo la seguridad y la competitividad del sector pesquero.” El mae entiende que invertir en capacitación es invertir en futuro, y quiere que nuestro sector náutico-pesquero siga siendo un motor de progreso para Costa Rica. Varios pueblos dependen de esto, ¡y bien!
Pero no solo se trata de acelerar los cursos básicos. El INA también está trabajando en cosas más avanzadas, como fortalecer el proyecto del palangre pelágico de media agua. Esto es un chunche importante porque permite pescar a mayores profundidades, donde hay especies valiosas como el atún grande y el pez espada. Y lo mejor es que esta técnica es más selectiva, lo que significa que se captura lo que realmente necesitamos y se protege el ecosistema marino. ¡Un respiro para el océano!
Además, ¡hay más! Están construyendo embarcaciones para las cooperativas de Lepanto, y buscando formas de entregar embarcaciones decomisadas a las comunidades. Imaginen el impacto que puede tener eso en pueblos pequeños donde la pesca es la principal fuente de ingresos. Un nuevo barco es una oportunidad de oro para poder salir a faenar y traer comida a la mesa.
Allan Barrios, un pescador de Isla Venado, nos contó cómo ha cambiado su comunidad gracias al INA. Dijo que Isla Venado ha ido cambiando poco a poco, y que el INA les ha ayudado a pasar del enfoque puramente pesquero al turismo, permitiéndoles encontrar nuevos trabajos dentro de la misma zona. Es una historia alentadora que demuestra que la inversión pública puede transformar vidas.
No olvidemos que, en los últimos meses, el INA ha trabajado duro para fortalecer al sector náutico-pesquero con capacitaciones en mantenimiento de embarcaciones en Nicoya, diagnósticos técnicos para los pescadores palangreros, y formación en operación y mantenimiento de motores fuera de borda en Carrillo. Se nota que le están poniendo ganas y cariño a este brete.
Todo esto suena bastante chiva, ¿verdad? Pero me pregunto, ¿creen ustedes que estas capacitaciones serán suficientes para enfrentar los desafíos futuros del cambio climático y la competencia global en el sector pesquero? ¿O deberíamos estar pensando en otras estrategias para asegurar la sostenibilidad de nuestras comunidades costeras?
Durante años, muchos de nuestros pescadores han tenido que fiarse de métodos viejos y procesos lentos. El curso de zafarrancho, por ejemplo, era una torta de tiempo – unas 105 horas antes. Ahora, gracias al INA, se redujo a 72, ¡eso sí que es un alivio! Y el refrescamiento, que tomaba casi una semana, ahora se hace en cuatro horitas. No se imaginan el ahorro de tiempo y dinero que eso representa para las familias y las pequeñas empresas costeras.
Christian Rucavado, el presidente ejecutivo del INA, fue claro: “Estamos impulsando el turismo y abriendo puertas para que las familias costeras tengan más ingresos. También estamos fortaleciendo la seguridad y la competitividad del sector pesquero.” El mae entiende que invertir en capacitación es invertir en futuro, y quiere que nuestro sector náutico-pesquero siga siendo un motor de progreso para Costa Rica. Varios pueblos dependen de esto, ¡y bien!
Pero no solo se trata de acelerar los cursos básicos. El INA también está trabajando en cosas más avanzadas, como fortalecer el proyecto del palangre pelágico de media agua. Esto es un chunche importante porque permite pescar a mayores profundidades, donde hay especies valiosas como el atún grande y el pez espada. Y lo mejor es que esta técnica es más selectiva, lo que significa que se captura lo que realmente necesitamos y se protege el ecosistema marino. ¡Un respiro para el océano!
Además, ¡hay más! Están construyendo embarcaciones para las cooperativas de Lepanto, y buscando formas de entregar embarcaciones decomisadas a las comunidades. Imaginen el impacto que puede tener eso en pueblos pequeños donde la pesca es la principal fuente de ingresos. Un nuevo barco es una oportunidad de oro para poder salir a faenar y traer comida a la mesa.
Allan Barrios, un pescador de Isla Venado, nos contó cómo ha cambiado su comunidad gracias al INA. Dijo que Isla Venado ha ido cambiando poco a poco, y que el INA les ha ayudado a pasar del enfoque puramente pesquero al turismo, permitiéndoles encontrar nuevos trabajos dentro de la misma zona. Es una historia alentadora que demuestra que la inversión pública puede transformar vidas.
No olvidemos que, en los últimos meses, el INA ha trabajado duro para fortalecer al sector náutico-pesquero con capacitaciones en mantenimiento de embarcaciones en Nicoya, diagnósticos técnicos para los pescadores palangreros, y formación en operación y mantenimiento de motores fuera de borda en Carrillo. Se nota que le están poniendo ganas y cariño a este brete.
Todo esto suena bastante chiva, ¿verdad? Pero me pregunto, ¿creen ustedes que estas capacitaciones serán suficientes para enfrentar los desafíos futuros del cambio climático y la competencia global en el sector pesquero? ¿O deberíamos estar pensando en otras estrategias para asegurar la sostenibilidad de nuestras comunidades costeras?