¡Ay, Dios mío! Un buen susto se llevaron los vecinos de Santa Cecilia Abajo, en San Rafael de Desamparados, hoy a mediodía. Una mueblería de esos que le daban ambiente al barrio, se la tragó el fuego, literalmente. Las llamas eran tan altas que se veían desde varios sectores, ¡qué panorama!
Según nos cuentan los bombero, el reporte llegó pasadas las doce cuarenta y nueve de la mañana. Al parecer, todo empezó con una chispa, pero eso a veces es suficiente para armar un bochinche. Cinco unidades del cuerpo de bomberos están ahí, peleando con el fuego como si no hubiera un mañana, tratando de evitar que las llamas se metan en las casas de la gente.
La mueblería tenía unos doscientos metros cuadrados, así que imagínate el tamaño del brete que tienen los muchachos apagando esto. Mucha madera, barniz... combustible perfecto para que el fuego baile como quiere. De momento, afortunadamente, no hay heridos ni afectados entre la población, aunque la Cruz Roja anda por ahí revisando que todo esté bien y dando asistencia, por si acaso. Ya saben, mejor prevenir que lamentar, ¡diay!
Lo que preocupa mucho a los vecinos es el humo. ¡Qué cargada!, dicen algunos, porque te irrita la garganta y dificulta respirar. Se ha pedido a la gente que evite la zona para que los bomberos puedan trabajar tranquilos y que los que viven cerca cierren puertas y ventanas. A ver si llueve un poquito para ayudar a limpiar el aire, que ya andamos todos tosiendo.
Algunos vecinos comentan que la mueblería llevaba muchos años allí, era un negocio familiar y daban buen servicio, siempre tratando bien a la clientela. Es una pena ver cómo un lugar así se va al traste en cuestión de minutos. Se rumorea que estaban pensando en hacerle unas mejoras, meterle más dinamismo... ahora, todo quedó en agua de mar, como decimos por acá.
Las autoridades todavía no han dado ninguna explicación oficial sobre las causas del incendio. Algunos sospechan de un corto circuito, otros hablan de negligencia con alguna máquina o herramienta. Lo cierto es que vamos a tener que esperar a que hagan sus peritajes y nos den una respuesta clara. Mientras tanto, lo importante es que lograron controlar el fuego antes de que llegara a afectar a otras propiedades.
Hemos hablado con Doña María, quien vive justo enfrente de la mueblería. Ella dice que escuchó una especie de explosión antes de que empezaran las llamas. “Me asusté muchísimo”, me cuenta temblorosa. “Pensé que era un terremoto”. Ahora está preocupada por su casa y por el futuro de los dueños de la mueblería. Imagínate, perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos... ¡Qué torta!”. La comunidad entera está solidarizando con ellos, buscando cómo echarles una mano.
Es una situación lamentable, claro, pero también demuestra la valentía y el compromiso de nuestros bomberos. Ellos llegaron rápido y están haciendo todo lo posible para extinguir el fuego y proteger a la comunidad. Pero me pregunto: ¿Estamos realmente invirtiendo lo suficiente en prevención contra incendios, especialmente en negocios donde se manejan materiales inflamables? ¿Será que deberíamos exigir inspecciones más rigurosas y capacitación obligatoria para empleados?
Según nos cuentan los bombero, el reporte llegó pasadas las doce cuarenta y nueve de la mañana. Al parecer, todo empezó con una chispa, pero eso a veces es suficiente para armar un bochinche. Cinco unidades del cuerpo de bomberos están ahí, peleando con el fuego como si no hubiera un mañana, tratando de evitar que las llamas se metan en las casas de la gente.
La mueblería tenía unos doscientos metros cuadrados, así que imagínate el tamaño del brete que tienen los muchachos apagando esto. Mucha madera, barniz... combustible perfecto para que el fuego baile como quiere. De momento, afortunadamente, no hay heridos ni afectados entre la población, aunque la Cruz Roja anda por ahí revisando que todo esté bien y dando asistencia, por si acaso. Ya saben, mejor prevenir que lamentar, ¡diay!
Lo que preocupa mucho a los vecinos es el humo. ¡Qué cargada!, dicen algunos, porque te irrita la garganta y dificulta respirar. Se ha pedido a la gente que evite la zona para que los bomberos puedan trabajar tranquilos y que los que viven cerca cierren puertas y ventanas. A ver si llueve un poquito para ayudar a limpiar el aire, que ya andamos todos tosiendo.
Algunos vecinos comentan que la mueblería llevaba muchos años allí, era un negocio familiar y daban buen servicio, siempre tratando bien a la clientela. Es una pena ver cómo un lugar así se va al traste en cuestión de minutos. Se rumorea que estaban pensando en hacerle unas mejoras, meterle más dinamismo... ahora, todo quedó en agua de mar, como decimos por acá.
Las autoridades todavía no han dado ninguna explicación oficial sobre las causas del incendio. Algunos sospechan de un corto circuito, otros hablan de negligencia con alguna máquina o herramienta. Lo cierto es que vamos a tener que esperar a que hagan sus peritajes y nos den una respuesta clara. Mientras tanto, lo importante es que lograron controlar el fuego antes de que llegara a afectar a otras propiedades.
Hemos hablado con Doña María, quien vive justo enfrente de la mueblería. Ella dice que escuchó una especie de explosión antes de que empezaran las llamas. “Me asusté muchísimo”, me cuenta temblorosa. “Pensé que era un terremoto”. Ahora está preocupada por su casa y por el futuro de los dueños de la mueblería. Imagínate, perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos... ¡Qué torta!”. La comunidad entera está solidarizando con ellos, buscando cómo echarles una mano.
Es una situación lamentable, claro, pero también demuestra la valentía y el compromiso de nuestros bomberos. Ellos llegaron rápido y están haciendo todo lo posible para extinguir el fuego y proteger a la comunidad. Pero me pregunto: ¿Estamos realmente invirtiendo lo suficiente en prevención contra incendios, especialmente en negocios donde se manejan materiales inflamables? ¿Será que deberíamos exigir inspecciones más rigurosas y capacitación obligatoria para empleados?