http://www.nacion.com/ln_ee/2009/octubre/05/mundo2113068.html
Interesante este tema; esta cuestión de la migración moderna de países periféricos a países desarrollados e incluso semiperiféricos(como Costa Rica) siempre ha sido guiada por el paradigma de identificarla como un problema per se y no como un fenómeno que acarrea distintos matices; y como lo demuestran algunos estudios los beneficios superan por mucho los perjuicios, sin embargo, como es palpable, el discurso se ha politizado a tal nivel que probablemente sigamos oyendo a los aspirantes a la presidencia, así como a la inmensa mayoría de funcionarios públicos involucrados, hablar acerca del problema que significa el "flujo masivo" de inmigración "ilegal", por tanto se diseñarán políticas públicas para solucionar un "problema" que no es tal, al menos no en la dimensión en que se le plantea.
El problema de fondo aquí, es, como reza el título, que las barreras a la migración impuestas por los distintos países receptores tienden a controlar un problema que más bien contribuyen indirectamente a fomentar, como lo es la migración indocumentada(en términos vulgares "ilegal"). Para entender esto hay que posicionarse en las motivaciones que llevan a una persona a dejar su lugar de origen para probar suerte en otro país; esos impulsos como es lógico no van a desaparecer si yo como inmigrante me percato de que el país al que pienso emigrar endurece cada vez más las condiciones para migrar legalmente; la intención del inmigrante en la mayoría de los casos deberá ser la posibilidad de llegar al país de destino por medios legales para evitar los problemas correspondientes, pero una elevación de esos privilegios jamás se compara con la situación que llevaría a alguien a emigrar en primera instancia, por tanto, como es de esperar, se decide por la opción bastante más peligrosa, tanto para el inmigrante como para el país receptor, de migrar de forma indocumentada.
Hay que ser realistas, tanto los países receptores como los inmigrantes se necesitan mutuamente, sin embargo hay un lado de la ecuación que no está equilibrado, que es la parte donde los países de destino deciden poner barreras inalcanzables precisamente para la gente que realmente necesita migrar; los estándares para obtener visa impiden que las personas pobres(que son las que migran ilegalmente) tengan opciones reales de poder llevar a cabo este proceso de forma legal, lo cual genera flujos masivos de inmigración indocumentada, dificultando la vigilancia de la frontera y poniendo en condiciones de vulnerabilidad el respeto de los derechos humanos en la sociedad occidental en general.
Los delincuentes no constituyen ni un 1% del total de inmigrantes, y esta gente jamás querrá migrar legalmente, por lo que sería más sencillo identificarlos si la mayoría de la gente que hoy migra ilegalmente lo hiciera de forma legal. En ese caso la vigilancia de la frontera sería mucho más sencilla, la eficiencia en la intercepción de ciertos delincuentes sería mayor, y la cantidad de recursos públicos destinados a esto sería igualmente menor.
Lo curioso de esto es que los partidos conservadores y su obsesión con la disciplina fiscal están dispuestos a despilfarrar recursos públicos destinados a resolver un problema creado por una torpe intervención estatal(irónico, no?); en EEUU los republicanos son los mayores abanderados del discurso anti-inmigrante y el reforzamiento de la frontera, y para el caso nuestro, todavía no se podría hacer una predicción con respecto al manejo que se le dé a este tema en la campaña venidera, sin embargo en el pasado se ha manejado en forma similar a los EEUU(de forma populista y agraviante).
Por último, debo reconocer que no todos los abanderados del anti-intervencionismo manejan semejantes contradicciones; se me vienen a la mente señores como Andrés Openheimer o los del CATO, que sin embargo son una minoría dentro de sus colegas capitalistas.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) pidió hoy "desmantelar las barreras" a la inmigración porque ésta aumenta la libertad de las personas y mejora la vida de millones de habitantes del mundo entero en el cual 1.000 millones son migrantes.
“Permitir la inmigración, tanto entre países como en su interior, tiene el potencial de aumentar la libertad de las personas y mejorar la vida de millones de habitantes” de todo el mundo, afirmó el PNUD en su informe titulado Superando barreras: movilidad y desarrollo humanos difundido hoy.
Una de cada siete o lo que es igual, 1.000 millones de personas de todo el mundo, son migrantes, afirma el PNUD para el cual "la migración puede mejorar el desarrollo humano de quienes se desplazan, de las comunidades de destino y de quienes permanecen en su lugar de origen".
El documento, publicado en momentos en que las economías más desarrolladas empiezan a mostrar señales de recuperación tras la crisis financiera y económica, considera que “la recesión debe tomarse como una oportunidad para instaurar un nuevo trato hacia los inmigrantes que beneficie a los trabajadores en el lugar de origen y en el extranjero”.
No obstante, que “al mismo tiempo los resguarde contra una reacción proteccionista", consideró Jeni Klugman, una de las principales autoras del informe efectuado con datos de 182 países miembros de la ONU.
“Con la recuperación, volverán a aparecer muchas de las mismas tendencias básicas que han estado impulsando el desplazamiento durante los últimos 50 años e incentivarán a más gente a trasladarse”, dice el texto.
La crisis también afectó a las remesas que los inmigrantes envían a sus familias en sus países de origen y que en muchos casos, superan la ayuda oficial al desarrollo.
Según el PNUD, las remesas a los países en desarrollo bajarán de $308.000 millones en el 2008 a $293.000 millones en el 2009.
Por ejemplo, en 2007, América Latina y el Caribe recibieron $63.408 millones de dólares en remesas, indica el PNUD.
El informe propone un "entorno normativo" que permita aprovechar los beneficios de la inmigración, pero también quiere corregir algunos "conceptos erróneos" y "estereotipos negativos" sobre este fenómeno como aquel de que los migrantes "nos quitan el empleo" o "viven a costa de nuestros impuestos" que "abundan en los medios de comunicación".
"La mayoría de los inmigrantes no atraviesa fronteras nacionales, sino más bien se desplaza dentro de su propio país: 740 millones de personas son migrantes internos y casi cuadruplican la cifra de migrantes internacionales", dice el informe.
Cada año cinco millones de personas cruzan las fronteras internacionales poara ir a vivir a un país desarrollado, dice el informe.
Según el PNUD, en 2010 habrá 188 millones de migrantes internacionales, es decir el 2,8% de la población mundial. En 1960, esa cifra era de 74,1 millones, equivalente al 2,7% del total de habitantes de entonces.
Sostiene que "contrariamente" a las opiniones imperantes "lo migrantes suelen aumentar el producto económico y dan más de lo que reciben".
El informe destaca que los países del sur de América Latina "se encuentran en proceso de crear zonas de libre movimiento para promover un intercambio más autónomo y al mismo tiempo incrementar los beneficios de la migración".
"Los amplios mercados laborales creados en estas regiones pueden traducirse en considerables beneficios para los migrantes, su familia y su comunidad", afirma.
El informe "no sugiere una liberalización generalizada" de la migración pero "sostiene que existen muchos argumentos a favor de aumentar el acceso en sectores de gran demanda laboral, incluido para trabajadores con bajas calificaciones".
También menciona el caso de los países de origen que restringen y "controlan rigurosamente" la salida de sus habitantes, como Cuba.
En cambio saluda los acuerdos "supranacionales" que pueden "influir de manera considerable en los flujos migratorios" como el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), cuyos efectos entre los países firmantes "han sido considerables".
Entre las reformas que propone el PNUD destacan: abrir los canales de entrada disponibles para mas trabajadores; reducir los costos de transacción de la migración; facilitar la migración interna; incorporar la migración a las estrategias de desarrollo de los países de origen y garantizar los derechos humanos básicos para los migrantes.
Para la responsable del PNUD, Helen Clark, “muchas de estas reformas son más viables de lo que se pensaba (...) no obstante requieren bastante voluntad política”.
Interesante este tema; esta cuestión de la migración moderna de países periféricos a países desarrollados e incluso semiperiféricos(como Costa Rica) siempre ha sido guiada por el paradigma de identificarla como un problema per se y no como un fenómeno que acarrea distintos matices; y como lo demuestran algunos estudios los beneficios superan por mucho los perjuicios, sin embargo, como es palpable, el discurso se ha politizado a tal nivel que probablemente sigamos oyendo a los aspirantes a la presidencia, así como a la inmensa mayoría de funcionarios públicos involucrados, hablar acerca del problema que significa el "flujo masivo" de inmigración "ilegal", por tanto se diseñarán políticas públicas para solucionar un "problema" que no es tal, al menos no en la dimensión en que se le plantea.
El problema de fondo aquí, es, como reza el título, que las barreras a la migración impuestas por los distintos países receptores tienden a controlar un problema que más bien contribuyen indirectamente a fomentar, como lo es la migración indocumentada(en términos vulgares "ilegal"). Para entender esto hay que posicionarse en las motivaciones que llevan a una persona a dejar su lugar de origen para probar suerte en otro país; esos impulsos como es lógico no van a desaparecer si yo como inmigrante me percato de que el país al que pienso emigrar endurece cada vez más las condiciones para migrar legalmente; la intención del inmigrante en la mayoría de los casos deberá ser la posibilidad de llegar al país de destino por medios legales para evitar los problemas correspondientes, pero una elevación de esos privilegios jamás se compara con la situación que llevaría a alguien a emigrar en primera instancia, por tanto, como es de esperar, se decide por la opción bastante más peligrosa, tanto para el inmigrante como para el país receptor, de migrar de forma indocumentada.
Hay que ser realistas, tanto los países receptores como los inmigrantes se necesitan mutuamente, sin embargo hay un lado de la ecuación que no está equilibrado, que es la parte donde los países de destino deciden poner barreras inalcanzables precisamente para la gente que realmente necesita migrar; los estándares para obtener visa impiden que las personas pobres(que son las que migran ilegalmente) tengan opciones reales de poder llevar a cabo este proceso de forma legal, lo cual genera flujos masivos de inmigración indocumentada, dificultando la vigilancia de la frontera y poniendo en condiciones de vulnerabilidad el respeto de los derechos humanos en la sociedad occidental en general.
Los delincuentes no constituyen ni un 1% del total de inmigrantes, y esta gente jamás querrá migrar legalmente, por lo que sería más sencillo identificarlos si la mayoría de la gente que hoy migra ilegalmente lo hiciera de forma legal. En ese caso la vigilancia de la frontera sería mucho más sencilla, la eficiencia en la intercepción de ciertos delincuentes sería mayor, y la cantidad de recursos públicos destinados a esto sería igualmente menor.
Lo curioso de esto es que los partidos conservadores y su obsesión con la disciplina fiscal están dispuestos a despilfarrar recursos públicos destinados a resolver un problema creado por una torpe intervención estatal(irónico, no?); en EEUU los republicanos son los mayores abanderados del discurso anti-inmigrante y el reforzamiento de la frontera, y para el caso nuestro, todavía no se podría hacer una predicción con respecto al manejo que se le dé a este tema en la campaña venidera, sin embargo en el pasado se ha manejado en forma similar a los EEUU(de forma populista y agraviante).
Por último, debo reconocer que no todos los abanderados del anti-intervencionismo manejan semejantes contradicciones; se me vienen a la mente señores como Andrés Openheimer o los del CATO, que sin embargo son una minoría dentro de sus colegas capitalistas.