Maes, hay que sentarse a hablar de la última encuesta del CIEP-UCR, porque la vara está... interesante, por no decir otra cosa. Resulta que, en un giro digno de telenovela, el presidente Rodrigo Chaves, el mismo que por Constitución no puede reelegirse, tiene más gente dispuesta a votar por él en 2026 que uno de los nombres que más suena en el PLN, Álvaro Ramos. Sí, leyeron bien. Chaves marca un 7% de apoyo, mientras que Ramos apenas llega a un 6%. Esto es el equivalente político a que en una mejenga, el público le haga más barra al árbitro que a los jugadores.
Y aquí es donde la cosa se pone seria y uno entiende la magnitud del enredo. Este 7% a favor de Chaves no es solo un número, es el reflejo de dos cosas que dan miedito. Primero, que una buena parte del electorado o no conoce o no le importan las reglas del juego democrático, porque uno de cada 14 entrevistados básicamente dijo que su plan es jalarse una torta en la urna votando por alguien que ni siquiera va a aparecer en la papeleta. Segundo, demuestra la fuerza del "chavismo" como fenómeno personalista. El magnetismo del presidente es tan fuerte que la gente lo prefiere a él, aunque sea como figura simbólica, antes que a las opciones reales que tiene en frente.
Mientras tanto, en la acera del frente, el panorama para el PLN es para sentarse a llorar. Álvaro Ramos, con toda la maquinaria histórica de Liberación detrás, está más salado que un pejibaye. No solo no despega, sino que queda por debajo de un "candidato fantasma". Esto no es solo un problema para Ramos, es un síntoma de la desconexión brutal que tiene el partido verdiblanco con la gente. Parece que la fórmula tradicional de "soy del PLN, vótenme" ya no alcanza y el brete que tienen por delante para volver a enamorar al electorado es titánico. La encuesta los deja viendo para el ciprés, y feo.
Para añadirle más condimento a este arroz, la candidata oficialista, Laura Fernández, lidera la encuesta con un 12%. Pero que nadie se equivoque, ese número tampoco es para tirar cohetes. Con un 12% a estas alturas no se gana ni una rifa de canasta navideña. El dato realmente demoledor, el que debería quitarnos el sueño a todos, es que un 57% de la gente todavía no tiene ni la más remota idea de por quién va a votar. Más de la mitad del país está en un limbo, viendo el menú de opciones y pensando que nada le convence. Este nivel de indecisión es un campo fértil para el populismo, las sorpresas de última hora y, seamos honestos, para cualquier resultado imaginable.
Diay, al final del día, lo que nos grita esta encuesta es que estamos a pocos meses de iniciar una campaña electoral y el panorama es un caos total. Tenemos a un presidente saliente que es más popular que los candidatos reales, un partido histórico que no logra conectar y una mayoría silenciosa que no sabe qué hacer. El "enamoramiento" con Chaves eclipsa cualquier discusión de ideas, y la debilidad de la oposición hace que la conversación política se sienta estancada. La pregunta es si los partidos lograrán romper ese hechizo y proponer algo que de verdad le interese a ese 57% indeciso.
Y ahora, la pregunta del millón para el foro: ¿Qué dice esto de nosotros como votantes? ¿Estamos votando por figuras o por partidos? ¿O es que simplemente el menú de candidatos está tan flojo que la gente prefiere al que ya conoce, aunque no se pueda? ¡Los leo!
Y aquí es donde la cosa se pone seria y uno entiende la magnitud del enredo. Este 7% a favor de Chaves no es solo un número, es el reflejo de dos cosas que dan miedito. Primero, que una buena parte del electorado o no conoce o no le importan las reglas del juego democrático, porque uno de cada 14 entrevistados básicamente dijo que su plan es jalarse una torta en la urna votando por alguien que ni siquiera va a aparecer en la papeleta. Segundo, demuestra la fuerza del "chavismo" como fenómeno personalista. El magnetismo del presidente es tan fuerte que la gente lo prefiere a él, aunque sea como figura simbólica, antes que a las opciones reales que tiene en frente.
Mientras tanto, en la acera del frente, el panorama para el PLN es para sentarse a llorar. Álvaro Ramos, con toda la maquinaria histórica de Liberación detrás, está más salado que un pejibaye. No solo no despega, sino que queda por debajo de un "candidato fantasma". Esto no es solo un problema para Ramos, es un síntoma de la desconexión brutal que tiene el partido verdiblanco con la gente. Parece que la fórmula tradicional de "soy del PLN, vótenme" ya no alcanza y el brete que tienen por delante para volver a enamorar al electorado es titánico. La encuesta los deja viendo para el ciprés, y feo.
Para añadirle más condimento a este arroz, la candidata oficialista, Laura Fernández, lidera la encuesta con un 12%. Pero que nadie se equivoque, ese número tampoco es para tirar cohetes. Con un 12% a estas alturas no se gana ni una rifa de canasta navideña. El dato realmente demoledor, el que debería quitarnos el sueño a todos, es que un 57% de la gente todavía no tiene ni la más remota idea de por quién va a votar. Más de la mitad del país está en un limbo, viendo el menú de opciones y pensando que nada le convence. Este nivel de indecisión es un campo fértil para el populismo, las sorpresas de última hora y, seamos honestos, para cualquier resultado imaginable.
Diay, al final del día, lo que nos grita esta encuesta es que estamos a pocos meses de iniciar una campaña electoral y el panorama es un caos total. Tenemos a un presidente saliente que es más popular que los candidatos reales, un partido histórico que no logra conectar y una mayoría silenciosa que no sabe qué hacer. El "enamoramiento" con Chaves eclipsa cualquier discusión de ideas, y la debilidad de la oposición hace que la conversación política se sienta estancada. La pregunta es si los partidos lograrán romper ese hechizo y proponer algo que de verdad le interese a ese 57% indeciso.
Y ahora, la pregunta del millón para el foro: ¿Qué dice esto de nosotros como votantes? ¿Estamos votando por figuras o por partidos? ¿O es que simplemente el menú de candidatos está tan flojo que la gente prefiere al que ya conoce, aunque no se pueda? ¡Los leo!