La injusticia social de la UCR




Estudiante de Ingeniería Industrial, UCR
No es para nadie secreto que la educación primaria y secundaria pública está muy lejos de poder competir con la privada. Durante muchos años, la primera ha sufrido constante deterioro por estar obligada a satisfacer la totalidad de la demanda aunque no tenga la capacidad en inmobiliario, equipo ni profesionales. Respecto a la educación universitaria, la anterior situación se ve aliviada en cierta medida, gracias a las instituciones de educación superior pública, donde se le asegura a todo estudiante que cumpla los requisitos de admisión, la ayuda necesaria para la prosecución de sus estudios.
Haciendo énfasis en la Universidad de Costa Rica, siendo esta la máxima institución de educación superior del país, estudios realizados por motivación propia llevaron a conclusiones que resultan muy penosas de comentar, pues el sistema de admisión que se aplica a todo aquel que quiera estudiar en esta institución, diseñado para no realizar discriminación alguna, tiene salidas que demuestran una seria desigualdad de oportunidades según el colegio de procedencia del interesado y por lo tanto su clase económica.
En los últimos 6 años, de los estudiantes de colegios públicos que se someten al proceso de admisión, solo logran ingresar a carrera cerca del 20%, mientras que dicha cifra para colegios privados es de 40%. La salida ya de por sí es escandalosa, pero no da razones aparentes; sin embargo, indagando más, se concluyó que los estudiantes de colegios privados tienen una nota de presentación promedio 12% más alta que la de los estudiantes de colegios públicos, lo que se traduce en que tienen una ventaja inicial de más de 21 puntos en el promedio de admisión de base 800.
En resumen, la UCR evalúa al estudiante sin distinguir de dónde viene, pero toma como medida de referencia el desempeño que este tuvo en su colegio como si todas las instituciones de proveniencia fueran iguales, y el resultado atroz es que los pobres son puestos una vez más a competir en desventaja.
Dado todo lo anterior, es momento de que los jerarcas universitarios tomen medidas al respecto y rediseñen el proceso de admisión para que cumpla la justicia social y equidad que el Estatuto Orgánico de la institución convierte en participantes de todos los procesos internos. Mientras el cambio no se realice, los jóvenes ricos del país seguirán aprovechando las vacaciones para gastar en Europa el superávit que les provocó asistir a una educación subvencionada, mientras cientos de valores jóvenes de bajos recursos son discriminados y les tocará partirse el lomo para obtener un salario mínimo que apenas les alcance para pagar la universidad privada. Eso, si es que pueden.




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Estudiante de Ingeniería Industrial, UCR
No es para nadie secreto que la educación primaria y secundaria pública está muy lejos de poder competir con la privada. Durante muchos años, la primera ha sufrido constante deterioro por estar obligada a satisfacer la totalidad de la demanda aunque no tenga la capacidad en inmobiliario, equipo ni profesionales. Respecto a la educación universitaria, la anterior situación se ve aliviada en cierta medida, gracias a las instituciones de educación superior pública, donde se le asegura a todo estudiante que cumpla los requisitos de admisión, la ayuda necesaria para la prosecución de sus estudios.
Haciendo énfasis en la Universidad de Costa Rica, siendo esta la máxima institución de educación superior del país, estudios realizados por motivación propia llevaron a conclusiones que resultan muy penosas de comentar, pues el sistema de admisión que se aplica a todo aquel que quiera estudiar en esta institución, diseñado para no realizar discriminación alguna, tiene salidas que demuestran una seria desigualdad de oportunidades según el colegio de procedencia del interesado y por lo tanto su clase económica.
En los últimos 6 años, de los estudiantes de colegios públicos que se someten al proceso de admisión, solo logran ingresar a carrera cerca del 20%, mientras que dicha cifra para colegios privados es de 40%. La salida ya de por sí es escandalosa, pero no da razones aparentes; sin embargo, indagando más, se concluyó que los estudiantes de colegios privados tienen una nota de presentación promedio 12% más alta que la de los estudiantes de colegios públicos, lo que se traduce en que tienen una ventaja inicial de más de 21 puntos en el promedio de admisión de base 800.
En resumen, la UCR evalúa al estudiante sin distinguir de dónde viene, pero toma como medida de referencia el desempeño que este tuvo en su colegio como si todas las instituciones de proveniencia fueran iguales, y el resultado atroz es que los pobres son puestos una vez más a competir en desventaja.
Dado todo lo anterior, es momento de que los jerarcas universitarios tomen medidas al respecto y rediseñen el proceso de admisión para que cumpla la justicia social y equidad que el Estatuto Orgánico de la institución convierte en participantes de todos los procesos internos. Mientras el cambio no se realice, los jóvenes ricos del país seguirán aprovechando las vacaciones para gastar en Europa el superávit que les provocó asistir a una educación subvencionada, mientras cientos de valores jóvenes de bajos recursos son discriminados y les tocará partirse el lomo para obtener un salario mínimo que apenas les alcance para pagar la universidad privada. Eso, si es que pueden.