En Costa Rica, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) se enfrenta a una crisis que parece no tener fin. Con más de 185.904 personas esperando por una cirugía, la indignación entre los ciudadanos no es solo palpable, sino creciente. Las listas de espera se han convertido en una pesadilla diaria para quienes dependen del sistema público de salud, y las razones detrás de este descalabro parecen apuntar a un culpable cada vez más evidente: los doctores.
El gremio médico, en teoría, debería ser uno de los pilares del bienestar social en el país, pero lo que se ve en la práctica es una realidad muy diferente. La asquerosa falta de compromiso de muchos profesionales de la salud con sus pacientes ha creado un sistema paralizado, donde la vocación parece haber sido sustituida por la codicia. Es casi irónico pensar que aquellos a quienes confiamos nuestra salud sean los mismos que parecen estar saboteando el sistema desde adentro.
Las cirugías pendientes no son solo un número frío y distante. Representan a miles de personas cuyas vidas están en suspenso, esperando que un doctor se digne a hacer su trabajo. Sin embargo, para muchos de estos profesionales, la CCSS ya no es más que un trampolín hacia algo mucho más lucrativo: la medicina privada. La realidad es que, mientras miles de pacientes esperan en las listas de la CCSS, un gran número de doctores ha optado por "escaparse" a realizar cirugías en clínicas privadas, donde pueden cobrar sumas exorbitantes sin la molestia de los protocolos públicos. De hecho, es común escuchar de pacientes a quienes se les pospone una operación sin justificación clara, para luego ser invitados, casi por arte de magia, a una "oportunidad" en una clínica privada por una suma considerable.
¿Pero qué pasa en la CCSS mientras tanto?
Los doctores siguen buscando excusas para suspender procedimientos, apelando a cualquier detalle para evitar realizar las operaciones programadas. Los recursos están, los quirófanos están, pero las listas de espera siguen creciendo. Y, en medio de esta debacle, parece que nadie quiere asumir la responsabilidad.
Una de las prácticas más alarmantes dentro de este entramado es la de los médicos que "dobletean". Esto es, aquellos que combinan su puesto en la CCSS con turnos en clínicas privadas, creando un conflicto de intereses que resulta en una evidente falta de ética. Al mismo tiempo que se benefician de los privilegios y la seguridad que les ofrece su trabajo público, se dedican a engrosar sus bolsillos a costa de un sistema al que claramente no le tienen ningún respeto.
¿Dónde está el compromiso con la salud pública?
¿Dónde quedó la vocación de servicio que supuestamente define la profesión médica?
Costa Rica se enfrenta a una realidad vergonzosa: sus doctores parecen más preocupados por sus cuentas bancarias que por el bienestar de sus pacientes. Este desprecio por el sufrimiento ajeno es intolerable, y la falta de acciones contundentes para corregir este problema es un golpe directo al corazón de la confianza que los ciudadanos depositan en el sistema de salud pública.
El escándalo de las listas de espera no es solo una cuestión de mala gestión o recursos insuficientes. Es el resultado directo de un sistema secuestrado por aquellos que, desde adentro, lo manipulan para su beneficio personal. Mientras tanto, los ciudadanos siguen pagando las consecuencias, ya sea en forma de interminables esperas o de la necesidad de recurrir a costosos servicios privados.
Es momento de hacerse la pregunta:
¿Quién está realmente controlando la CCSS?
Las listas de espera no se resolverán solas, y mientras los doctores sigan utilizando el sistema público como una herramienta para forzar a los pacientes a acudir a sus clínicas privadas, la situación solo empeorará. El país necesita respuestas, pero, sobre todo, necesita acciones contundentes. El gremio médico debe rendir cuentas por la crisis que ha creado, y el Estado debe intervenir antes de que el sistema colapse por completo.
La salud en Costa Rica no puede seguir siendo un negocio para unos pocos mientras miles de personas sufren. Las listas de espera son solo la punta del iceberg de un sistema que ha sido capturado por la incompetencia y la corrupción.
La CCSS, que alguna vez fue un símbolo de orgullo nacional, hoy se tambalea bajo el peso de sus propios problemas internos, y la falta de ética de muchos de sus profesionales no hace más que hundirla más profundamente en una crisis que parece no tener fin.