¡Aguante!, pura vida gente. Pues resulta que María Corina Machado, la negona de Venezuela, se ganó el Premio Nobel de la Paz. Sí, así como lo escucharon. Y vaya que esto le da una patada a varios asuntos acá en nuestro terruño, porque aunque estemos en un pedazo de cielo, no estamos exentos de problemas políticos y sociales que nos hacen reflexionar.
Para los que anduvieron pensando qué onda con esta señora, Machado es una líder opositora venezolana que lleva años peleándose con el régimen de Maduro. No es tarea fácil, créanme. Ha sufrido persecución, inhabilitación política, todo lo que se puedan imaginar para tumbarla del camino. Pero ahí sigue, firme como roble, buscando un cambio pa' su país, con más democracia y menos bronca.
El comité noruego del Nobel le dio el premio por su “incansable labor por promover los derechos democráticos” allá en Venezuela. Lo que significa, básicamente, que la ven como un faro de esperanza en medio de tanta oscuridad. Y no es para menos, porque Venezuela está pasando por un brete histórico, con crisis económicas, migratorias y políticas que parecen no tener fin. ¡Imagínense!
Ahora bien, ¿por qué esto nos concierne a nosotros los ticos? Bueno, porque nos recuerda que la defensa de la democracia no es un juego de niños. Requiere valentía, sacrificio y, sobre todo, un compromiso inquebrantable con los principios. Ver a alguien como Machado, enfrentándose a un régimen autoritario con tanta gallardía, debería hacernos valorar aún más lo que tenemos aquí. Aunque siempre hay espacio para mejorar, ¿eh?
Muchos analistas dicen que este Nobel es un mensaje claro para toda Latinoamérica: no podemos permitir que el autoritarismo campe a sus anchas. Que debemos estar vigilantes y defender nuestros derechos civiles y políticos con uñas y dientes. Porque si no, terminamos como Venezuela, con un futuro incierto y familias enteras desarraigadas buscando una oportunidad en otros países. ¡Ni hablar!
Y hablando de eso, me acordé de cómo algunos políticos acá en Costa Rica se pasean por ahí con discursos grandilocuentes sobre la importancia de la democracia, pero cuando les conviene, se cambian de camisa y se ponen a jugar sucio. ¡Qué vara! Uno se pregunta si realmente entienden lo que significan esos valores que tanto pregonan, o si solo lo usan para quedar bien con la galería.
Machado ha sido criticada por algunos por ser conservadora, por apoyar ideas liberales en economía, incluso por haber propuesto privatizar PDVSA. Pero independientemente de sus posturas políticas, nadie puede negar su valentía y su compromiso con su pueblo. Eso sí vale la pena aplaudirlo. Y recordarnos que, a veces, para lograr un cambio, hay que estar dispuesto a romper paradigmas y desafiar el status quo. Es más, ella se negó a caer en lo fácil.
En fin, el caso de María Corina Machado nos deja varias cosas en el tintero. Nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la democracia, sobre la importancia de la participación ciudadana y sobre la necesidad de estar pendientes de lo que sucede en nuestra región. Ahora me pregunto: ¿Creen ustedes que el ejemplo de María Corina Machado debería inspirar a más líderes políticos en Costa Rica a tomar posiciones más firmes frente a los desafíos que enfrenta nuestro país, o es que las circunstancias son demasiado diferentes para aplicar lecciones extranjeras?
Para los que anduvieron pensando qué onda con esta señora, Machado es una líder opositora venezolana que lleva años peleándose con el régimen de Maduro. No es tarea fácil, créanme. Ha sufrido persecución, inhabilitación política, todo lo que se puedan imaginar para tumbarla del camino. Pero ahí sigue, firme como roble, buscando un cambio pa' su país, con más democracia y menos bronca.
El comité noruego del Nobel le dio el premio por su “incansable labor por promover los derechos democráticos” allá en Venezuela. Lo que significa, básicamente, que la ven como un faro de esperanza en medio de tanta oscuridad. Y no es para menos, porque Venezuela está pasando por un brete histórico, con crisis económicas, migratorias y políticas que parecen no tener fin. ¡Imagínense!
Ahora bien, ¿por qué esto nos concierne a nosotros los ticos? Bueno, porque nos recuerda que la defensa de la democracia no es un juego de niños. Requiere valentía, sacrificio y, sobre todo, un compromiso inquebrantable con los principios. Ver a alguien como Machado, enfrentándose a un régimen autoritario con tanta gallardía, debería hacernos valorar aún más lo que tenemos aquí. Aunque siempre hay espacio para mejorar, ¿eh?
Muchos analistas dicen que este Nobel es un mensaje claro para toda Latinoamérica: no podemos permitir que el autoritarismo campe a sus anchas. Que debemos estar vigilantes y defender nuestros derechos civiles y políticos con uñas y dientes. Porque si no, terminamos como Venezuela, con un futuro incierto y familias enteras desarraigadas buscando una oportunidad en otros países. ¡Ni hablar!
Y hablando de eso, me acordé de cómo algunos políticos acá en Costa Rica se pasean por ahí con discursos grandilocuentes sobre la importancia de la democracia, pero cuando les conviene, se cambian de camisa y se ponen a jugar sucio. ¡Qué vara! Uno se pregunta si realmente entienden lo que significan esos valores que tanto pregonan, o si solo lo usan para quedar bien con la galería.
Machado ha sido criticada por algunos por ser conservadora, por apoyar ideas liberales en economía, incluso por haber propuesto privatizar PDVSA. Pero independientemente de sus posturas políticas, nadie puede negar su valentía y su compromiso con su pueblo. Eso sí vale la pena aplaudirlo. Y recordarnos que, a veces, para lograr un cambio, hay que estar dispuesto a romper paradigmas y desafiar el status quo. Es más, ella se negó a caer en lo fácil.
En fin, el caso de María Corina Machado nos deja varias cosas en el tintero. Nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la democracia, sobre la importancia de la participación ciudadana y sobre la necesidad de estar pendientes de lo que sucede en nuestra región. Ahora me pregunto: ¿Creen ustedes que el ejemplo de María Corina Machado debería inspirar a más líderes políticos en Costa Rica a tomar posiciones más firmes frente a los desafíos que enfrenta nuestro país, o es que las circunstancias son demasiado diferentes para aplicar lecciones extranjeras?
