¡Ay, Dios mío! Melissa, esa huracanada que andaba dando candela allá por Jamaica, nos mandó su saludo bien mojado a la vertiente del Pacífico. Parece que no le alcanzó con meterle palo al Caribe, y decidió venir a sacudirnos a nosotros, dejando un reguero de destrucción y con varios pueblos bien ‘torta’.
Alejandro Picado, el jefe de la CNE, andaba explicando que la cosa está complicada, con evacuaciones en curso y estudios de daños corriendo a marchas forzadas. Ya saben cómo es esto, cuando el cielo se abre, toca correr para salvar lo que se pueda. Cantones como Santa Cruz, Nandayure, Nicoya… hasta Osa y Puerto Jiménez se llevaron la peor parte. Una verdadera ‘vara’ llena de problemas, vamos.
Y ojo, que esto no es culpa nuestra, sino de esos efectos indirectos del huracán. La Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), que es la responsable de nuestras lluvias veraniegas, se armó entera gracias a Melissa. Así que ni Pedro ni Pablo, parece que tendremos que aguantarnos unos chaparrones considerables durante los próximos días. El IMN advierte que las lluvias pueden superar los 100 milímetros en algunas zonas. ¡Imagínense el panorama!
En Santa Cruz, la cosa está fea. Se hicieron evacuaciones exprés porque la gente vivía en zonas de alto riesgo, y vaya si tenían razón. Guayabas, Llanito, Los Pargos... todos sufriendo anegamientos, colapsos de alcantarillas, árboles cayéndose encima de casas... ¡Un ‘despiche’! El río Seco se salió de su cauce y metió agua a diestra y siniestra, inundando viviendas y dañando caminos. Ni hablar del río Zapote, que también decidió darse un paseo inesperado por Ostional, San Juanillo y Culiacán. Un verdadero ‘brete’ para las comunidades ribereñas.
Pero no todo es drama en Guanacaste. En Nandayure, la gente de San Pablo está lidiando con inundaciones y calles destrozadas, pero ahí anda la resiliencia pura. Los comités de emergencia están trabajando a toda máquina coordinando la ayuda y buscando soluciones rápidas. Eso sí, dicen que el tema de los alcantarillados necesita una buena revisión urgente, porque parece que no dan abasto cuando el cielo decide llorar a mares. Necesitamos invertir en infraestructura, ‘mae’, porque estas lluvias nos van a seguir golpeando.
Por el sur, en Osa, el río Sierpe volvió a desbordarse, afectando a San Juan y otros pueblitos que ya estaban bastante castigados. En Garabito y Golfito, todavía están limpiando los destrozos de las lluvias anteriores. Al menos, en Puerto Jiménez hay un albergue abierto con 16 personas que tuvieron que dejar sus hogares. Pero dicen que el número puede aumentar, así que hay que estar preparados para recibir a más gente. ¡Qué situación!
Las autoridades, sabiendo que estamos en aprietos, declararon alerta naranja para el Pacífico, amarilla para la región central y norte, y verde para la zona Caribe –aunque eso no significa que estemos tranquilos ahí tampoco. El mensaje es claro: extremar precauciones, especialmente en las zonas vulnerables a inundaciones y deslizamientos. El suelo ya está empapado, así que cualquier lluvia extra podría causar nuevos problemas. Hay que estar atentos a las indicaciones de las autoridades y no arriesgarse.
Con esta “torta” de Melissa encima, ¿creen ustedes que realmente estamos preparados para enfrentar los impactos del cambio climático en Costa Rica, o seguimos poniendo parches a un problema que requiere soluciones estructurales a largo plazo? ¿Y qué medidas urgentes deberían tomarse para proteger a las comunidades más vulnerables ante este tipo de fenómenos?
Alejandro Picado, el jefe de la CNE, andaba explicando que la cosa está complicada, con evacuaciones en curso y estudios de daños corriendo a marchas forzadas. Ya saben cómo es esto, cuando el cielo se abre, toca correr para salvar lo que se pueda. Cantones como Santa Cruz, Nandayure, Nicoya… hasta Osa y Puerto Jiménez se llevaron la peor parte. Una verdadera ‘vara’ llena de problemas, vamos.
Y ojo, que esto no es culpa nuestra, sino de esos efectos indirectos del huracán. La Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), que es la responsable de nuestras lluvias veraniegas, se armó entera gracias a Melissa. Así que ni Pedro ni Pablo, parece que tendremos que aguantarnos unos chaparrones considerables durante los próximos días. El IMN advierte que las lluvias pueden superar los 100 milímetros en algunas zonas. ¡Imagínense el panorama!
En Santa Cruz, la cosa está fea. Se hicieron evacuaciones exprés porque la gente vivía en zonas de alto riesgo, y vaya si tenían razón. Guayabas, Llanito, Los Pargos... todos sufriendo anegamientos, colapsos de alcantarillas, árboles cayéndose encima de casas... ¡Un ‘despiche’! El río Seco se salió de su cauce y metió agua a diestra y siniestra, inundando viviendas y dañando caminos. Ni hablar del río Zapote, que también decidió darse un paseo inesperado por Ostional, San Juanillo y Culiacán. Un verdadero ‘brete’ para las comunidades ribereñas.
Pero no todo es drama en Guanacaste. En Nandayure, la gente de San Pablo está lidiando con inundaciones y calles destrozadas, pero ahí anda la resiliencia pura. Los comités de emergencia están trabajando a toda máquina coordinando la ayuda y buscando soluciones rápidas. Eso sí, dicen que el tema de los alcantarillados necesita una buena revisión urgente, porque parece que no dan abasto cuando el cielo decide llorar a mares. Necesitamos invertir en infraestructura, ‘mae’, porque estas lluvias nos van a seguir golpeando.
Por el sur, en Osa, el río Sierpe volvió a desbordarse, afectando a San Juan y otros pueblitos que ya estaban bastante castigados. En Garabito y Golfito, todavía están limpiando los destrozos de las lluvias anteriores. Al menos, en Puerto Jiménez hay un albergue abierto con 16 personas que tuvieron que dejar sus hogares. Pero dicen que el número puede aumentar, así que hay que estar preparados para recibir a más gente. ¡Qué situación!
Las autoridades, sabiendo que estamos en aprietos, declararon alerta naranja para el Pacífico, amarilla para la región central y norte, y verde para la zona Caribe –aunque eso no significa que estemos tranquilos ahí tampoco. El mensaje es claro: extremar precauciones, especialmente en las zonas vulnerables a inundaciones y deslizamientos. El suelo ya está empapado, así que cualquier lluvia extra podría causar nuevos problemas. Hay que estar atentos a las indicaciones de las autoridades y no arriesgarse.
Con esta “torta” de Melissa encima, ¿creen ustedes que realmente estamos preparados para enfrentar los impactos del cambio climático en Costa Rica, o seguimos poniendo parches a un problema que requiere soluciones estructurales a largo plazo? ¿Y qué medidas urgentes deberían tomarse para proteger a las comunidades más vulnerables ante este tipo de fenómenos?
