¡Ay, Dios mío, qué semana! La Melissa, esa tormenta que nos tenía a todos mordiéndose las uñas, decidió hacer de las suyas por Jamaica y luego, ¡zas!, apuntó directo a Cuba. Por fortuna, acá en Costa Rica apenas sentimos un cosquilleo, pero la preocupación sí nos llegó hasta los huesos. Fue un alivio ver cómo se alejaba de nuestras costas, aunque la cosa estuvo por un pelo, diay.
Todo empezó hace unos días, cuando los meteorólogos empezaron a hablar de una onda tropical que amenazaba con convertirse en huracán. Al principio, nadie le dio mucha importancia, como siempre ocurre, pero pronto la cosa se puso seria. Melissa se fortaleció rápidamente, alcanzando la categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, lo cual significa vientos peligrosísimos y lluvias torrenciales. Las imágenes desde Jamaica fueron impactantes: árboles caídos, inundaciones, gente buscando refugio… ¡qué torta!
Según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, el ojo de Melissa abandonó Jamaica por la costa norte este martes, llevando consigo destrucción y dejando tras de sí un rastro de caos. La tormenta, aunque debilitándose un poco, siguió avanzando hacia Cuba, donde las autoridades declararon alerta máxima y evacuaron a miles de personas. Imagínate el jale que tuvieron esos compas, dejar sus casas así nomás porque el clima anda rechinando.
Aquí en Costa Rica, el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) estuvo monitoreando la situación de cerca, manteniéndonos informados sobre la trayectoria de Melissa. Aunque nunca representó una amenaza directa para nuestro territorio, hubo oleaje alto en algunas zonas costeras y fuertes aguaceros. Algunos pescadores optaron por no salir a mar abierto, claro, nadie quiere arriesgarse a irse al traste por un chunche de pescado.
Lo bueno es que el sistema se mantiene alejado de nosotros, desplazándose hacia el norte. Los pronósticos indican que se debilitará gradualmente al entrar en contacto con aguas más frías, perdiendo fuerza y convirtiéndose en una depresión tropical. Parece que nos librábamos de este brete sin mayores complicaciones, gracias a Dios. Pero hay que recordar que la temporada de huracanes todavía no ha terminado, y debemos estar preparados para cualquier eventualidad.
Este episodio nos recuerda la vulnerabilidad de nuestra región frente a estos fenómenos naturales. El cambio climático no es cuento, mae, y los huracanes son cada vez más intensos y frecuentes. Tenemos que tomar medidas para adaptarnos a esta nueva realidad, fortalecer nuestros sistemas de defensa civil y promover prácticas sostenibles que reduzcan nuestra huella de carbono. Porque si seguimos así, vamos a estar pagando caro a futuro.
Además, la experiencia de Jamaica y Cuba nos enseña la importancia de la preparación y la respuesta temprana. Las autoridades cubanas actuaron con rapidez y eficiencia, evacuando a la población y movilizando recursos para atender a los afectados. Eso demuestra que la prevención puede salvar vidas. Y aquí, en Costa Rica, también tenemos mucho que aprender de estas situaciones; mejorar la comunicación pública, reforzar la infraestructura vulnerable y capacitar a la población para enfrentar emergencias.
En fin, Melissa nos dio un buen susto, pero afortunadamente salió bien. Ahora toca analizar lo ocurrido, sacar lecciones y seguir trabajando para protegernos de futuros flagelos. ¿Ustedes creen que estamos haciendo lo suficiente para prepararnos ante los efectos del cambio climático y proteger a nuestras comunidades de los huracanes?
Todo empezó hace unos días, cuando los meteorólogos empezaron a hablar de una onda tropical que amenazaba con convertirse en huracán. Al principio, nadie le dio mucha importancia, como siempre ocurre, pero pronto la cosa se puso seria. Melissa se fortaleció rápidamente, alcanzando la categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, lo cual significa vientos peligrosísimos y lluvias torrenciales. Las imágenes desde Jamaica fueron impactantes: árboles caídos, inundaciones, gente buscando refugio… ¡qué torta!
Según el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, el ojo de Melissa abandonó Jamaica por la costa norte este martes, llevando consigo destrucción y dejando tras de sí un rastro de caos. La tormenta, aunque debilitándose un poco, siguió avanzando hacia Cuba, donde las autoridades declararon alerta máxima y evacuaron a miles de personas. Imagínate el jale que tuvieron esos compas, dejar sus casas así nomás porque el clima anda rechinando.
Aquí en Costa Rica, el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) estuvo monitoreando la situación de cerca, manteniéndonos informados sobre la trayectoria de Melissa. Aunque nunca representó una amenaza directa para nuestro territorio, hubo oleaje alto en algunas zonas costeras y fuertes aguaceros. Algunos pescadores optaron por no salir a mar abierto, claro, nadie quiere arriesgarse a irse al traste por un chunche de pescado.
Lo bueno es que el sistema se mantiene alejado de nosotros, desplazándose hacia el norte. Los pronósticos indican que se debilitará gradualmente al entrar en contacto con aguas más frías, perdiendo fuerza y convirtiéndose en una depresión tropical. Parece que nos librábamos de este brete sin mayores complicaciones, gracias a Dios. Pero hay que recordar que la temporada de huracanes todavía no ha terminado, y debemos estar preparados para cualquier eventualidad.
Este episodio nos recuerda la vulnerabilidad de nuestra región frente a estos fenómenos naturales. El cambio climático no es cuento, mae, y los huracanes son cada vez más intensos y frecuentes. Tenemos que tomar medidas para adaptarnos a esta nueva realidad, fortalecer nuestros sistemas de defensa civil y promover prácticas sostenibles que reduzcan nuestra huella de carbono. Porque si seguimos así, vamos a estar pagando caro a futuro.
Además, la experiencia de Jamaica y Cuba nos enseña la importancia de la preparación y la respuesta temprana. Las autoridades cubanas actuaron con rapidez y eficiencia, evacuando a la población y movilizando recursos para atender a los afectados. Eso demuestra que la prevención puede salvar vidas. Y aquí, en Costa Rica, también tenemos mucho que aprender de estas situaciones; mejorar la comunicación pública, reforzar la infraestructura vulnerable y capacitar a la población para enfrentar emergencias.
En fin, Melissa nos dio un buen susto, pero afortunadamente salió bien. Ahora toca analizar lo ocurrido, sacar lecciones y seguir trabajando para protegernos de futuros flagelos. ¿Ustedes creen que estamos haciendo lo suficiente para prepararnos ante los efectos del cambio climático y proteger a nuestras comunidades de los huracanes?