¡Ay, Dios mío! La noticia sacudió a todos hoy. Monseñor Javier Román, figura clave en la Iglesia Católica de Costa Rica, tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital después de sufrir un infarto. ¡Qué susto nos dio a todos!
Como muchos saben, Monseñor Román lleva años liderando la Conferencia Episcopal, y siempre ha estado metido hasta las cejas en temas sociales y políticos del país. Desde defender los derechos de los campesinos hasta hablar claro sobre la corrupción, siempre ha tenido una voz fuerte y clara. Esta vara es bien importante para muchos católicos.
Según el comunicado oficial, todo empezó normal. Él andaba chambeando como siempre, participando en varias actividades durante la mañana. Pero de pronto, se sintió mal y tuvieron que llevarlo corriendo al hospital. De ahí nomás, le dieron con el infarto y entraron en carrera los doctores para estabilizarlo. ¡Menos mal que llegaron a tiempo!
El ambiente en el hospital era tenso, diay… Se veía a varios sacerdotes y feligreses rezando y esperando noticias. La iglesia colgó un comunicado pidiendo calma y respeto para la familia y solicitando encarecidamente oraciones por su pronta recuperación. Vamos, que la gente está preocupadísima. “En cuanto tengamos novedades, les avisamos”, dijeron desde la Conferencia Episcopal, tratando de mantener la calma ante tanta incertidumbre.
Muchos recuerdan sus discursos apasionados defendiendo a los más vulnerables, su compromiso con la educación y su crítica constante a la desigualdad social. Siempre ha sido un defensor de la justicia y la solidaridad, y eso lo ha ganado del cariño y el respeto de mucha gente, incluso fuera de la iglesia. Es un hombre que ha dejado huella, sin lugar a dudas.
Este hecho pone en relieve la fragilidad de la vida y la importancia de cuidar nuestra salud. Aunque Monseñor Román es una figura pública, es igual que cualquiera de nosotros: susceptible a enfermedades y accidentes. Demuestra que nadie está exento de enfrentar momentos difíciles, y que necesitamos apoyarnos mutuños en estos tiempos. Ver a alguien tan activo y comprometido como él luchando por su vida te hace pensar... ¿No será que todos estamos jalandonos una torta con algo?
Y hablando de esto, me recuerdo aquella vez que el entonces Presidente Solís comentó sobre cómo los ticos ignoramos las señales de alerta. Aquí estamos viendo pasar estas cosas, y aun así, seguimos con el estrés diario. Algunos dicen que es la pura vida, otros que es falta de conciencia... A ver, ¿quién sabe?. Lo cierto es que es hora de tomarnos más en serio nuestro bienestar físico y mental, porque al final, somos nosotros mismos los que pagamos el precio. Y vaya que lo hemos pagado.
Ahora, con Monseñor Román dando batalla en el hospital, la comunidad católica y toda Costa Rica se unen en oración por su recuperación. ¡Que se recupere pronto y vuelva a estar entre nosotros! Pero dime tú, ¿crees que la sociedad costarricense realmente valora y cuida la salud de sus líderes y ciudadanos, o seguimos dejando todo para el último momento?
Como muchos saben, Monseñor Román lleva años liderando la Conferencia Episcopal, y siempre ha estado metido hasta las cejas en temas sociales y políticos del país. Desde defender los derechos de los campesinos hasta hablar claro sobre la corrupción, siempre ha tenido una voz fuerte y clara. Esta vara es bien importante para muchos católicos.
Según el comunicado oficial, todo empezó normal. Él andaba chambeando como siempre, participando en varias actividades durante la mañana. Pero de pronto, se sintió mal y tuvieron que llevarlo corriendo al hospital. De ahí nomás, le dieron con el infarto y entraron en carrera los doctores para estabilizarlo. ¡Menos mal que llegaron a tiempo!
El ambiente en el hospital era tenso, diay… Se veía a varios sacerdotes y feligreses rezando y esperando noticias. La iglesia colgó un comunicado pidiendo calma y respeto para la familia y solicitando encarecidamente oraciones por su pronta recuperación. Vamos, que la gente está preocupadísima. “En cuanto tengamos novedades, les avisamos”, dijeron desde la Conferencia Episcopal, tratando de mantener la calma ante tanta incertidumbre.
Muchos recuerdan sus discursos apasionados defendiendo a los más vulnerables, su compromiso con la educación y su crítica constante a la desigualdad social. Siempre ha sido un defensor de la justicia y la solidaridad, y eso lo ha ganado del cariño y el respeto de mucha gente, incluso fuera de la iglesia. Es un hombre que ha dejado huella, sin lugar a dudas.
Este hecho pone en relieve la fragilidad de la vida y la importancia de cuidar nuestra salud. Aunque Monseñor Román es una figura pública, es igual que cualquiera de nosotros: susceptible a enfermedades y accidentes. Demuestra que nadie está exento de enfrentar momentos difíciles, y que necesitamos apoyarnos mutuños en estos tiempos. Ver a alguien tan activo y comprometido como él luchando por su vida te hace pensar... ¿No será que todos estamos jalandonos una torta con algo?
Y hablando de esto, me recuerdo aquella vez que el entonces Presidente Solís comentó sobre cómo los ticos ignoramos las señales de alerta. Aquí estamos viendo pasar estas cosas, y aun así, seguimos con el estrés diario. Algunos dicen que es la pura vida, otros que es falta de conciencia... A ver, ¿quién sabe?. Lo cierto es que es hora de tomarnos más en serio nuestro bienestar físico y mental, porque al final, somos nosotros mismos los que pagamos el precio. Y vaya que lo hemos pagado.
Ahora, con Monseñor Román dando batalla en el hospital, la comunidad católica y toda Costa Rica se unen en oración por su recuperación. ¡Que se recupere pronto y vuelva a estar entre nosotros! Pero dime tú, ¿crees que la sociedad costarricense realmente valora y cuida la salud de sus líderes y ciudadanos, o seguimos dejando todo para el último momento?