La educación en Costa Rica ha experimentado una notable transformación en las últimas décadas, destacando un fenómeno que merece atención: las mujeres superan a los hombres en la obtención de títulos de educación superior. Este cambio, aunque positivo en términos de igualdad de género, está generando una preocupante dinámica en el mercado laboral del país.
Según un informe reciente de la OCDE, el 34% de las mujeres jóvenes en Costa Rica han completado estudios superiores, superando a los hombres en 6 puntos porcentuales. Este avance en la educación femenina se ha traducido en una mejora significativa en las tasas de empleo para las mujeres con estudios superiores, alcanzando un 63%, en comparación con el 34% de aquellas con niveles educativos inferiores. Sin embargo, este progreso no ha sido igualado por los hombres, quienes, al no seguir el mismo ritmo en la educación superior, se están viendo relegados a trabajos menos calificados y predominantemente manuales.
Esta tendencia tiene implicaciones profundas en el mercado laboral. Los hombres, al quedar rezagados en términos educativos, se están concentrando en empleos que requieren menos habilidades técnicas y más esfuerzo físico. Esto no solo limita sus oportunidades de crecimiento profesional, sino que también perpetúa un ciclo de desigualdad y estancamiento económico. Mientras las mujeres avanzan en áreas profesionales más diversas y mejor remuneradas, los hombres se ven atrapados en sectores que no ofrecen las mismas oportunidades de desarrollo.
La brecha de género en la educación superior es solo una parte del problema. En 2022, el 47% de las mujeres en edad de trabajar en Costa Rica estaban empleadas, comparado con el 73% de los hombres. Esta diferencia se amplía cuando se analizan los tipos de empleo: tres de cada diez mujeres trabajan a tiempo parcial, frente a solo uno de cada diez hombres. Esta disparidad refleja las barreras sistémicas que enfrentan las mujeres, especialmente cuando se convierten en madres, obligándolas a optar por trabajos más flexibles pero menos estables y remunerados.
Las madres trabajadoras son más propensas a emplearse de manera informal, con el 44% en este tipo de empleo, en comparación con el 24% de las mujeres sin hijos. Esta situación no solo afecta su estabilidad laboral, sino también su capacidad para acumular beneficios como pensiones y seguros, perpetuando un ciclo de vulnerabilidad económica.
A pesar de estos avances, Costa Rica aún enfrenta desafíos significativos. La proporción de mujeres jóvenes con educación terciaria está unos 20 puntos porcentuales por debajo de la media de la OCDE. Además, tanto hombres como mujeres tienen tasas de matrícula en la educación secundaria relativamente bajas en comparación con otros países, lo que interactúa fuertemente con la pobreza y lleva a retiros escolares permanentes.
El mercado laboral costarricense también muestra una distribución desigual en términos de disciplinas académicas. Aunque las mujeres están avanzando en educación superior, todavía tienen menos probabilidades de estudiar en campos STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), donde los hombres dominan con una diferencia de 19 puntos porcentuales. Esta brecha, aunque menor que la media de la OCDE, sigue siendo significativa y limita las oportunidades de las mujeres en sectores altamente lucrativos y en crecimiento.
La situación de los hombres relegados a trabajos manuales y menos calificados es una llamada de atención para las políticas educativas y laborales del país. Es crucial implementar estrategias que incentiven a los hombres a continuar su educación y a las mujeres a incursionar en áreas STEM, equilibrando así las oportunidades y fomentando un mercado laboral más equitativo.
Mientras las mujeres costarricenses celebran sus logros en la educación superior, el país debe abordar las disparidades que esta brecha está creando en el mercado laboral. Solo así se podrá asegurar un desarrollo sostenible y equitativo para todos sus ciudadanos, evitando que la falta de educación condene a una parte significativa de la población a trabajos menos calificados y oportunidades limitadas.