¡Ay, Dios mío! Esto sí que da qué pensar, ¿eh? Otro golpe certero al orgullo nacional, y encima, cruzando charcos. Las autoridades holandesas desenmascararon un cargamento monstruoso de cocaína y metanfetamina escondido en un contenedor que salió de nuestro querido puerto de Moín, Limón. Parece que la fama de Costa Rica como centro logístico, que tanto nos hemos esforzado por construir, está quedando empañada por este tipo de escándalos.
Resulta que encontraron 583 kilos de cocaína y 3 kilos de metanfetamina, ¡una barbaridad!, camuflados dentro de una estructura de acero ingeniosamente diseñada. Los holandeses, con toda su tecnología y experiencia, tardaron “varios días” en descubrir la droga. Imagínense cómo debió pasar desapercibida en nuestras inspecciones, ¡qué torta!
El fiscal Mauricio Boraschi lo había dicho, y vaya que la tenía clara: estamos ante un “tsunami de cocaína”. No es broma ni exageración. Con el aumento del 300% en la producción de cocaína en Colombia en la última década, Costa Rica y Panamá se han convertido en el camino fácil para que la sustancia llegue a Europa. Y nosotros, sin quererlo, estamos facilitando el negocio a estos desgraciados.
Pero la verdadera bomba está en el modus operandi. Según el Ministerio Público holandés, el contenedor tenía como destino final una empresa en Holanda Septentrional, aparentemente ajena al narcotráfico. Esto demuestra que estamos lidiando con organizaciones criminales de primer nivel, con la infraestructura y el poder económico para diseñar planes complejos que evaden nuestros controles. Un brete para cualquier gobierno, pero sobre todo para nosotros, que somos un país pequeño.
Y ahí viene la pregunta clave que nos atora la garganta: ¿cómo demonios sigue saliendo esta mercadería de Moín? Fiscal Boraschi mismo ha puesto en tela de juicio la eficiencia de los controles en APM Terminals. Él recordó el caso de hace poco, donde encontraron tres toneladas de cocaína en un contenedor que, increíblemente, pasó todas las revisiones y escaneos. Luego, lo “contaminaron” y lo devolvieron al puerto como si nada, listo para salir rumbo a Europa. ¡Qué nivel de desorganización, diay!
Eso apunta a algo muy preocupante: corrupción interna o, en el peor de los casos, fallas graves en la seguridad. Estamos hablando de gente que tiene acceso a información privilegiada y puede manipular el sistema a su antojo. Además, alimenta la oleada de violencia que estamos viviendo en el país; es un círculo vicioso que nos está llevando directo al precipicio. El dinero de la droga financia a las pandillas y aumenta los homicidios, y eso nos afecta a todos, maes.
Las cifras hablan por sí solas: la cantidad de droga que ingresa al país es abrumadora. Costa Rica se ha convertido en un punto estratégico para el tráfico internacional, y si no hacemos algo drástico, vamos a seguir perdiendo terreno. Necesitamos una revisión profunda y urgente de nuestros sistemas de control, invertir en tecnología más avanzada y, sobre todo, limpiar la casa de cualquier infiltrado. Que alguien le explique a la población cómo permitimos que estas cosas sucedan, porque la confianza pública está por los suelos.
En fin, la situación es complicada, nadie lo niega. Pero no podemos rendirnos. Tenemos que exigir respuestas a las autoridades, fortalecer nuestra cooperación internacional y trabajar juntos para combatir este flagelo que nos está destruyendo. Ahora les pregunto a ustedes, colegas del Foro: ¿Creen que el gobierno actual tiene la capacidad y la voluntad política para enfrentar este 'tsunami' de cocaína, o estamos condenados a ver cómo nuestra imagen internacional y nuestra seguridad nacional se van al traste?
Resulta que encontraron 583 kilos de cocaína y 3 kilos de metanfetamina, ¡una barbaridad!, camuflados dentro de una estructura de acero ingeniosamente diseñada. Los holandeses, con toda su tecnología y experiencia, tardaron “varios días” en descubrir la droga. Imagínense cómo debió pasar desapercibida en nuestras inspecciones, ¡qué torta!
El fiscal Mauricio Boraschi lo había dicho, y vaya que la tenía clara: estamos ante un “tsunami de cocaína”. No es broma ni exageración. Con el aumento del 300% en la producción de cocaína en Colombia en la última década, Costa Rica y Panamá se han convertido en el camino fácil para que la sustancia llegue a Europa. Y nosotros, sin quererlo, estamos facilitando el negocio a estos desgraciados.
Pero la verdadera bomba está en el modus operandi. Según el Ministerio Público holandés, el contenedor tenía como destino final una empresa en Holanda Septentrional, aparentemente ajena al narcotráfico. Esto demuestra que estamos lidiando con organizaciones criminales de primer nivel, con la infraestructura y el poder económico para diseñar planes complejos que evaden nuestros controles. Un brete para cualquier gobierno, pero sobre todo para nosotros, que somos un país pequeño.
Y ahí viene la pregunta clave que nos atora la garganta: ¿cómo demonios sigue saliendo esta mercadería de Moín? Fiscal Boraschi mismo ha puesto en tela de juicio la eficiencia de los controles en APM Terminals. Él recordó el caso de hace poco, donde encontraron tres toneladas de cocaína en un contenedor que, increíblemente, pasó todas las revisiones y escaneos. Luego, lo “contaminaron” y lo devolvieron al puerto como si nada, listo para salir rumbo a Europa. ¡Qué nivel de desorganización, diay!
Eso apunta a algo muy preocupante: corrupción interna o, en el peor de los casos, fallas graves en la seguridad. Estamos hablando de gente que tiene acceso a información privilegiada y puede manipular el sistema a su antojo. Además, alimenta la oleada de violencia que estamos viviendo en el país; es un círculo vicioso que nos está llevando directo al precipicio. El dinero de la droga financia a las pandillas y aumenta los homicidios, y eso nos afecta a todos, maes.
Las cifras hablan por sí solas: la cantidad de droga que ingresa al país es abrumadora. Costa Rica se ha convertido en un punto estratégico para el tráfico internacional, y si no hacemos algo drástico, vamos a seguir perdiendo terreno. Necesitamos una revisión profunda y urgente de nuestros sistemas de control, invertir en tecnología más avanzada y, sobre todo, limpiar la casa de cualquier infiltrado. Que alguien le explique a la población cómo permitimos que estas cosas sucedan, porque la confianza pública está por los suelos.
En fin, la situación es complicada, nadie lo niega. Pero no podemos rendirnos. Tenemos que exigir respuestas a las autoridades, fortalecer nuestra cooperación internacional y trabajar juntos para combatir este flagelo que nos está destruyendo. Ahora les pregunto a ustedes, colegas del Foro: ¿Creen que el gobierno actual tiene la capacidad y la voluntad política para enfrentar este 'tsunami' de cocaína, o estamos condenados a ver cómo nuestra imagen internacional y nuestra seguridad nacional se van al traste?
