Recientemente, el exministro de la presidencia de Costa Rica, Fernando Berrocal, sacudió el escenario político internacional al revelar un oscuro episodio de la historia centroamericana que involucra a Nicaragua, Cuba y su plan conjunto para invadir Costa Rica en los años 80. Estas revelaciones, que ya se han vuelto virales, han expuesto detalles inquietantes sobre la política expansionista de Daniel Ortega y Fidel Castro durante la Guerra Fría, un período ya de por sí lleno de tensiones geopolíticas.
Según el testimonio de Berrocal, que ha publicado en un artículo de opinión, el Ejército Popular Sandinista bajo las órdenes de Daniel Ortega estuvo muy cerca de movilizarse hacia Costa Rica. La motivación detrás de este plan era clara: la dictadura cubana, liderada por Fidel Castro, veía con buenos ojos la posibilidad de invadir el país vecino como una manera de regionalizar el conflicto nicaragüense. Cuba presionaba fuertemente para que esto sucediera, con el objetivo de arrastrar a Costa Rica a la guerra y, por extensión, complicar la posición de Estados Unidos en la región.
Lo más impactante de las revelaciones es que, según Berrocal, Daniel Ortega estaba completamente de acuerdo con la idea de invadir Costa Rica. La invasión se planificó por el río San Juan y la frontera de Peñas Blancas, pero quien se opuso rotundamente fue Humberto Ortega, hermano de Daniel y entonces jefe del Ejército Popular Sandinista. Gracias a esta resistencia interna, el plan nunca se materializó, aunque no fue solo la oposición de Humberto lo que evitó un conflicto militar.
Francia desempeñó un papel clave en este momento de alta tensión. Berrocal cuenta cómo la embajada de Francia en Managua comunicó al gobierno de Costa Rica que Humberto Ortega se oponía firmemente a la invasión. Esto permitió que el entonces presidente Luis Alberto Monge tomara medidas diplomáticas que evitaron la confrontación. Monge incluso recurrió a la figura del expresidente Daniel Oduber para que gestionara la situación con el apoyo del gobierno francés.
En este contexto, Oduber tuvo un encuentro diplomático clave con Humberto Ortega, logrando que las fuerzas militares sandinistas se retiraran de la frontera. Este paso fue decisivo, ya que desarticuló el plan de invasión en un momento en que la guerra entre los sandinistas y la Contra ya había encendido los ánimos en la región.
A pesar de la gravedad de las revelaciones, Berrocal no duda en reconocer el liderazgo de Humberto Ortega por su intervención a favor de la paz. No solo desobedeció a su propio hermano, sino también a Fidel Castro, al garantizar que el conflicto no se extendiera hacia territorio costarricense.
Este episodio, que permaneció oculto durante décadas, vuelve a poner sobre la mesa la volatilidad de las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua en la década de los 80. Además, subraya la influencia que potencias extranjeras como Estados Unidos y Cuba tuvieron en los conflictos armados de Centroamérica, un recordatorio de cómo la Guerra Fría afectó de manera directa a los países de la región.
Hoy en día, la revelación de estos planes de invasión levanta cuestionamientos sobre la estabilidad en la región y las decisiones políticas tomadas en ese entonces. A medida que esta historia se difunde, muchos costarricenses se preguntan qué tan cerca estuvieron de verse envueltos en una guerra que nunca fue oficialmente declarada.
Estos hechos históricos resaltan, una vez más, la importancia de la diplomacia y del liderazgo en la preservación de la paz, en un mundo que, a menudo, ha estado a un paso del caos.
Según el testimonio de Berrocal, que ha publicado en un artículo de opinión, el Ejército Popular Sandinista bajo las órdenes de Daniel Ortega estuvo muy cerca de movilizarse hacia Costa Rica. La motivación detrás de este plan era clara: la dictadura cubana, liderada por Fidel Castro, veía con buenos ojos la posibilidad de invadir el país vecino como una manera de regionalizar el conflicto nicaragüense. Cuba presionaba fuertemente para que esto sucediera, con el objetivo de arrastrar a Costa Rica a la guerra y, por extensión, complicar la posición de Estados Unidos en la región.
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Lo más impactante de las revelaciones es que, según Berrocal, Daniel Ortega estaba completamente de acuerdo con la idea de invadir Costa Rica. La invasión se planificó por el río San Juan y la frontera de Peñas Blancas, pero quien se opuso rotundamente fue Humberto Ortega, hermano de Daniel y entonces jefe del Ejército Popular Sandinista. Gracias a esta resistencia interna, el plan nunca se materializó, aunque no fue solo la oposición de Humberto lo que evitó un conflicto militar.
Francia desempeñó un papel clave en este momento de alta tensión. Berrocal cuenta cómo la embajada de Francia en Managua comunicó al gobierno de Costa Rica que Humberto Ortega se oponía firmemente a la invasión. Esto permitió que el entonces presidente Luis Alberto Monge tomara medidas diplomáticas que evitaron la confrontación. Monge incluso recurrió a la figura del expresidente Daniel Oduber para que gestionara la situación con el apoyo del gobierno francés.
En este contexto, Oduber tuvo un encuentro diplomático clave con Humberto Ortega, logrando que las fuerzas militares sandinistas se retiraran de la frontera. Este paso fue decisivo, ya que desarticuló el plan de invasión en un momento en que la guerra entre los sandinistas y la Contra ya había encendido los ánimos en la región.
A pesar de la gravedad de las revelaciones, Berrocal no duda en reconocer el liderazgo de Humberto Ortega por su intervención a favor de la paz. No solo desobedeció a su propio hermano, sino también a Fidel Castro, al garantizar que el conflicto no se extendiera hacia territorio costarricense.
Este episodio, que permaneció oculto durante décadas, vuelve a poner sobre la mesa la volatilidad de las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua en la década de los 80. Además, subraya la influencia que potencias extranjeras como Estados Unidos y Cuba tuvieron en los conflictos armados de Centroamérica, un recordatorio de cómo la Guerra Fría afectó de manera directa a los países de la región.
Hoy en día, la revelación de estos planes de invasión levanta cuestionamientos sobre la estabilidad en la región y las decisiones políticas tomadas en ese entonces. A medida que esta historia se difunde, muchos costarricenses se preguntan qué tan cerca estuvieron de verse envueltos en una guerra que nunca fue oficialmente declarada.
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