¡Ay, Dios mío, qué partidazo! Después de casi tres décadas, la Selección Nacional Preolímpica de Costa Rica se colgó la medalla de oro en los Juegos Centroamericanos de Guatemala, venciendo a Panamá en una dramática tanda de penales que dejó a todos los presentes, y a los que estábamos pegados al celular, con el corazón en la boca. Un momento histórico para el fútbol tico, diay, uno no puede creerlo.
Para refrescarle la memoria a los más jóvenes, y recordarle a los veteranos cómo es sentirse campeón, la última vez que Costa Rica levantaba el trofeo de oro en esta justa regional era allá por 1997. Una espera larguísima, llena de altibajos, de derrotas dolorosas y de momentos donde uno pensaba que nunca volveríamos a ver a nuestros colores brillando en la cima. Pero bueno, como dicen por ahí, 'pa' sembrar hay que regar', y parece que los muchachos dieron el toque justo, en el momento preciso.
El partido, como tal, fue intenso desde el pitazo inicial. Randall Azofeifa, el profe, tenía bien claro que Panama no iba a regalarnos nada, y les salió a buscarlo con ganas. Dominamos gran parte del juego, creando oportunidades claras de gol y mostrando un futbolito bastante decente, para ser sinceros. Nos pusimos arriba en el marcador gracias a un golazo de pura raza, que encendió aún más la ilusión de toda la afición presente y la que seguíamos desde casa, tomando café y mordiéndonos las uñas.
Pero como en esto del fútbol nada está escrito, Panamá no se rindió fácilmente. Se toquetearon el empate durante todo el segundo tiempo, presionando nuestra defensa y buscando cualquier resquicio para descontar. Y entonces, bam, al minuto 89, ¡gol de Panamá! Un balde de agua fría que nos mandó a todos al suelo, pensando que la medalla se nos escapaba entre los dedos. Ahí sí, el estrés estaba a flor de piel, mae.
El partido se fue a la tanda de penales, y ahí comenzó otra telenovela. Berny Rojas, nuestro arquero, se vistió de héroe, deteniendo dos disparos certeros de los panameños, demostrando que esos entrenamientos de psicólogo sirven pa’ algo. Farboud Samadian, con la frialdad de un cirujano, pateó el penal definitivo, sellando la victoria y desatando la euforia en el estadio y en las casas de todo el país. ¡Una verdadera descarga de adrenalina!
Más allá del resultado, esta victoria representa mucho más que una simple medalla de oro. Significa esperanza, significa motivación para las nuevas generaciones de futbolistas, significa que si le ponemos empeño y trabajamos duro, podemos lograr cosas grandiosas. También es un reconocimiento al esfuerzo de los jugadores, del cuerpo técnico, de la Federación Costarricense de Fútbol y de todos aquellos que hicieron posible este sueño. ¡Se lo merecían, chunches!
Este triunfo tiene un sabor especial, viniendo ahora, cuando el fútbol nacional ha tenido sus bajas. Le da un empuje al deporte rey en Costa Rica, demuestra que todavía tenemos talento y capacidad para competir a nivel internacional. Claro, falta mucho por mejorar, pero este es un excelente punto de partida. Que aproveche, pues. Esta medalla nos sirve como inyección de ánimo para seguir adelante y buscar nuevos logros.
Ahora bien, después de celebrar a rabiar y disfrutar de este momento glorioso, me pregunto: ¿cree usted que esta victoria será suficiente para impulsar una mayor inversión en las divisiones inferiores y fortalecer el fútbol base en Costa Rica, o seguirá siendo solo un parche temporal?
Para refrescarle la memoria a los más jóvenes, y recordarle a los veteranos cómo es sentirse campeón, la última vez que Costa Rica levantaba el trofeo de oro en esta justa regional era allá por 1997. Una espera larguísima, llena de altibajos, de derrotas dolorosas y de momentos donde uno pensaba que nunca volveríamos a ver a nuestros colores brillando en la cima. Pero bueno, como dicen por ahí, 'pa' sembrar hay que regar', y parece que los muchachos dieron el toque justo, en el momento preciso.
El partido, como tal, fue intenso desde el pitazo inicial. Randall Azofeifa, el profe, tenía bien claro que Panama no iba a regalarnos nada, y les salió a buscarlo con ganas. Dominamos gran parte del juego, creando oportunidades claras de gol y mostrando un futbolito bastante decente, para ser sinceros. Nos pusimos arriba en el marcador gracias a un golazo de pura raza, que encendió aún más la ilusión de toda la afición presente y la que seguíamos desde casa, tomando café y mordiéndonos las uñas.
Pero como en esto del fútbol nada está escrito, Panamá no se rindió fácilmente. Se toquetearon el empate durante todo el segundo tiempo, presionando nuestra defensa y buscando cualquier resquicio para descontar. Y entonces, bam, al minuto 89, ¡gol de Panamá! Un balde de agua fría que nos mandó a todos al suelo, pensando que la medalla se nos escapaba entre los dedos. Ahí sí, el estrés estaba a flor de piel, mae.
El partido se fue a la tanda de penales, y ahí comenzó otra telenovela. Berny Rojas, nuestro arquero, se vistió de héroe, deteniendo dos disparos certeros de los panameños, demostrando que esos entrenamientos de psicólogo sirven pa’ algo. Farboud Samadian, con la frialdad de un cirujano, pateó el penal definitivo, sellando la victoria y desatando la euforia en el estadio y en las casas de todo el país. ¡Una verdadera descarga de adrenalina!
Más allá del resultado, esta victoria representa mucho más que una simple medalla de oro. Significa esperanza, significa motivación para las nuevas generaciones de futbolistas, significa que si le ponemos empeño y trabajamos duro, podemos lograr cosas grandiosas. También es un reconocimiento al esfuerzo de los jugadores, del cuerpo técnico, de la Federación Costarricense de Fútbol y de todos aquellos que hicieron posible este sueño. ¡Se lo merecían, chunches!
Este triunfo tiene un sabor especial, viniendo ahora, cuando el fútbol nacional ha tenido sus bajas. Le da un empuje al deporte rey en Costa Rica, demuestra que todavía tenemos talento y capacidad para competir a nivel internacional. Claro, falta mucho por mejorar, pero este es un excelente punto de partida. Que aproveche, pues. Esta medalla nos sirve como inyección de ánimo para seguir adelante y buscar nuevos logros.
Ahora bien, después de celebrar a rabiar y disfrutar de este momento glorioso, me pregunto: ¿cree usted que esta victoria será suficiente para impulsar una mayor inversión en las divisiones inferiores y fortalecer el fútbol base en Costa Rica, o seguirá siendo solo un parche temporal?