¡Ay, Dios mío! Se armó un quite tremendo en Los Chiles. El OIJ agarró a un nicaragüense vendiendo droga justo ahí, en Barrio Achiotal. Uno piensa que ya habíamos visto de todo por estos lados, pero esto sí nos dejó boquiabiertos. Parece que el mae llevaba tiempo operando, echándole ganzúas al negocio ilícito.
Según cuentan los vecinos, este señor, identificado como Miranda, era un tipo callado, siempre anda y viene, haciendo sus cosas. Nadie sospechaba realmente de qué se trataba, aunque algunos comentaban que andaba con mucho chunche y nunca trabajaba. Ahora resulta que esas billetes eran producto de vender crack a jóvenes del sector. ¡Qué pena!
La investigación, que se vino llevando varios meses –desde agosto pasado, pa’ ser exactos–, partió de unas pistas bien delicadas. Informantes le dieron el dato al OIJ de que este Miranda estaba metido hasta el cuello en el negocio de la droga. Supuestamente, tenía una red bien organizada y distribuía el crack entre otros vándalos de la zona. El OIJ tuvo que ponerle toda la carne al asador para poder llegar hasta él.
Este jueves temprano, como a las seis de la mañana, los oficiales del OIJ hicieron un allanamiento sorpresa en la casa de Miranda. Dicen que el tipo ni se esperaba eso, porque cuando llegó la policía estaba tranquilito tomando su café. En medio del operativo, encontraron una suma importante de dinero en efectivo –más de cuatrocientos noventa mil colones–, treinta y cinco envoltorios de crack, trescientos gramos de la sustancia y hasta un arma de fuego. ¡Una barbaridad!
Además del arsenal ilegal, también le confiscaron un celular, el cual seguramente usaba para coordinar sus operaciones. Ya saben cómo es el rollo, mensajes codificados, números de teléfono cambiándose constantemente… Un brete, si me preguntan. Ahora el OIJ está revisando el teléfono buscando más evidencias y tratando de identificar a sus cómplices. Esperemos que puedan sacar a relucir toda la maraña que tenía armado este señor.
El tipo ahora está en manos del Ministerio Público, donde van a definir su futuro legal. No creo que le vayan a dar mucha carnita asada, la verdad. Con semejante evidencia encima, va directo a la cárcel. Esto debería darle un susto a esos gandules que andan vendiendo droga a nuestros jóvenes, aunque sabemos que siempre habrá alguien dispuesto a echarle leña al fuego.
Esta detención, más allá de sacarle del medio a un traficante de droga, pone de relieve los problemas de inseguridad que estamos enfrentando en nuestras comunidades. Los vecinos de Los Chiles estaban preocupados por el aumento de la violencia y el consumo de drogas entre los jóvenes. Esperamos que este golpe al narcotráfico sirva para recuperar la tranquilidad en el barrio y enviar un mensaje claro a todos aquellos que se dedican a este tipo de actividades ilícitas. ¡Que les agarre motete!
Ahora, díganme, ¿qué creen ustedes que se necesita para combatir eficazmente el tráfico de drogas en nuestras comunidades? ¿Deberíamos enfocarnos más en la prevención, en la represión o en una combinación de ambas estrategias?
Según cuentan los vecinos, este señor, identificado como Miranda, era un tipo callado, siempre anda y viene, haciendo sus cosas. Nadie sospechaba realmente de qué se trataba, aunque algunos comentaban que andaba con mucho chunche y nunca trabajaba. Ahora resulta que esas billetes eran producto de vender crack a jóvenes del sector. ¡Qué pena!
La investigación, que se vino llevando varios meses –desde agosto pasado, pa’ ser exactos–, partió de unas pistas bien delicadas. Informantes le dieron el dato al OIJ de que este Miranda estaba metido hasta el cuello en el negocio de la droga. Supuestamente, tenía una red bien organizada y distribuía el crack entre otros vándalos de la zona. El OIJ tuvo que ponerle toda la carne al asador para poder llegar hasta él.
Este jueves temprano, como a las seis de la mañana, los oficiales del OIJ hicieron un allanamiento sorpresa en la casa de Miranda. Dicen que el tipo ni se esperaba eso, porque cuando llegó la policía estaba tranquilito tomando su café. En medio del operativo, encontraron una suma importante de dinero en efectivo –más de cuatrocientos noventa mil colones–, treinta y cinco envoltorios de crack, trescientos gramos de la sustancia y hasta un arma de fuego. ¡Una barbaridad!
Además del arsenal ilegal, también le confiscaron un celular, el cual seguramente usaba para coordinar sus operaciones. Ya saben cómo es el rollo, mensajes codificados, números de teléfono cambiándose constantemente… Un brete, si me preguntan. Ahora el OIJ está revisando el teléfono buscando más evidencias y tratando de identificar a sus cómplices. Esperemos que puedan sacar a relucir toda la maraña que tenía armado este señor.
El tipo ahora está en manos del Ministerio Público, donde van a definir su futuro legal. No creo que le vayan a dar mucha carnita asada, la verdad. Con semejante evidencia encima, va directo a la cárcel. Esto debería darle un susto a esos gandules que andan vendiendo droga a nuestros jóvenes, aunque sabemos que siempre habrá alguien dispuesto a echarle leña al fuego.
Esta detención, más allá de sacarle del medio a un traficante de droga, pone de relieve los problemas de inseguridad que estamos enfrentando en nuestras comunidades. Los vecinos de Los Chiles estaban preocupados por el aumento de la violencia y el consumo de drogas entre los jóvenes. Esperamos que este golpe al narcotráfico sirva para recuperar la tranquilidad en el barrio y enviar un mensaje claro a todos aquellos que se dedican a este tipo de actividades ilícitas. ¡Que les agarre motete!
Ahora, díganme, ¿qué creen ustedes que se necesita para combatir eficazmente el tráfico de drogas en nuestras comunidades? ¿Deberíamos enfocarnos más en la prevención, en la represión o en una combinación de ambas estrategias?