¡Ay, pata negra! Ya estamos casi en diciembre y los chinamanes están repletos de figuritas para el pesebre. Pero este año, parece que la cosa va diferente, ¿sabes? La inflación nos está comiéndose el bolsillo a to's y eso se nota hasta en los pasitos navideños. Don Minor Gómez, allá en Guadalupe, me contó que la venta ha bajado un poco, aunque todavía hay quienes buscan su figurita especial para completar el portal.
Como bien sabemos, el pasito es pura esencia tica. No es lo mismo el pesebre italiano, con sus angelitos de porcelana finísima, que el nuestro, con esos animalecitos de yeso que parecen recién sacados del corral. La historia cuenta que nuestros ancestros españoles trajeron la idea del pesebre desde Europa, pero acá le pusimos nuestro sello personal, con esas figuras sencillas y entrañables que reflejan nuestra cultura humilde pero llena de fe.
Y hablando de cultura, la tradición dicta que el Niño Jesús no llega al portal hasta la medianoche del 24. Algunos viejos maes dicen que así es como respetamos la fecha de su nacimiento, pero otros creen que es porque no tenían plata para comprarlo antes. ¡Quién sabe! Lo cierto es que mantener viva esta costumbre requiere esfuerzo y dedicación. Imagínate tener que ir buscando cada figurita, pieza por pieza, para armar el pesebre perfecto.
Pero este año, además de la inflación, existe otro problema que preocupa a los artesanos: la lana importada. Parece que algunos importadores han empezado a traer lana barata de China, que no cumple con los estándares de calidad exigidos por el MINAE. Eso significa que esa lana podría estar dañando nuestros ríos y quebradas, contaminando los mantos acuíferos que son vitales para nosotros, ¡qué pena!
“La lana de potrero certificada es la única manera de asegurar que estamos protegiendo el ambiente”, me dijo don Minor con cara de preocupación. “Es más caro conseguirla, sí, pero vale la pena si queremos dejarle un buen futuro a nuestros hijos y nietos”. Y él tiene toda la razón, diay. No podemos sacrificar el medio ambiente por ahorrar unos cuantos colones.
Los precios de los pasitos varían mucho, claro. Puedes encontrar figuras desde trescientos cincuenta colones hasta más de medio milloncito, dependiendo del material y la elaboración. Hay de cerámica, de porcelana, de resina e incluso de plástico – aunque estos últimos no tienen tanta gracia, la verdad. Lo importante es buscar algo que te guste y que esté dentro de tu presupuesto, ¡sin comprometer la calidad ni el cuidado del medio ambiente, eh?
Además, este año se rumora que algunas tiendas están tratando de engañar a los clientes vendiendo pasitos hechos con materiales reciclados, pero sin la certificación correspondiente. Por eso es crucial informarse bien antes de comprar y asegurarse de adquirir productos de fuentes confiables. ¡No caigas en trampas!, mándale un avisón a los negocios que intenten venderte cosas de dudosa procedencia. Defiende la tradición tica y protege nuestro patrimonio natural, ¡porfa!
Entonces, ¿qué opinas tú? Con tanto cambio, ¿crees que la tradición del pasito navideño se mantendrá viva en Costa Rica? ¿Será posible conciliar la nostalgia por lo tradicional con las nuevas realidades económicas y ambientales? Déjanos tus comentarios en el foro, ¡queremos saber qué piensas!
Como bien sabemos, el pasito es pura esencia tica. No es lo mismo el pesebre italiano, con sus angelitos de porcelana finísima, que el nuestro, con esos animalecitos de yeso que parecen recién sacados del corral. La historia cuenta que nuestros ancestros españoles trajeron la idea del pesebre desde Europa, pero acá le pusimos nuestro sello personal, con esas figuras sencillas y entrañables que reflejan nuestra cultura humilde pero llena de fe.
Y hablando de cultura, la tradición dicta que el Niño Jesús no llega al portal hasta la medianoche del 24. Algunos viejos maes dicen que así es como respetamos la fecha de su nacimiento, pero otros creen que es porque no tenían plata para comprarlo antes. ¡Quién sabe! Lo cierto es que mantener viva esta costumbre requiere esfuerzo y dedicación. Imagínate tener que ir buscando cada figurita, pieza por pieza, para armar el pesebre perfecto.
Pero este año, además de la inflación, existe otro problema que preocupa a los artesanos: la lana importada. Parece que algunos importadores han empezado a traer lana barata de China, que no cumple con los estándares de calidad exigidos por el MINAE. Eso significa que esa lana podría estar dañando nuestros ríos y quebradas, contaminando los mantos acuíferos que son vitales para nosotros, ¡qué pena!
“La lana de potrero certificada es la única manera de asegurar que estamos protegiendo el ambiente”, me dijo don Minor con cara de preocupación. “Es más caro conseguirla, sí, pero vale la pena si queremos dejarle un buen futuro a nuestros hijos y nietos”. Y él tiene toda la razón, diay. No podemos sacrificar el medio ambiente por ahorrar unos cuantos colones.
Los precios de los pasitos varían mucho, claro. Puedes encontrar figuras desde trescientos cincuenta colones hasta más de medio milloncito, dependiendo del material y la elaboración. Hay de cerámica, de porcelana, de resina e incluso de plástico – aunque estos últimos no tienen tanta gracia, la verdad. Lo importante es buscar algo que te guste y que esté dentro de tu presupuesto, ¡sin comprometer la calidad ni el cuidado del medio ambiente, eh?
Además, este año se rumora que algunas tiendas están tratando de engañar a los clientes vendiendo pasitos hechos con materiales reciclados, pero sin la certificación correspondiente. Por eso es crucial informarse bien antes de comprar y asegurarse de adquirir productos de fuentes confiables. ¡No caigas en trampas!, mándale un avisón a los negocios que intenten venderte cosas de dudosa procedencia. Defiende la tradición tica y protege nuestro patrimonio natural, ¡porfa!
Entonces, ¿qué opinas tú? Con tanto cambio, ¿crees que la tradición del pasito navideño se mantendrá viva en Costa Rica? ¿Será posible conciliar la nostalgia por lo tradicional con las nuevas realidades económicas y ambientales? Déjanos tus comentarios en el foro, ¡queremos saber qué piensas!