¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un mamotreto. Resulta que José Miguel Villalobos, el abogado de Chaves y aspirante a diputado por Pueblo Soberano, tiene una deuda gigante con la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS). Hablamos de ¢312 millones colones, ¡una torta monumental! Y lo más loco es que la CCSS anda como pollo sin cabeza tratando de encontrarlo para poder cobrarle. La Auditoría Interna sacó a relucir este lío fiscal que ya tiene a muchos preguntándose qué onda.
Según la Auditoría, el problema no es tanto la deuda en sí, sino que parece que Villalobos es un fantasma. La CCSS ha intentado ubicarlo físicamente para notificarle los procesos judiciales, pero nada. No hay registros de propiedades a su nombre, y Correos de Costa Rica, esos pobres diablos, solo pueden ir a las direcciones que les da la CCSS. ¡Un brete! Parece que el señor Villalobos sabe cómo moverse para evitar las garras de la ley… o quizás simplemente no quiere pagar.
La deuda está dividida en dos partes: unos ¢149 millones que corresponden a cuando era patrono físico (ahora está inactivo desde septiembre del año pasado) y otros ¢162 millones por ser trabajador independiente. Lo curioso es que, como trabajador independiente, reporta un ingreso de ¢5.6 millones mensuales, ¡pero parece que eso no alcanza para saldar la deuda con la CCSS! Uno se pregunta, ¿dónde va a parar todo ese chunche?
La CCSS ya está considerando declararlo “de difícil recuperación” (DIR), lo cual suena a que se van a dar por vencidos. Pero antes de llegar a ese punto, quieren intentar otras cosas. Han solicitado la intervención del Servicio de Inspección para ver si el señor Villalobos sigue ejerciendo como abogado, porque ahí podría haber alguna cuenta bancaria susceptible de embargo. Un intento más, digámoslo así.
Pero resulta que el Servicio de Inspección tampoco se anima. Argumentan que necesitan una denuncia formal o una prueba concreta de que Villalobos está omitiendo declarar ingresos. ¡Qué sal! Parece que todos andan buscando excusas para no meterse en este ajo. Entre tanto papeleo burocrático, la deuda sigue acumulándose y la CCSS sigue perdiendo la lana.
Además, la plataforma tecnológica de la CCSS, llamada Inconcert, no ayudó mucho. Según el informe de la Auditoría, solo gestiona a patronos activos, y Villalobos ya no lo está. También mencionan que la Dirección de Cobros prioriza los casos de quienes tienen bienes y cuentas, dejando de lado a los que, como Villalobos, parecen desaparecer mágicamente. Una verdadera maraña.
Y para rematar, encontraron cuatro procesos de cierre de negocios que llevan años estancados, algunos incluso desde 2017. Ni siquiera ahí han logrado avanzar, y ahora suman otro caso a la lista de problemas de la CCSS. Todo esto demuestra que hay muchas fallas en el sistema, y que la recuperación de estas deudas es una tarea cuesta arriba. Este tipo, vaya si nos está llevando al traste con tanta burocracia…
En fin, una historia llena de interrogantes y complicaciones. Con toda esta información, uno no puede más que preguntarse: ¿Es Villalobos realmente imposible de localizar o está utilizando estrategias fiscales para evadir sus obligaciones? ¿Será que la CCSS necesita una reforma profunda en sus procesos de cobro? Y ustedes, queridos lectores, ¿creen que la CCSS debería recurrir a métodos más drásticos para recuperar esta deuda o deberían seguir esperando a que Villalobos decida aparecer?
Según la Auditoría, el problema no es tanto la deuda en sí, sino que parece que Villalobos es un fantasma. La CCSS ha intentado ubicarlo físicamente para notificarle los procesos judiciales, pero nada. No hay registros de propiedades a su nombre, y Correos de Costa Rica, esos pobres diablos, solo pueden ir a las direcciones que les da la CCSS. ¡Un brete! Parece que el señor Villalobos sabe cómo moverse para evitar las garras de la ley… o quizás simplemente no quiere pagar.
La deuda está dividida en dos partes: unos ¢149 millones que corresponden a cuando era patrono físico (ahora está inactivo desde septiembre del año pasado) y otros ¢162 millones por ser trabajador independiente. Lo curioso es que, como trabajador independiente, reporta un ingreso de ¢5.6 millones mensuales, ¡pero parece que eso no alcanza para saldar la deuda con la CCSS! Uno se pregunta, ¿dónde va a parar todo ese chunche?
La CCSS ya está considerando declararlo “de difícil recuperación” (DIR), lo cual suena a que se van a dar por vencidos. Pero antes de llegar a ese punto, quieren intentar otras cosas. Han solicitado la intervención del Servicio de Inspección para ver si el señor Villalobos sigue ejerciendo como abogado, porque ahí podría haber alguna cuenta bancaria susceptible de embargo. Un intento más, digámoslo así.
Pero resulta que el Servicio de Inspección tampoco se anima. Argumentan que necesitan una denuncia formal o una prueba concreta de que Villalobos está omitiendo declarar ingresos. ¡Qué sal! Parece que todos andan buscando excusas para no meterse en este ajo. Entre tanto papeleo burocrático, la deuda sigue acumulándose y la CCSS sigue perdiendo la lana.
Además, la plataforma tecnológica de la CCSS, llamada Inconcert, no ayudó mucho. Según el informe de la Auditoría, solo gestiona a patronos activos, y Villalobos ya no lo está. También mencionan que la Dirección de Cobros prioriza los casos de quienes tienen bienes y cuentas, dejando de lado a los que, como Villalobos, parecen desaparecer mágicamente. Una verdadera maraña.
Y para rematar, encontraron cuatro procesos de cierre de negocios que llevan años estancados, algunos incluso desde 2017. Ni siquiera ahí han logrado avanzar, y ahora suman otro caso a la lista de problemas de la CCSS. Todo esto demuestra que hay muchas fallas en el sistema, y que la recuperación de estas deudas es una tarea cuesta arriba. Este tipo, vaya si nos está llevando al traste con tanta burocracia…
En fin, una historia llena de interrogantes y complicaciones. Con toda esta información, uno no puede más que preguntarse: ¿Es Villalobos realmente imposible de localizar o está utilizando estrategias fiscales para evadir sus obligaciones? ¿Será que la CCSS necesita una reforma profunda en sus procesos de cobro? Y ustedes, queridos lectores, ¿creen que la CCSS debería recurrir a métodos más drásticos para recuperar esta deuda o deberían seguir esperando a que Villalobos decida aparecer?
