¡Ay, Dios mío! La situación de nuestros puentes sigue siendo más despichada que un caldo de pescado sin sazón. El Programa Estado de la Nación (PEN) soltó otro informe donde nos pinta el panorama feísimo: casi el 70% de los puentes en nuestras rutas nacionales están dando pena, literalmente. Parece que alguien se olvidó de darle mantenimiento a estas estructuras, y ahora estamos pagando las consecuencias.
El PEN, con sus datitos del Lanamme de la UCR, nos pone las cosas claras: estos puentes son cruciales para conectar todo el país, para resistir los aguaceros torrenciales que nos mandan los fenómenos climáticos y, sobre todo, para que la gente llegue segura a sus casas y a trabajar. Pero parece que alguien anda medio distraído porque la realidad es que muchas de estas infraestructuras están obstaculizando todo eso, y qué sal!
Si nos ponemos a ver los números, el panorama es aún más turbio. Un 42,2% de los puentes está clasificado directamente como “deficientes”, lo que ya suena alarmante. Otro 24,8% está en “condición alarmante”, y lo peor de todo es que hay un 2,7% que están a punto de irse al traste, clasificados como “falla inminente”. ¡Qué torta! Apenas un 2,7% están en buenas condiciones, algunos aceptables y otros, con suerte, satisfactorios. Esto quiere decir que estamos jugando con fuego, mi pana.
“Los puentes en rutas nacionales enfrentan un serio deterioro, producto de años de desinversión en mantenimiento básico y reparaciones urgentes”, reza el informe. Y no es broma, pues esta situación ya está generando riesgos latentes que pueden llevar a cierres parciales o totales de puentes, afectando la economía del país. Piénselo así: si un camión no puede pasar porque el puente está medio caído, el comercio exterior se estanca y el turismo también se pega un buen susto.
El PEN nos está diciendo clarito que tenemos que destinarle plata al mantenimiento preventivo. Porque, díganlo en voz alta, arreglar un puente que se va a pique cuesta mucho más que mantenerlo bien desde el principio. Según el informe, restaurar caminos deteriorados puede costarnos entre tres y cinco veces más. ¡Qué carga! Sería como comprarse un carro nuevo después de estrellarlo cinco veces.
Para ilustrar el tema, el PEN puso como ejemplo el puente del río Tempisque. Ese puente, que reabrió en julio pasado después de tres meses de clausura por trabajos, es un caso paradigmático. Calculan que el cierre parcial de ese puente durante 121 días le costó a los usuarios un monto equivalente a 1,38 veces el valor de reemplazarlo. ¡Y si fuera un cierre total!, el costo se dispara hasta las 15,78 veces. Eso sí que es una barra, mi pana. Imaginen el chunche que se perdería si todos los puentes estuvieran así.
No es el único brete que tenemos, claro. También están trabajando en el puente sobre el río Tárceles, en la Costanera. Las obras ahí empezaron en julio y van para junio del 2026, ¡casi un año y medio de reparaciones! Los negocios de la zona, que depende del turismo, ya están exprimiéndose los dedos de tanto preocuparse por la afectación económica. Esperemos que esto no vaya a mayores y que pronto podamos volver a transitar tranquilos por esa ruta.
En fin, amigos, la situación es clara: necesitamos ponerle atajo al problema de los puentes. No podemos seguir esperando a que se vayan al traste para empezar a actuar. ¿Ustedes creen que el gobierno realmente va a tomar cartas en el asunto y destinarnos los recursos necesarios para mantener seguros nuestros puentes, o vamos a seguir viendo cómo nuestra infraestructura se desmorona lentamente? Dejen sus opiniones en el foro, ¡qué les parece este brete?
El PEN, con sus datitos del Lanamme de la UCR, nos pone las cosas claras: estos puentes son cruciales para conectar todo el país, para resistir los aguaceros torrenciales que nos mandan los fenómenos climáticos y, sobre todo, para que la gente llegue segura a sus casas y a trabajar. Pero parece que alguien anda medio distraído porque la realidad es que muchas de estas infraestructuras están obstaculizando todo eso, y qué sal!
Si nos ponemos a ver los números, el panorama es aún más turbio. Un 42,2% de los puentes está clasificado directamente como “deficientes”, lo que ya suena alarmante. Otro 24,8% está en “condición alarmante”, y lo peor de todo es que hay un 2,7% que están a punto de irse al traste, clasificados como “falla inminente”. ¡Qué torta! Apenas un 2,7% están en buenas condiciones, algunos aceptables y otros, con suerte, satisfactorios. Esto quiere decir que estamos jugando con fuego, mi pana.
“Los puentes en rutas nacionales enfrentan un serio deterioro, producto de años de desinversión en mantenimiento básico y reparaciones urgentes”, reza el informe. Y no es broma, pues esta situación ya está generando riesgos latentes que pueden llevar a cierres parciales o totales de puentes, afectando la economía del país. Piénselo así: si un camión no puede pasar porque el puente está medio caído, el comercio exterior se estanca y el turismo también se pega un buen susto.
El PEN nos está diciendo clarito que tenemos que destinarle plata al mantenimiento preventivo. Porque, díganlo en voz alta, arreglar un puente que se va a pique cuesta mucho más que mantenerlo bien desde el principio. Según el informe, restaurar caminos deteriorados puede costarnos entre tres y cinco veces más. ¡Qué carga! Sería como comprarse un carro nuevo después de estrellarlo cinco veces.
Para ilustrar el tema, el PEN puso como ejemplo el puente del río Tempisque. Ese puente, que reabrió en julio pasado después de tres meses de clausura por trabajos, es un caso paradigmático. Calculan que el cierre parcial de ese puente durante 121 días le costó a los usuarios un monto equivalente a 1,38 veces el valor de reemplazarlo. ¡Y si fuera un cierre total!, el costo se dispara hasta las 15,78 veces. Eso sí que es una barra, mi pana. Imaginen el chunche que se perdería si todos los puentes estuvieran así.
No es el único brete que tenemos, claro. También están trabajando en el puente sobre el río Tárceles, en la Costanera. Las obras ahí empezaron en julio y van para junio del 2026, ¡casi un año y medio de reparaciones! Los negocios de la zona, que depende del turismo, ya están exprimiéndose los dedos de tanto preocuparse por la afectación económica. Esperemos que esto no vaya a mayores y que pronto podamos volver a transitar tranquilos por esa ruta.
En fin, amigos, la situación es clara: necesitamos ponerle atajo al problema de los puentes. No podemos seguir esperando a que se vayan al traste para empezar a actuar. ¿Ustedes creen que el gobierno realmente va a tomar cartas en el asunto y destinarnos los recursos necesarios para mantener seguros nuestros puentes, o vamos a seguir viendo cómo nuestra infraestructura se desmorona lentamente? Dejen sus opiniones en el foro, ¡qué les parece este brete?