¡Ay, Dios mío! La neta es que esto de Purral te pone la piel de gallina. Un angelito de cinco añitos, Leandro, se fue tragado por la alcantarilla durante este aguacero de locura que nos cayó el viernes pasado. El pobre chamaco iba caminando con su mamá y sus hermanos cuando, ¡bum!, una descarga de agua se lo llevó. ¡Qué torta!
La escena era de película, mae. Dicen que la lluvia caía a cántaros, y la corriente, furiosa, sacudiendo todo a su paso. La madre, dicen, quedó paralizada, tratando de alcanzar a su hijito, pero la fuerza del agua era demasiado. Gracias a Dios que oficiales de la Fuerza Pública llegaron rápido y pudieron ayudarla a ella y a los demás niños.
Desde entonces, bomboneros, Cruz Roja, vecinos... ¡todo el mundo! Se ha volcado en la búsqueda. Con lámparas enormes, buscando hasta en los lugares más escondidos del río Torres, donde la corriente lo llevó. Hay que reconocer que el brete no es sencillo, porque la noche es oscura, la lluvia sigue cayendo a ratos, y el río está crecido, ¡bien bravucón! Pero estos rescatistas no se dan por vencidos, ni loco.
Erick Quirós, de la Cruz Roja, me contaba que la clave es mantener la calma y buscar con paciencia. Han recorrido varios kilómetros río abajo, revisando cada recoveco, cada tronco que salga a flote. Dicen que hasta drones están usando para tener una vista aérea del terreno. ¡Se rifan de verdad!
Pero más que la tecnología, lo que realmente conmueve es la unión de la gente. Las casas de Purral están abiertas, ofreciendo café, comida, un hombro en el que llorar. En las redes sociales, la ola de apoyo es impresionante: oraciones, mensajes de aliento, promesas de ayuda. ¡Es lindo ver cómo nos echamos las manos al hombro en momentos así, diay!
Y claro, esto también nos obliga a reflexionar, ¿verdad? Esta desgracia vuelve a sacar a relucir los problemas nuestros con las alcantarillas. Siempre igual, con estas lluvias torrenciales, vemos cómo los sistemas colapsan y ponen en peligro a la gente. ¡Menos mal que esta vez no pasó peor! Necesitamos que las autoridades le ponganle empeño a mejorar estas cosas, que no tengamos que seguir viviendo con este susto constante. Ya hemos perdido demasiadas varas por culpa de la pura negligencia.
Leandro se ha convertido en símbolo de la esperanza para muchos. Todos rezamos porque aparezca sano y salvo. Su sonrisa inocente, su mirada traviesa… nos recuerda lo valioso que es proteger a nuestros niños. La comunidad entera está entregada en oración, pidiendo un milagro. Que regrese a los brazos de su mamá, que vuelva a jugar con sus hermanitos. Esto nos toca el corazón, ¡y de apoco!
Ahora, cuéntenme, compañeros del Foro: ¿Ustedes creen que se deberían implementar protocolos de evacuación preventiva en zonas propensas a inundaciones? ¿Y cuál considera que sería la medida más efectiva para asegurar la integridad de nuestras comunidades frente a estos fenómenos climáticos extremos?
La escena era de película, mae. Dicen que la lluvia caía a cántaros, y la corriente, furiosa, sacudiendo todo a su paso. La madre, dicen, quedó paralizada, tratando de alcanzar a su hijito, pero la fuerza del agua era demasiado. Gracias a Dios que oficiales de la Fuerza Pública llegaron rápido y pudieron ayudarla a ella y a los demás niños.
Desde entonces, bomboneros, Cruz Roja, vecinos... ¡todo el mundo! Se ha volcado en la búsqueda. Con lámparas enormes, buscando hasta en los lugares más escondidos del río Torres, donde la corriente lo llevó. Hay que reconocer que el brete no es sencillo, porque la noche es oscura, la lluvia sigue cayendo a ratos, y el río está crecido, ¡bien bravucón! Pero estos rescatistas no se dan por vencidos, ni loco.
Erick Quirós, de la Cruz Roja, me contaba que la clave es mantener la calma y buscar con paciencia. Han recorrido varios kilómetros río abajo, revisando cada recoveco, cada tronco que salga a flote. Dicen que hasta drones están usando para tener una vista aérea del terreno. ¡Se rifan de verdad!
Pero más que la tecnología, lo que realmente conmueve es la unión de la gente. Las casas de Purral están abiertas, ofreciendo café, comida, un hombro en el que llorar. En las redes sociales, la ola de apoyo es impresionante: oraciones, mensajes de aliento, promesas de ayuda. ¡Es lindo ver cómo nos echamos las manos al hombro en momentos así, diay!
Y claro, esto también nos obliga a reflexionar, ¿verdad? Esta desgracia vuelve a sacar a relucir los problemas nuestros con las alcantarillas. Siempre igual, con estas lluvias torrenciales, vemos cómo los sistemas colapsan y ponen en peligro a la gente. ¡Menos mal que esta vez no pasó peor! Necesitamos que las autoridades le ponganle empeño a mejorar estas cosas, que no tengamos que seguir viviendo con este susto constante. Ya hemos perdido demasiadas varas por culpa de la pura negligencia.
Leandro se ha convertido en símbolo de la esperanza para muchos. Todos rezamos porque aparezca sano y salvo. Su sonrisa inocente, su mirada traviesa… nos recuerda lo valioso que es proteger a nuestros niños. La comunidad entera está entregada en oración, pidiendo un milagro. Que regrese a los brazos de su mamá, que vuelva a jugar con sus hermanitos. Esto nos toca el corazón, ¡y de apoco!
Ahora, cuéntenme, compañeros del Foro: ¿Ustedes creen que se deberían implementar protocolos de evacuación preventiva en zonas propensas a inundaciones? ¿Y cuál considera que sería la medida más efectiva para asegurar la integridad de nuestras comunidades frente a estos fenómenos climáticos extremos?