¡Efectivamente, raza! La onda de la inteligencia artificial está dando tela, y no precisamente porque te haga reír con unos memes raritos. Estamos hablando de un cambio gordo en cómo trabajamos, tanto que hasta los jefes están raspándose la cabeza pensando qué hacer. La IA no es broma, pura verdura, y parece que está cambiando el panorama laboral más rápido que un rayo en temporada de lluvias.
Alejandro Zuzenberg, un maestro en estas ondas de tecnología –el tipo trabajó pa’ Google y Facebook, usté sabe– dice que las empresas ya están agarrándole la mano a la IA generativa. Ya no es cuestión de si la vamos a usar, sino de cómo la vamos a integrar en todas partes: ventas, atención al cliente, hasta pa' echar esos papeles aburridos de Recursos Humanos. ¡Una chimba para agilizar las cosas, eh!
Pero, dígame ustéd... ¿qué significa eso para nosotros, los trabajadores? Según Zuzenberg, cambiamos el chip. De estar ejecutando tareas robotizadas pasamos a ser supervisores. Imagínese, usted deja de picarle duro a la máquina y pasa a decirle qué hacer y cómo hacerlo. Un cambio total, una metamorfosis, como dirían los biólogos. Un cliente suyo, que vende refacciones pa’ carros, antes tenía que tomarle fotos a cada pieza, describir lo que era y subirlo al católogo. Ahora, simplemente le pide a la IA que lo haga. ¡Se ahorró horas de torta!
Y no se trata solo de negocios grandes, tampoco. Hasta el gobierno está metiéndose en la movida. Lanzaron a MIA, una asistente virtual pa’ emprendedores y pymes, y pa’ los que usan la app Mi Argentina. La idea es darle una mano a los ciudadanos, conectar con ellos y, eventualmente, ofrecer servicio en varios idiomas. ¡Pa’ que hasta don José del cantón pueda pedir información en inglés!
Ahora bien, aquí viene lo interesante: ¿capacitación? Muchos creerían que necesitamos cursos intensivos pa’ aprender a dominar la IA, pero Zuzenberg dice otra cosa. ¡Un cambalache! Dice que los que mejor aprovechan la IA no necesitan ir a la escuela, se aprende solito’, probando y experimentando. Claro, pero hay que incentivarlos, darle un empujoncito pa’ que agarren el gusto. Como cuando le dices a tu hijo “si aprendes a programar, te compro un chunche nuevo”.
Pero no todo es miel sobre hojarasca, mi raza. Esta transformación sí pega duro al equipo de trabajo. En Botmaker, por ejemplo, implementaron un sistema de ‘Quality Score’ que evalúa cada interacción con el cliente. Antes revisaban un dos por ciento de los chats, ahora la IA lo evalúa todo. El humano entra ahí pa’ calibrar los criterios y asegurarse de que las calificaciones estén correctas. ¡Todo más eficiente, pero también más vigilado!
Y ojo, que no es suficiente tener la última tecnología. Según un estudio serio de Reuters, la mayoría de los profesionales creen que los líderes deben dar el ejemplo y usar la IA. Porque si el jefe no se moja, nadie va a querer probar. Hay que motivar al equipo, destacar a los que tienen iniciativa y se atreven a probar cosas nuevas. ¡Que se vea quién es el mae que le pone huevo!
Así que, mi gente, la IA llegó pa’ quedarse. Va a cambiar nuestro trabajo, nuestras rutinas, nuestra forma de pensar. Pero no se asusten, no es el fin del mundo. Es una oportunidad pa’ reinventarnos, pa’ aprender cosas nuevas y pa’ demostrar que somos capaces de adaptarnos a cualquier brete. Ahora, díganme usteds, ¿creen que la inteligencia artificial realmente va a crear más oportunidades laborales de las que elimina, o nos dirigimos a un futuro donde muchos quedarán varados?
Alejandro Zuzenberg, un maestro en estas ondas de tecnología –el tipo trabajó pa’ Google y Facebook, usté sabe– dice que las empresas ya están agarrándole la mano a la IA generativa. Ya no es cuestión de si la vamos a usar, sino de cómo la vamos a integrar en todas partes: ventas, atención al cliente, hasta pa' echar esos papeles aburridos de Recursos Humanos. ¡Una chimba para agilizar las cosas, eh!
Pero, dígame ustéd... ¿qué significa eso para nosotros, los trabajadores? Según Zuzenberg, cambiamos el chip. De estar ejecutando tareas robotizadas pasamos a ser supervisores. Imagínese, usted deja de picarle duro a la máquina y pasa a decirle qué hacer y cómo hacerlo. Un cambio total, una metamorfosis, como dirían los biólogos. Un cliente suyo, que vende refacciones pa’ carros, antes tenía que tomarle fotos a cada pieza, describir lo que era y subirlo al católogo. Ahora, simplemente le pide a la IA que lo haga. ¡Se ahorró horas de torta!
Y no se trata solo de negocios grandes, tampoco. Hasta el gobierno está metiéndose en la movida. Lanzaron a MIA, una asistente virtual pa’ emprendedores y pymes, y pa’ los que usan la app Mi Argentina. La idea es darle una mano a los ciudadanos, conectar con ellos y, eventualmente, ofrecer servicio en varios idiomas. ¡Pa’ que hasta don José del cantón pueda pedir información en inglés!
Ahora bien, aquí viene lo interesante: ¿capacitación? Muchos creerían que necesitamos cursos intensivos pa’ aprender a dominar la IA, pero Zuzenberg dice otra cosa. ¡Un cambalache! Dice que los que mejor aprovechan la IA no necesitan ir a la escuela, se aprende solito’, probando y experimentando. Claro, pero hay que incentivarlos, darle un empujoncito pa’ que agarren el gusto. Como cuando le dices a tu hijo “si aprendes a programar, te compro un chunche nuevo”.
Pero no todo es miel sobre hojarasca, mi raza. Esta transformación sí pega duro al equipo de trabajo. En Botmaker, por ejemplo, implementaron un sistema de ‘Quality Score’ que evalúa cada interacción con el cliente. Antes revisaban un dos por ciento de los chats, ahora la IA lo evalúa todo. El humano entra ahí pa’ calibrar los criterios y asegurarse de que las calificaciones estén correctas. ¡Todo más eficiente, pero también más vigilado!
Y ojo, que no es suficiente tener la última tecnología. Según un estudio serio de Reuters, la mayoría de los profesionales creen que los líderes deben dar el ejemplo y usar la IA. Porque si el jefe no se moja, nadie va a querer probar. Hay que motivar al equipo, destacar a los que tienen iniciativa y se atreven a probar cosas nuevas. ¡Que se vea quién es el mae que le pone huevo!
Así que, mi gente, la IA llegó pa’ quedarse. Va a cambiar nuestro trabajo, nuestras rutinas, nuestra forma de pensar. Pero no se asusten, no es el fin del mundo. Es una oportunidad pa’ reinventarnos, pa’ aprender cosas nuevas y pa’ demostrar que somos capaces de adaptarnos a cualquier brete. Ahora, díganme usteds, ¿creen que la inteligencia artificial realmente va a crear más oportunidades laborales de las que elimina, o nos dirigimos a un futuro donde muchos quedarán varados?