¡Ay, Dios mío, qué movida! Karla Porras, una mae pura sangre de nuestro país, nos da una lección de vida que te deja pensando. Esta mujer, a sus 35 años, ha superado un cáncer de mama triple negativo, ¡y encima! ahora lidera un proyecto increíble llamado 'Mariposas Rosa' para apoyar a otras mujeres que están pasando por lo mismo. ¡Eso sí que es cargar con el brete!
Imagínate, la mara, cuando le dieron el diagnóstico a los 32, tenía a su hijito Alessandro de apenas dos años. Esa pelotita que sientes en el seno, esa que ves en la tele y piensas ‘eso no me va a pasar’, pues a Karla se la sintió, y resultó ser un cáncer agresivo. ¡Un susto de olla, diay! Pero lejos de dejarse vencer, decidió que lucharía por su hijo y por su propia vida.
La quimioterapia, la radioterapia, la cirugía... un camino lleno de obstáculos y desafíos. Cuenta Karla que llegó un punto en el que prefería que le quitaran el pelo a soportar el dolor. “Uno llega y dice, ya, quíteme este pelo porque ya no soporto”, comenta con honestidad. Pero entre tanta adversidad, siempre estuvo presente su hijo Alessandro, su motor, la razón para seguir dando pelea. Fue ese amor incondicional lo que la impulsó a levantar cabeza día tras día, enfrentando cada sesión con una fuerza admirable.
Y no nomás eso, Karla nos explica que durante todo el proceso, lo más difícil no fue solo el daño físico, sino también la pérdida de su identidad. Ver cómo tu cuerpo cambia, cómo te debilitas, cómo pierdes aspectos que considerabas parte esencial de ti... ¡Qué vara! Pero ella, con una actitud admirable, se aferró a su esencia, a la mujer que baila, que chinea, que ama la vida. Dice que aprendió a amarse tal como es, aceptando sus imperfecciones y valorando cada detalle, incluso el sorbo de un vaso de agua.
Pero la verdadera magia ocurre con 'Mariposas Rosa'. Este proyecto, nacido de su propia experiencia, es un refugio para mujeres que atraviesan el tratamiento oncológico. No es una fundación ni una asociación formal, sino un espacio seguro donde Karla abre las puertas y ofrece un hombro amigo. “Es un espacio seguro, literalmente. Llegar y abrazarlas, llegar y llorar con ellas, escuchar sus miedos… todas sabemos lo que era una quimio, los efectos, los medicamentos. Aquí todas entendemos”, explica conmovida. Un lugar donde la solidaridad y el apoyo mutuo florecen como las propias mariposas.
En 'Mariposas Rosa' organizan actividades, talleres, encuentros que buscan reconectar a las mujeres consigo mismas, recuperar su autoestima y redescubrir la alegría. Celebran la vida, honran la valentía y fortalecen la esperanza. ¿Te imaginas la energía de esas mariposas uniéndose para volar juntas? ¡Qué tuanis! Y Karla, con su ejemplo, demuestra que superar el cáncer no significa simplemente sobrevivir, sino renacer aún más fuerte y convertirme en inspiración para otros.
Más allá de la enfermedad, Karla nos enseña lecciones valiosas sobre la resiliencia, la importancia del apoyo familiar y el poder transformador de la actitud. Nos invita a valorar los pequeños placeres de la vida, a reconectar con nuestra esencia y a amar incondicionalmente a quienes nos rodean. Recuerda que “siempre veo a mi hijo en ella, la que sonríe, la que le gusta bailar, la que le gusta venir y chinear a la gente…” ¡Una mae ejemplar! Esta historia nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay luz, siempre hay esperanza y siempre hay motivos para seguir adelante.
Después de escuchar la historia de Karla Porras y su proyecto 'Mariposas Rosa', ¿crees que iniciativas como esta deberían recibir mayor apoyo gubernamental y privado para ampliar su alcance y ayudar a más mujeres en Costa Rica? ¡Déjanos tus comentarios en el foro!
Imagínate, la mara, cuando le dieron el diagnóstico a los 32, tenía a su hijito Alessandro de apenas dos años. Esa pelotita que sientes en el seno, esa que ves en la tele y piensas ‘eso no me va a pasar’, pues a Karla se la sintió, y resultó ser un cáncer agresivo. ¡Un susto de olla, diay! Pero lejos de dejarse vencer, decidió que lucharía por su hijo y por su propia vida.
La quimioterapia, la radioterapia, la cirugía... un camino lleno de obstáculos y desafíos. Cuenta Karla que llegó un punto en el que prefería que le quitaran el pelo a soportar el dolor. “Uno llega y dice, ya, quíteme este pelo porque ya no soporto”, comenta con honestidad. Pero entre tanta adversidad, siempre estuvo presente su hijo Alessandro, su motor, la razón para seguir dando pelea. Fue ese amor incondicional lo que la impulsó a levantar cabeza día tras día, enfrentando cada sesión con una fuerza admirable.
Y no nomás eso, Karla nos explica que durante todo el proceso, lo más difícil no fue solo el daño físico, sino también la pérdida de su identidad. Ver cómo tu cuerpo cambia, cómo te debilitas, cómo pierdes aspectos que considerabas parte esencial de ti... ¡Qué vara! Pero ella, con una actitud admirable, se aferró a su esencia, a la mujer que baila, que chinea, que ama la vida. Dice que aprendió a amarse tal como es, aceptando sus imperfecciones y valorando cada detalle, incluso el sorbo de un vaso de agua.
Pero la verdadera magia ocurre con 'Mariposas Rosa'. Este proyecto, nacido de su propia experiencia, es un refugio para mujeres que atraviesan el tratamiento oncológico. No es una fundación ni una asociación formal, sino un espacio seguro donde Karla abre las puertas y ofrece un hombro amigo. “Es un espacio seguro, literalmente. Llegar y abrazarlas, llegar y llorar con ellas, escuchar sus miedos… todas sabemos lo que era una quimio, los efectos, los medicamentos. Aquí todas entendemos”, explica conmovida. Un lugar donde la solidaridad y el apoyo mutuo florecen como las propias mariposas.
En 'Mariposas Rosa' organizan actividades, talleres, encuentros que buscan reconectar a las mujeres consigo mismas, recuperar su autoestima y redescubrir la alegría. Celebran la vida, honran la valentía y fortalecen la esperanza. ¿Te imaginas la energía de esas mariposas uniéndose para volar juntas? ¡Qué tuanis! Y Karla, con su ejemplo, demuestra que superar el cáncer no significa simplemente sobrevivir, sino renacer aún más fuerte y convertirme en inspiración para otros.
Más allá de la enfermedad, Karla nos enseña lecciones valiosas sobre la resiliencia, la importancia del apoyo familiar y el poder transformador de la actitud. Nos invita a valorar los pequeños placeres de la vida, a reconectar con nuestra esencia y a amar incondicionalmente a quienes nos rodean. Recuerda que “siempre veo a mi hijo en ella, la que sonríe, la que le gusta bailar, la que le gusta venir y chinear a la gente…” ¡Una mae ejemplar! Esta historia nos recuerda que incluso en los momentos más oscuros, siempre hay luz, siempre hay esperanza y siempre hay motivos para seguir adelante.
Después de escuchar la historia de Karla Porras y su proyecto 'Mariposas Rosa', ¿crees que iniciativas como esta deberían recibir mayor apoyo gubernamental y privado para ampliar su alcance y ayudar a más mujeres en Costa Rica? ¡Déjanos tus comentarios en el foro!