¡Ay, Dios mío, qué cosas pasan! La industria alimentaria le está echando tremenda bola al próximo gobierno, pidiendo a gritos que le quiten las manos al monopolio del alcohol. Parece que hasta los empresarios andan frustrados con cómo anda el país, y vaya que tienen razones para estarlo, diay.
Como bien sabemos, acá en Costa Rica la Fábrica Nacional de Licores (Fanal) tiene el control absoluto de toda la movida del alcohol, ya sea para echar unos traguitos o para usarlo en la fábrica de salsas y demás. Esto viene desde tiempos del abuelo, desde el Código Fiscal del siglo pasado, pa' que se hagan una idea, una antigüedad… parece que nadie se había dado cuenta de que esto ya está más viejo que la tos.
Pero resulta que Juan Ignacio Pérez, el presidente de la Cámara Costarricense de Industria Alimentaria (Cacia), salió con unas verdades que te dejan pensando. Según él, Fanal ya no cumple ningún propósito económico ni productivo. En lugar de producir, es pura intermediación, agarrándole comisiones a los ingenios que sí hacen el trabajo sucio. ¡Una vara! Totalmente injusto pa’ los que necesitamos la materia prima.
Y ahí viene el problema, mi clave. Porque con este sistema, los costos se elevan como espuma. Pérez calcula que los sobrecostos superan el 30%, eso pega directo en el bolsillo de las empresas de comida, bebidas, farmacias... ¡Imagínate! Todo porque tenemos que comprarle a Fanal, aunque haya ingenios ofreciendo mejores precios. Una torta, ¿eh?
Pa’ colmo, encima hay que andar pidiendo cuotas de alcohol como si fuera oro. Y luego, con la Regla Fiscal apretando, Fanal se quedó sin lana para comprar suficiente. Resulta que en algún momento del año dicen: '¡No tenemos plata!', aunque los tanques de LAICA estén reventando de alcohol. ¡Qué sal! Así no se puede trabajar, compa. Te quedas sin producto en medio de la producción, frenando todo el proceso. Es un cuello de botella hecho a medida por el Estado.
Como bien sabemos, acá en Costa Rica la Fábrica Nacional de Licores (Fanal) tiene el control absoluto de toda la movida del alcohol, ya sea para echar unos traguitos o para usarlo en la fábrica de salsas y demás. Esto viene desde tiempos del abuelo, desde el Código Fiscal del siglo pasado, pa' que se hagan una idea, una antigüedad… parece que nadie se había dado cuenta de que esto ya está más viejo que la tos.
Pero resulta que Juan Ignacio Pérez, el presidente de la Cámara Costarricense de Industria Alimentaria (Cacia), salió con unas verdades que te dejan pensando. Según él, Fanal ya no cumple ningún propósito económico ni productivo. En lugar de producir, es pura intermediación, agarrándole comisiones a los ingenios que sí hacen el trabajo sucio. ¡Una vara! Totalmente injusto pa’ los que necesitamos la materia prima.
Y ahí viene el problema, mi clave. Porque con este sistema, los costos se elevan como espuma. Pérez calcula que los sobrecostos superan el 30%, eso pega directo en el bolsillo de las empresas de comida, bebidas, farmacias... ¡Imagínate! Todo porque tenemos que comprarle a Fanal, aunque haya ingenios ofreciendo mejores precios. Una torta, ¿eh?
Pa’ colmo, encima hay que andar pidiendo cuotas de alcohol como si fuera oro. Y luego, con la Regla Fiscal apretando, Fanal se quedó sin lana para comprar suficiente. Resulta que en algún momento del año dicen: '¡No tenemos plata!', aunque los tanques de LAICA estén reventando de alcohol. ¡Qué sal! Así no se puede trabajar, compa. Te quedas sin producto en medio de la producción, frenando todo el proceso. Es un cuello de botella hecho a medida por el Estado.