Ay, Dios mío, esto sí que cayó raro. Resulta que en el Liceo de Cedros, en medio de la pachanga electoral, alguien se mandó una tremenda salada. Un tipo, Alexis Calderón Quesada, se hizo pasar por funcionario del TSE y empezó a dar vueltas por ahí hablando de política, como si fuera el cuento de hadas. ¡Imagínate el fiestón!
El ministro Sánchez Hernández tuvo que ir a dar explicaciones ante los diputados de la Comisión de Juventud, Niñez y Adolescencia. Ahí le tocaron duro, preguntándole cómo es posible que un maje se colara así en un colegio, aprovechándose de los muchachos. Al parecer, el tipo entró pensando que podía hacer lo que se le diera la gana, brincándose las reglas como si estuviera en su casa.
El Ministerio de Educación, obviamente, salió a decir que están superenojados – ¡y con razón! Dicen que no toleran esas varas y que los colegios tienen que estar al margen de la contienda política, siendo ejemplo de respeto y democracia. Pero vamos, ¿quién no ha visto alguna reunión sospechosa en algún salón de clases? Es un brete mantener todo limpio y transparente, máxime en tiempos electorales.
Ahora, lo que más preocupa es la responsabilidad de la administración del colegio. Parece que se relajaron un poquito con los controles internos y dejaron entrar a este personaje sin preguntar quién era ni qué quería. El diputado Valverde Méndez no se anduvo con rodeos: dijo que hubo una irresponsabilidad mayúscula y que ahora hay que ver qué tanto daño hizo el tipo a los estudiantes, especialmente con todo el apagón educativo que hemos tenido últimamente. ¡Que no le hayan prestado atención a la tarea y encima le meten política!
Y no es solamente el daño a los estudiantes, sino también a los funcionarios públicos. El diputado García Molina destacó que el señor Calderón engañó a varios empleados del colegio haciéndoles creer que era un representante oficial del TSE. ¡Qué nivel de descaro! La gente se confía fácilmente y sale perjudicada. Esto da para pensar seriamente en cómo mejorar los protocolos de seguridad y verificación en los espacios educativos.
Jonathan Acuña, el diputado, puso el dedo en la llaga: preguntó por qué este muchacho sintió que tenía derecho a saltarse las normas. ¿Será que cree que sus convicciones políticas lo ponen por encima de la ley? Eso es peligroso, porque si todos empezamos a justificarnos para romper las reglas, se nos va el mundo al traste. Necesitamos jóvenes comprometidos con la legalidad, no con atajos políticos.
Para calmarnos un poco, el ministro Sánchez dijo que ya pidieron informes a todas las direcciones regionales para descartar otros incidentes parecidos y que van a coordinar acciones con el TSE para fortalecer los protocolos. Esperemos que esta vez sí hagan las cosas bien y no sean solo palabras bonitas. Porque la educación es sagrada y no puede ser utilizada como patio trasero de ningún partido político. Ya tuvimos suficientes líos con otras varas en el sistema.
En fin, este caso del Liceo de Cedros nos deja varias preguntas abiertas. ¿Cómo podemos garantizar que los colegios sean espacios realmente neutrales en épocas electorales? ¿Deberían endurecerse las sanciones para quienes intenten utilizar la educación con fines políticos? ¿Ustedes creen que esto es un problema aislado o es la punta del iceberg de algo más grande? Déjenme sus opiniones, a ver qué dicen mis compas del Foro.
El ministro Sánchez Hernández tuvo que ir a dar explicaciones ante los diputados de la Comisión de Juventud, Niñez y Adolescencia. Ahí le tocaron duro, preguntándole cómo es posible que un maje se colara así en un colegio, aprovechándose de los muchachos. Al parecer, el tipo entró pensando que podía hacer lo que se le diera la gana, brincándose las reglas como si estuviera en su casa.
El Ministerio de Educación, obviamente, salió a decir que están superenojados – ¡y con razón! Dicen que no toleran esas varas y que los colegios tienen que estar al margen de la contienda política, siendo ejemplo de respeto y democracia. Pero vamos, ¿quién no ha visto alguna reunión sospechosa en algún salón de clases? Es un brete mantener todo limpio y transparente, máxime en tiempos electorales.
Ahora, lo que más preocupa es la responsabilidad de la administración del colegio. Parece que se relajaron un poquito con los controles internos y dejaron entrar a este personaje sin preguntar quién era ni qué quería. El diputado Valverde Méndez no se anduvo con rodeos: dijo que hubo una irresponsabilidad mayúscula y que ahora hay que ver qué tanto daño hizo el tipo a los estudiantes, especialmente con todo el apagón educativo que hemos tenido últimamente. ¡Que no le hayan prestado atención a la tarea y encima le meten política!
Y no es solamente el daño a los estudiantes, sino también a los funcionarios públicos. El diputado García Molina destacó que el señor Calderón engañó a varios empleados del colegio haciéndoles creer que era un representante oficial del TSE. ¡Qué nivel de descaro! La gente se confía fácilmente y sale perjudicada. Esto da para pensar seriamente en cómo mejorar los protocolos de seguridad y verificación en los espacios educativos.
Jonathan Acuña, el diputado, puso el dedo en la llaga: preguntó por qué este muchacho sintió que tenía derecho a saltarse las normas. ¿Será que cree que sus convicciones políticas lo ponen por encima de la ley? Eso es peligroso, porque si todos empezamos a justificarnos para romper las reglas, se nos va el mundo al traste. Necesitamos jóvenes comprometidos con la legalidad, no con atajos políticos.
Para calmarnos un poco, el ministro Sánchez dijo que ya pidieron informes a todas las direcciones regionales para descartar otros incidentes parecidos y que van a coordinar acciones con el TSE para fortalecer los protocolos. Esperemos que esta vez sí hagan las cosas bien y no sean solo palabras bonitas. Porque la educación es sagrada y no puede ser utilizada como patio trasero de ningún partido político. Ya tuvimos suficientes líos con otras varas en el sistema.
En fin, este caso del Liceo de Cedros nos deja varias preguntas abiertas. ¿Cómo podemos garantizar que los colegios sean espacios realmente neutrales en épocas electorales? ¿Deberían endurecerse las sanciones para quienes intenten utilizar la educación con fines políticos? ¿Ustedes creen que esto es un problema aislado o es la punta del iceberg de algo más grande? Déjenme sus opiniones, a ver qué dicen mis compas del Foro.